¿Quién se ha llevado el dinero de JuicyFields? Los exsocios se acusan de estafar cientos de millones en cannabis
Son cientos de millones de dólares que han desaparecido de un día para otro. Pertenecían a miles de inversores de todo el mundo, muchos de ellos españoles, que confiaron en un proyecto de inversión en cannabis que, tal y cómo desveló este periódico, resultó ser un esquema piramidal. ¿Quién se ha fugado con todo el dinero?
Dos grupos de personas que estaban al frente de las tres sociedades que tenía JuicyFields –una en Suiza, una en Holanda y otra en Alemania– se acusan mutuamente de haberse quedado con todo el dinero, que podría superar los 800 millones de euros. Nadie parece decir la verdad y ambas facciones, a cada cuál más turbia, intentan convencer a los inversores de que ellos también son víctimas de la estafa.
A un lado está un grupo de empresarios vinculados a la nobleza alemana, liderado por los hermanos Stefan y Friedrich Von Luxburg. Son sobrinos del exembajador alemán en Argentina Karl Von Luxburg, presunto responsable de articular una red en América Latina para ayudar a los nazis huidos de Europa tras la Segunda Guerra Mundial. Este grupo controlaba las sociedades radicadas en Suiza y Holanda a través de un testaferro llamado Robert Michael Muller y están vinculados a una SICAV en Liechtenstein.
Al otro lado está un grupo de ciudadanos rusos, aunque la mayoría de ellos tiene pasaportes comunitarios o estadounidenses. Están dirigidos por un misterioso empresario llamado Victor Bitner y entre ellos se encuentra el antiguo CEO de la empresa, Alan Glanse. Este grupo manejaba la mercantil en Alemania y también tiene el control de las redes sociales de la empresa así como el de la página web donde se registraban los inversores y depositaban su dinero.
Las semanas previas al colapso
Durante la última semana, elDiario.es ha entrevistado a media docena de personas que trabajaron en JuicyFields. Algunos de ellos estuvieron en puestos de alta responsabilidad y otros fueron simples empleados o cargos intermedios. Todos ellos han accedido a comentar la situación bajo condición de anonimato porque, aseguran, también preparan acciones legales. Los propietarios de las distintas sociedades de la empresa no han respondido a los reiterados mensajes y llamadas de esta redacción.
Las fuentes consultadas describen como “confusas” las últimas semanas antes de que la empresa colapsara. Explican que todo se precipitó de golpe después de medio año de movimientos accionariales “extraños” y pactos frustrados entre los propietarios de las tres sociedades que contribuyeron a generar desconfianza entre ellos.
El sector comandado por los rusos sostiene, sin mostrar ninguna documentación, que los hermanos Von Luxburg intentaron quedarse con la mercantil alemana renombrando su empresa en Suiza y registrando una nueva compañía en Holanda.
El otro sector asegura, mostrando documentos, que los rusos les hicieron una oferta para comprar parte de una sociedad en su poder, en ese momento llamada Luxburg Carolath Holdings AG, debido a la vinculación de esta mercantil con una empresa de cannabis medicinal. Con la entrada de los rusos en el el 20% del accionariado, acuerdan renombrar la sociedad y llamarla JuicyFields AG. Afirman que, una vez tuvieron a los hermanos Von Luxburg en el entramado societario de JuicyFields, los rusos desaparecieron con el dinero y les cargaron las culpas a ellos.
Los problemas empezaron a hacerse evidentes con la publicación del reportaje de elDiario.es, el pasado 8 de mayo, en el que se alertaba de una posible estafa piramidal y se desvelaban aspectos controvertidos de la empresa. “El reportaje generó inquietud en la dirección y entre los empleados, pero nos dijeron que no nos preocupáramos”, señala una empleada.
La publicación coincidió con el crack del Bitcoin y demás criptomonedas como Ethereum, que perdieron en pocos días hasta el 30% de su valor. Buena parte de los fondos de JuicyFields estaban en estas divisas y los responsables de la compañía vieron cómo las reservas a través de las que se pagaban beneficios a los inversores se reducían drásticamente.
Además, a finales de mayo eran ya cinco los países cuyas autoridades investigaban a JuicyFields, según asegura un antiguo directivo consultado. A principios de junio el regulador alemán prohibió expresamente a la compañía operar en ese país.
Es en ese contexto en el que llega a la compañía un nuevo CEO, un empresario sudafricano del sector del cannabis llamado Williem Van der Merwe. No están claros los motivos de la dimisión del anterior Director General, Alan Glanse. Él aduce motivos de salud, si bien algunos empleados señalan las discrepancias con los propietarios de las sociedades en Suiza y Holanda. Glanse ha respondido a las llamadas y mensajes de este diario.
La intención al contratar a un nuevo Director General, en principio, es reconducir hacia la legalidad a la compañía –ya convertida en un gigante con cientos de millones de euros de sus inversores– y así poder cumplir con lo que le exigen los reguladores financieros europeos.
Van der Merwe se incorpora el 1 de junio y le bastan cinco días para constatar que JuicyFields huele a estafa piramidal. A pesar de ser el nuevo responsable de la empresa, no logra acceder a la base de datos con todos los inversores ni se le facilita el estado de las cuentas de la compañía, según confirman todos los entrevistados. Envía entonces un memorándum a los propietarios señalando todos los problemas que ve en la empresa.
El informe, al que ha tenido acceso elDiario.es, es demoledor. Van der Merwe denuncia la “total falta de transparencia” respecto a dónde va el dinero de los inversores. También constata que las plantas de cannabis en las que supuestamente invertían los clientes nunca han existido.
“Hasta la fecha, no he podido verificar ningún cultivador con el que JuicyFields afirmara tener acuerdos contractuales o del que estuviera adquiriendo plantas de cannabis”, señala el documento. Añade que los intereses que se pagan a los inversores son insostenibles y que las comisiones que se abonan a embajadores de la marca por traer a nuevos clientes –entre el 4 y el 11% del dinero invertido– son desmesuradas.
El informe de Van der Merwe, que no ha querido responder a las preguntas de este diario, recomienda establecer acuerdos reales con plantaciones de cannabis, reducir el número de altos cargos en la empresa, instaurar protocolos antiblanqueo para identificar debidamente a los clientes y dejar de venderse como un producto de inversión para alejarse del escrutinio de los reguladores financieros.
También propone, entre otros ajustes de funcionamiento, reuniones periódicas de la junta en Suiza y acabar con la “total falta de control” de la comunicación y de la estructura empresarial. “Me ha quedado claro que JuicyFields paga a mucha gente por no hacer nada más que dar vueltas por ahí y agotar los recursos”, señala el documento.
A partir de este punto las versiones difieren. Un sector sostiene que los hermanos Von Luxburg no quisieron aplicar las recomendaciones de Van der Merwe. El otro sector consultado señala que ya se había designado a otra persona, llamada Birgit Neuman, para reestructurar la empresa.
“Mi percepción es que la empresa no era viable si tenía que ser transparente y legal y se demoró la toma de cualquier decisión”, apunta una fuente neutral entre ambos bandos. “Mientras tanto, fueron vaciando la caja”.
El 7 de julio llega otro mazazo para la compañía: el BaFin, el regulador alemán, les impone una multa de un millón de euros por no haber retirado la web de JuicyFields de Alemania y seguir ofreciendo productos de inversión a pesar de que un mes antes se lo había prohibido expresamente. La sanción ha sido confirmada a este periódico por parte de esta entidad.
Al cabo de una semana, el grupo liderado por los hermanos Von Luxburg, siempre según su versión, descubre que, a pesar de controlar formalmente el conglomerado de empresas, no tienen acceso a las cuentas bancarias de JuicyFields en Chipre y Lituania, donde en principio van a parar las inversiones de los clientes que llegan vía transferencia bancaria. Es entonces cuando se personan en el banco de Chipre, relatan a los directivos de la entidad que no tienen el control de esa cuenta corriente y se bloquean las operaciones.
Los inversores a los que les tocaba cobrar esa semana no reciben su dinero y se encienden todas las alarmas. Empieza entonces la batalla entre los dos sectores para culpar al otro de la desaparición del dinero con todo tipo de comunicados engañosos y golpes bajos, mientras decenas de miles de inversores observan atónitos la pugna sin saber dónde está su dinero.
El 18 de julio los empleados envían un mensaje a todos los inversores. Muchos de ellos han sido durante meses la cara visible de la empresa y están recibiendo insultos y amenazas de los clientes indignados de JuicyFields.
“El equipo de soporte, el equipo de marketing y los responsables de las oficinas no han recibido instrucciones de los propietarios, ni comunicaciones, ni orientación”, señalan los trabajadores, que aseguran que muchos llevan desde junio sin cobrar. “Se desconoce cómo se hace ahora la gestión y el acceso, y así como por quién”, añaden.
Miles de movimientos en criptomonedas
El análisis de las carteras de criptomonedas donde los inversores depositaban su dinero muestra cómo, durante semanas, los responsables de JuicyFields (o una parte de ellos) vaciaron las cuentas de la compañía. Entre mayo y mediados de julio, cuando se hizo público el colapso, se retiraron de las cuentas de criptomonedas cientos de millones de euros.
La publicación del reportaje, la multa del BaFin y los primeros impagos a inversores a mediados de julio marcan algunos de los picos con mayores retiradas de efectivo desde las cuentas que la empresa facilitaba a los clientes para depositar su inversión en criptomonedas.
Una de las carteras pasó de 180 a 90 millones de dólares el mismo día en que el BaFin notificó la sanción (el 7 de julio). El 25 de julio se retiraron casi 30 millones más de esa cartera. Otra de las cuentas cripto de JuicyFields pasó de casi 6 millones de dólares el 19 de julio a tener unos pocos cientos de dólares el día después.
Rara vez estas carteras de criptomonedas, que solo tienen como identificador un largo código alfanumérico, están registradas con algún nombre y apellido real. Es posible seguir el rastro de algunas transacciones, pero no saber quién es el destinatario final.
Mientras, miles de españoles afectados se han sumado a demandas colectivas promovidas por media docena de bufetes de abogados. No se sabe quién ha hecho desaparecer todos los millones de JuicyFields, pero sí que el dinero difícilmente va a regresar.
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