Después de las acusaciones de delirar y actuar contra la democracia, Artur Mas ha querido frenar la espiral en la que estaba entrando la campaña catalana. Cambio de actitud convergente, que hasta ahora se sentía a gusto con el intercambio de golpes. Por eso el candidato de CiU rogó al PP que ponga fin “al grierío habitual, las salidas de tono, los improperios democracia” y pidió que algún día se dirija “de manera educada y respetuosa a la sociedad catalana”.
El president de la Generalitat recurrió a la ironía. Y su portavoz en el Gobierno, Francesc Homs, que ofreció la rueda de prensa habitual cada martes después de la reunión del ejecutivo catalán, puso la pedagogía. Homs denunció que todavía están pendientes de dictamen 15 recursos de inconstitucionalidad y 42 conflictos de competencias, algunos con fecha de 1999, y que ese retraso “afecta al autogobierno y condiciona la capacidad de la Generalitat a la hora de actuar”.
Mas lamentó la andanada que cada día envía el PP y exhortó al partido conservador a que respete la masiva manifestación de la Diada y el resultado de las urnas del próximo día 25. “No podrán decir que la gente va a votar bajo coacciones”, espetó Mas.
El cambio de estrategia de CiU en la campaña coincidió con la revelación de que el Govern centrará la campaña de internacionalización de Catalunya en la “marca Barcelona”, que según Mas, se vende mejor que incluso la marca España. ¡Cómo cambian los tiempos! Mientras Barcelona fue socialista, el gancho turístico de la ciudad fue anatema para los sucesivos gobiernos de Jordi Pujol. Pero con Trias, un político de otra época capza de admitir que el PSC dejó las cuentas de Barcelona saneadas, se abre una nueva etapa de colaboración entre los dos poderes públicos que comparten plaza en el corazón de la ciudad.
Los ejes de la acción “para orientarse económica y estratégicamente en el mundo” de la Generalitat, ha confirmado Mas, serán las cinco delegaciones abiertas en el extranjero que se salvaron de los recortes de hace un año (Berlín, París, Londres, Nueva York y Bruselas) y las 34 oficinas comerciales. Las coordenadas estratégicas serán convertir el Catalunya en el centro logístico del Mediterráneo y del sur de Europa e impulsar el Corredor del Mediterráneo ferroviario. Pero el modelo que va a prevalecer, según citó, será el de Barcelona World, el centro de parques temáticos y casinos que se quiere disimular con un proyecto de centro de reuniones de negocios.
Los partidos de izquierda ya bajaron algo la guardia, como si estuvieran velando la huelga general. Los socialistas ofrecieron una rueda de prensa matutina en la que su líder, Pere Navarro, fue poco convincente a la hora de explicar por qué apoyaba esta huelga contra el gobierno y no la de hace dos años contra el Ejecutivo de Zapatero. “No me acuerdo de qué hice”, intentó escabullirse sin éxito Pere Navarro.
El temor de Junqueras
Albert Rivera, el líder de Ciutadans, nunca baja la guardia y ayer asumió la denuncia maragallana del 3% y recordó, en pleno barrio del Carmel, donde a inicios del Tripartito se hundieron edificios por culpa de las obras del metro,a que Catalunya padece el expollio de la corrupción. Por su parte, Oriol Junqueras se mostró combativo por primera vez en campaña y expresó su temor de que Mas acaba “abaratando el sueño de la independencia” después de las elecciones.
El líder de ERC departió con la dirección del Hospital Clínic para interesarse sobre los proyectos de privatización que ha insinuado el Govern de CiU y, a la salida, aseguró que los republicanos eran la única garantía “para culminar el camino a la independencia” y, a la vez, “de una alternativa social y política a la que representa CiU”. Como invocó Joan Herrera, el candidato de ICV-EUiA, votar a CiU “es un pack” que incluye soberanía, recortes y “menosprecio” al sufrimiento social.
Pero las palabras de Junqueras son la primera vez en campaña que un partido soberanista pone en solfa que Artur Mas vaya a retractarse de su envite con España. Hace dos años, en la campaña triunfal del 2010, Artur Mas ya lanzó la idea de que si fallaba el pacto fiscal, por aquel entonces llamado sin rubor “concierto económico”, convocaría una consulta a los catalanes. El pasado 11-S le hizo ver que la consulta tenían que ser unas elecciones anticipadas, pero CiU no se ha apartado de su estrategia nacionalista.