Junts no aclara si saldrá del Govern y amenaza a Aragonès con pedirle una cuestión de confianza
El Parlament ha recibido con frialdad, cuando no rechazo, el acuerdo 'a la canadiense' por un referéndum pactado que ha propuesto el president de la Generalitat, Pere Aragonès, durante la apertura del debate de política general. Junts no ha escondido su desconfianza con el plan del president, al que ha acusado de actuar “de forma unilateral”, aunque sin aclarar si llevará su órdago hasta el final y consumará su salida del Govern.
Pese a la conciliación por la que aboga el Govern, la primera jornada del debate de política general se ha cerrado a las 23:17h. La intervención del portavoz de Junts, Albert Batet, ha empezado a las 21:30h. Y no ha servido para despejar la incógnita de si Junts forzará una crisis en el Ejecutivo. Solo ha reiterado el “así no podemos seguir” que pronunció el secretario general de Junts, Jordi Turull, a principios de septiembre.
El 'gol en Las Gaunas' lo ha cantado a las 22:30h. Batet. El portavoz posconvergente ha amenazado al president con reclamarle que se someta a una cuestión de confianza si no da “concreción y garantías” a las tres exigencias que Junts planteó al inicio de curso: limitar la mesa de diálogo a autodeterminación y amnistía, crear un órgano de coordinación soberanista y unidad de acción en Madrid.
El reglamento del Parlament indica que la cuestión de confianza se celebra a instancias del president, no de los grupos, por lo que la eventual petición de Junts seguiría estando en cualquier caso en el tejado de Aragonès.
El president ha dado un portazo a la última exigencia de su socio. “No entraré en ningún juego que deje en la interinidad a las instituciones”, ha zanjado Aragonès, para a renglón seguido invitar a Junts a “tomar decisiones”.
En su discurso de la mañana Aragonès había orillado las tres exigencias de Junts para seguir en el Govern, que Batet ha repetido. Ha sido en la réplica cuando Aragonès sí se ha mostrado abierto a negociarlas con el objetivo de “reforzar y defender al Govern”.
“¿Piensa cumplir el acuerdo de investidura que le hizo president?”, ha lanzado de forma directa Batet a Aragonès, que ha respondido reclamando a su socio “estabilidad basada en el acuerdo de Govern”. “Un acuerdo no solo son tres puntos”, ha replicado Aragonès sobre las tres exigencias de Junts.
Tras reprochar Batet la falta de “cultura de coalición” de Aragonès, el president ha recordado que Junts avaló la mesa de diálogo al inicio de legislatura. “Reforzar al Govern se hace desde todas las formaciones que apoyan al Govern, y aquí también tenemos margen de mejora”, ha apostillado el president devolviendo el dardo a su socio.
La respuesta del president ha disgustado a Batet: “Antes del acuerdo de claridad necesitamos claridad sobre el acuerdo de Govern. Estamos a tiempo de corregirlo, pero necesitamos más concreción y más garantías sobre los tres puntos”. La primera jornada del debate de política general se ha cerrado sin que se calmen las aguas entre Junts y ERC.
La oposición hurga en la crisis de ERC y Junts
La oposición ha hurgado en la brecha entre ERC y Junts. “¿Aquí quién manda? ¿Hay alguien al frente del Govern?”, ha preguntado el jefe de la oposición, Salvador Illa, a Aragonès, un reproche que el president ha encajado con una sonrisa irónica desde el escaño. Illa ha subido más el tono al describir el Govern como “un juguete roto que solo piensa en la mitad de los catalanes”.
Illa ha combinado la mano tendida en las medidas sociales anunciadas por el president con una crítica sin ambages por el rumbo del Ejecutivo. “El Govern no gobierna, se tiene que hacer mucho mejor”, ha abundado Illa, que no se ha ahorrado críticas: “Lo más generoso que se puede decir de su gobierno es que arrastra los pies y es incapaz de resolver los problemas reales de Catalunya”.
No ha gustado al líder de la oposición la propuesta estrella de Aragonès en este debate de política general, la vía canadiense para proponer al Estado un “acuerdo de claridad” con el que encauzar el contencioso catalán mediante un referéndum pactado. “Es un 'déjà vu' que no resuelve nada”, ha sentenciado Illa.
Aragonès ha devuelto el golpe recordando que el propio PSC apoyaba en 2016 un acuerdo a la canadiense si fracasaba la reforma constitucional. “Mi propuesta no será tan mala si el PSC la defendía”, ha terciado el president.
En cambio Illa ha anunciado que el PSC apoyará las medidas sociales anunciadas por el president, aunque las ha tildado de “insuficientes”. El jefe de la oposición ha indicado que en las próximas dos semanas su grupo trasladará más medidas anticrisis.
Han saltado chispas entre ambos políticos a cuentas de los retrasos de Rodalies. Aragonès ha replicado las críticas de Illa a sus medidas sociales recordando la continua crisis en la que viven los trenes catalanes. “La autoexigencia la tenemos que tener todos”, ha afirmado Aragonès, a lo que Illa ha respondido reclamándole “no estar en la queja constante”.
En un discurso con cargas de profundidad sin alzar el tono, Illa ha cerrado el círculo proponiendo a Aragonès cuatro grandes pactos con el PSC en la línea con la ley educativa o la renovación de cargos institucionales. El jefe de la oposición ha mostrado la mano tendida de su grupo para aprobar una nueva ley electoral catalana, la ley forestal para hacer frente a los incendios, la ley del sistema de policía de Catalunya y los Presupuestos de 2023.
La CUP, “triste” con Aragonès
La CUP, otrora socio preferente del Govern independentista, se ha mostrado muy crítica con Aragonès tanto en el terreno soberanista como en el social. “Otras veces escucharle me ha enfadado, pero hoy estoy triste”, ha reconocido el cupaire Carles Riera. En su primera intervención, la parlamentaria Eulàlia Reguant, ha tildado de “fórmula mágica” la propuesta a la canadiense de Aragonès.
“No tenemos una solución mágica, pero solo hemos escuchado propuestas retóricas que se usan como armas en la batallita partidista”, ha indicado Reguant, que ha instado a abrir de nuevo un conflicto con el Estado. También ha criticado las medidas sociales de Aragonès por “insuficientes” y demasiado vinculadas a la patronal.
“El giro en clave nacional y social que se esperaba con ERC en la presidencia de la Generalitat ha sido un espejismo que se ha desvanecido rápidamente”, ha apostillado Reguant. Aragonès ha preferido ver el vaso medio vacío en su réplica y si bien ha constatado las diferencias económicas entre ambos partidos ha celebrado que la CUP no descarte por completo la utilidad de la mesa de diálogo “en algún momento del conflicto”.
Los comuns: “El pacto de claridad lo propusimos hace cinco años”
La líder de los comuns, Jessica Albiach, ha recordado a Aragonès que la propuesta de un acuerdo de claridad a la canadiense la formuló su partido hace un lustro. “Nos dijeron que era una pantalla pasada”, ha recordado Albiach. “De todas maneras bienvenido a las propuestas de los comuns, ojalá se hubiesen dado cuenta antes de que era una buena propuesta para Catalunya”.
Albiach, que ha tildado de insuficientes las medidas sociales presentadas por Aragonès, ha cargado en varias ocasiones contra la división entre el independentismo y le ha espetado al president que el pacto de claridad debería aplicarse al Ejecutivo catalán. “Los catalanes solo ven este debate como un termómetro para ver cómo están las relaciones entre ERC y Junts”, ha afirmado.
La derecha y Vox, contra la vía canadiense
En el campo de la derecha y la extrema derecha, Carlos Carrizosa (Cs) ha definido la propuesta como un “malabarismo estrella” y ha recordado que la arquitectura constitucional española es distinta a la canadiense. Alejandro Fernández (PP) lo ha definido como “mala política” y ha incidido en que Aragonès lo propone ante “el problema real de confianza” que tiene a raíz de la crisis con Junts. “En las calles nadie habla de acuerdos de claridad, de amnistías ni de referéndums”, ha afeado el portavoz de Vox, Ignacio Garriga.
Garriga ha desplegado un discurso abiertamente racista en el que ha vinculado la delincuencia con la inmigración, ante varias llamadas de atención de Alba Vergès, que preside el pleno en la cámara catalana. A su vez, ha criticado la “alta presión fiscal” en Catalunya así como la “agenda climática” que va “en contra” de “las clases más humildes”.
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