Judíos que rechazan el hermanamiento de Barcelona y Tel-Aviv: “Es una burla a los derechos humanos”
Ofer Neiman es nieto de judíos asesinados en campos de concentración por el régimen nazi. Su madre sobrevivió al Holocausto y como tantos otros correligionarios, se mudó a Israel. Creció influenciado por la fe judía y por la necesidad inculcada por sus ascendientes de “pertenecer a algo y de contar un lugar donde sentirse seguro”. Ese lugar se llamó Israel.
A medida que iba creciendo, Neiman abandonó la importancia simbólica que tuvo Israel en su infancia, hasta convertirse en activista de Boycott from Within, una asociación de judíos y árabes israelíes que dan apoyo al movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones a Israel). Hoy Neiman pide el fin de los hermanamientos que decenas de ciudades del mundo tienen con urbes israelíes. Una de ellas es Barcelona, que desde 1998 tiene un vínculo a tres bandas con Tel-Aviv y Gaza. “Es una burla a los derechos humanos”, sentencia Neiman.
“Han pasado suficientes años y ya deberíamos ser capaces de separar el daño que nos hicieron a los judíos del que hace hoy Israel”, asevera Neiman. De niño creció bajo la influencia de una fe diezmada por el nazismo, que, a su juicio, hizo que muchos de sus compatriotas “fueran incapaces de ver y entender que su país, ese que les había acogido, hace cosas malas”.
El hermanamiento de Barcelona fue firmado por el entonces alcalde Joan Clos (PSC) y se dio en el marco de los acuerdos de paz de Oslo. “Era un momento muy distinto al actual, entonces realmente se creía que se podría lograr la paz, pero poco después Israel se rebeló como una maquinaria brutal de ocupación y apartheid”, se lamenta Neiman, quien pide a la ciudadanía de Barcelona que “sigan apoyando al pueblo palestino y que no sean cómplices de ningún hermanamiento”.
Tras la llamada de asociaciones antisionistas, en Barcelona se recopilaron más de 4.100 firmas para llevar al pleno del Ayuntamiento la propuesta para acabar con el hermanamiento. La votación debía celebrarse este viernes, coincidiendo con el día internacional de la conmemoración de las víctimas del Holocausto, pero se ha acabado aplazando al 24 de febrero para evitar polémicas.
La cuestión israelí es un asunto complejo. Algunos partidos políticos y lobbies como el Israel-Spain Forum Alliance (ISFA) se han apresurado a calificar la propuesta como “antisemita”. Desde la plataforma Prou Complicitat aseguran que su campaña no es antisemita (odio a los judíos), sino antisionista (oposición al nacionalismo judío que defiende el asentamiento de un estado en tierras palestinas).
“Quien nos ataca tiene clarísima la diferencia entre antisemitismo y antisionismo, pero lo tergiversan para crear confusión. Apelar al antisemitismo y relacionarlo con el nazismo es una estrategia de Israel para desarticular cualquier crítica”, explica Alys Samson, miembro de Prou Complicitat.
“Antisemitismo es apoyar teorías conspiranoicas como que los judíos controlamos las finanzas mundiales, eso es una burrada racista. Pero el antisionismo es una crítica necesaria al colonialismo y la violación de derechos humanos”, resume Neiman, quien recuerda que “instrumentalizar” el antisemitismo es una “herramienta muy común de la extrema derecha”. Por eso, hay más de 40 entidades judías de todo el mundo que han firmado un comunicado en contra de equiparar antisionismo y antisemitismo.
Una votación ajustada
El debate en el Ayuntamiento de Barcelona sobre si acabar con el hermanamiento se prevé caldeado y de resultado incierto. Por un lado, Barcelona en Comú y la CUP (sin representación en el consistorio), ya se han adherido al manifiesto de Prou Complicitat para romper los lazos con Tel-Aviv. En el otro lado se encuentran Ciudadanos, Junts, PP y Valents, que han anunciado su disposición de votar en contra.
Con los posicionamientos confirmados a día de hoy, el 'sí' a la ruptura contaría con los 10 votos de los comuns y el 'no' tendría 12. La resolución quedará en manos de la decisión que tomen los 10 ediles de ERC y los 8 del PSC, partidos con los que la plataforma 'Prou Complicitat' está en conversaciones.
“Somos optimistas”, asegura Samson, quien apunta que su manifiesto cuenta con el apoyo de todos los sindicatos y de más de 100 asociaciones. “La Catalunya progresista está con nosotros”, asevera, recordando otras victorias recientes de la plataforma como la declaración del pasado junio del Parlament de Catalunya. Con ella, se convirtió en el primer legislativo europeo en reconocer públicamente que el sistema que aplica Israel en los territorios ocupados es contrario al derecho internacional y equivale al crimen de apartheid.
Esa votación fue promovida por Catalunya en Comú, ERC y la CUP y contó además con los votos favorables del PSC. Vox y el PP se abstuvieron y solo Junts votó en contra. “Con este precedente, sería muy raro que el fin del hermanamiento no saliera adelante, pero es un tema muy espinoso”, resume Samson. La votación del Parlament provocó una airada reacción de la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon, que la vinculó con una “obsesión antiisraelí”.
Activismo perseguido
Toda esta discusión se está dando en el marco de la conmemoración de las víctimas del Holocausto, un día que toca de cerca a judíos como Neiman. La jornada le lleva a recordar a los suyos, pero también “la importancia de garantizar derechos humanos y libertad universal”. Su manera de honrar a sus muertos fue convertirse en activista “contra la ocupación y el apartheid que Israel perpetra contra los territorios palestinos”.
El movimiento de boicot a Israel tiene apoyos alrededor del mundo, pero dentro del país las voces discordantes son pocas. A pesar de que cada vez hay más personas como Neiman, que se deciden a levantarse contra las “políticas opresoras”, siguen siendo pocos. “Muchos israelíes tienen problemas con sus familias, sufren aislamiento social y hasta pueden ser despedidos de sus trabajos si se conoce que son activistas”, explica este judío, quien sufrió en sus carnes una campaña de acoso a través de redes sociales.
Aún así, quita hierro al asunto y asegura que las consecuencias que puede sufrir él “no son nada” comparadas con lo que le puede pasar a un palestino. “A mí el gobierno no me arrestará ni me matará”, explica. “Yo, por muy contrario que sea a Israel, no dejo de ser un ciudadano del territorio opresor. Un privilegiado”, asegura.
Neiman insiste en que la oposición a las políticas israelíes se debe hacer desde fuera y pone el acento en romper lazos institucionales como el hermanamiento de Barcelona. En especial, porque se trata de un vínculo a tres bandas entre Tel-Aviv, Gaza y la capital catalana. “Es un insulto poner al mismo nivel a la víctima y al victimario”, asegura Neimar, que hace un llamamiento a la ciudadanía barcelonesa a hacer la misma oposición a Israel que se hizo “con el apartheid de Sudáfrica”.
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