El 85% de las mujeres con presencia en Internet en el mundo han sufrido, al menos una vez, violencia machista en el ámbito digital. Estos son datos de un informe de la UNESCO de 2019, en que se trataba una forma de violencia contra las mujeres que, según alertan, va en aumento.
El machismo ha encontrado en Internet un espacio donde ejercer las violencias clásicas (como insultos, amenazas o maltrato psicológico), pero también una herramienta para sofisticar el acoso, ya sea en forma de 'sextorsión' (chantaje basado en compartir imágenes de carácter erótico), compartición de datos o control de dispositivos tecnológicos sin consentimiento.
“Hablamos de violencias que afectan durante toda la vida y que tienen consecuencias económicas, psicológicas y relacionales. Pero, a pesar de esta prevalencia, no hay una estrategia clara sobre cómo afrontarlas ni datos al respecto”, se lamenta Laia Serra, abogada y experta en ciberfeminismo.
Por ello, diversas entidades como Alia, Donestech, Calala Fondo de Mujeres y la Universitat de Barcelona, conjuntamente con expertas como Laia Serra o la socióloga Alex Hache han creado FemBloc, una línea de atención a las ciberviolencias machistas, pionera en Catalunya y España.
Se trata de un servicio gratuito de asesoramiento a víctimas, que reciben apoyo psicológico, legal y digital para afrontar situaciones de acoso. Acompañadas por profesionales, las usuarias pueden consultar la mejor vía para emprender acciones legales contra sus agresores y también reciben asesoramiento sobre cómo proteger sus dispositivos y navegar con seguridad.
FemBloc, financiado con fondos europeos, se crea para dar respuesta a una forma de violencia que “evoluciona a un velocidad frenética y a la que, muchas veces, la legislación no puede seguir el ritmo”, explica Serra. Tal como apunta la abogada, no hay una vía definida sobre cómo abordar estos acosos ante un tribunal y se lamenta de que las legislaciones todavía no hayan contemplado esta forma de violencia. Por eso, y en esta línea, ha alabado la ley catalana contra las violencias machistas, en cuya reforma en 2020 fue pionera en incluir el acoso digital.
Pero la responsabilidad, tal como denuncian desde FemBloc, no es sólo de las administraciones, sino que gran parte de la culpa es de las grandes empresas tecnológicas. “Son responsables de la impunidad de las violencias digitales”, expone Serra. Sólo la mitad de denuncias por ciberacoso prospera debido a la baja ratio de colaboración de las 'bigtech' con el sistema judicial.
“No hay ninguna legislación que les obligue a conservar las pruebas del acoso y, en muchos casos, cuando una publicación o mensaje es borrado y bloqueado, simplemente desaparece de sus archivos”, explica Alex Hache, quien se lamenta de que los únicos avances en la protección de las mujeres en entornos digitales ha venido después de grandes polémicas y cuando las empresas tienen pérdidas económicas. “El botón de denunciar contenido no fue una iniciativa propia, sino que fue fruto de la lucha de entidades feministas”, recuerda.
El vínculo “inseparable” entre violencia digital y económica
La línea de atención de FemBloc ha realizado un proyecto piloto de 14 semanas durante la primavera de 2022 y ahora vuelve a estar abierto al público tanto por Whatsapp, Telegram, Signal o mail. Durante esos tres meses, atendieron a 43 mujeres de entre 16 y 71 años.
De hecho, una de los resultados que más sorprendió a las responsables de la línea es que, lejos de lo que pensaban, el 42% de las atendidas tenían entre 36 y 61 años y llegaron a atender tres casos de más edad. “Solemos pensar que las violencias digitales son cosa de jóvenes y olvidamos a las mujeres mayores, pero nos damos cuenta de que hablamos de acosos que duran toda la vida”, apunta Eva Cruells, miembro de la asociación Alia.
Otro de los datos recogidos de esta prueba piloto es que se han detectado cuatro grandes tipos de violencia. La que se da en el marco de la pareja o expareja, sobre todo en forma de control de dispositivos; la violencia sexual en ámbito digital (compartición de imánes de contenido erótico sin consentimiento); el acoso online, basado en amenazas u hostigamiento; y las violencias que usan herramientas digitales para espiar o censurar a la víctima.
Precisamente la censura y las limitaciones a la hora de participar en espacios digitales es uno de los problemas que más preocupan a las promotoras de FemBloc. Según estudios previos, el 48% de periodistas y el 52% de políticas han recibido acoso digital. Eso hace que estas violencias afecten especialmente a mujeres que son figuras reconocidas y cuyo ejercicio profesional se basa en su presencia en la esfera pública.
A raíz de recibir acoso, muchas víctimas reconocen haber dejado de participar en redes y otros espacios, con lo cual su carrera profesional y sus ingresos se han visto reducidos. Según los datos recogidos en la prueba piloto, así como el 75% de mujeres atendidas sufrieron daño psicológico, el 42% también refirió pérdidas económicas derivadas del acoso sufrido. Además, el 39% aseguró que sus relaciones sociales se vieron afectadas debido a rebajar su presencia en Internet.
Aunque Internet es un espacio abierto tanto a hombres como mujeres, son ellas las que sufren en mayor proporción el acoso digital, debido a que Internet es un lugar donde “las violencias machistas se extienden”, apunta Serra. Por eso, desde FemBloc demandan que haya un mayor acceso de las mujeres en los espacios decisorios de las empresas tecnológicas, así como que la legislación y las administraciones aumenten la presión hacia la industria.