Son 16 ya los feminicidios oficiales en lo poco que llevamos de año. Asesinadas por el hecho de ser mujeres, asesinatos machistas. Desgraciadamente, vamos incorporando estas cifras a nuestra normalidad mediática y también los rituales que de ellas se derivan. Cada vez que hay un asesinato, llegan los minutos de silencio, los tuits políticamente correctos y las declaraciones de buenas intenciones políticas. Lo que no hay son cuestionamientos estructurales de lo que se está haciendo. Para forzarlos, hace dos semanas que un grupo de mujeres valientes y hartas ha decidido hacer una huelga de hambre en la Puerta del Sol de Madrid. Proponen y esperan cambios y marcos de actuación concretos.
Yo las vi el pasado viernes. Estaban cansadas, enfermas, pero con fuerza y las ideas claras. Les pregunté qué era lo más importante de conseguir y me dijeron que un Pacto de Estado contra la violencia machista, “un pacto de consenso entre todos los partidos políticos, para que la violencia machista no sirva de excusa para enfrentamientos partidistas”. Llevan más de dos semanas allí y todavía no han recibido respuesta política.
La propuesta que hace Ve la Luz, la organización gallega que lleva a cabo la protesta, se plasma en un manifiesto, que revisa las políticas que deben afrontar las violencias machistas. El texto recoge aspectos que debería incluir la ley contra la violencia machista estatal para ser más completa, carencias en el despliegue actual de la ley y también −un aspecto que considero especialmente relevante− las prácticas más habituales en la implementación de la ley por parte de diferentes organismos que intervienen.
Las 25 medidas exudan la necesidad de un pacto estatal que, reclaman, coloque la lucha contra las violencias machistas al frente de las prioridades del ejecutivo. Porque aún no está allí. Desde el 2010, la dotación presupuestaria de las políticas que tienen que responder a la violencia machista se ha reducido en más de seis millones de euros. El Gobierno alega que ha incrementado las ayudas y la atención social a mujeres que sufren violencia. Esto no es suficiente, porque la acción pública no está consiguiendo frenar los feminicidios. Esto debe entenderse.
Se trata de una situación urgente, y extremadamente importante (a las mujeres, nos va la vida), que requiere recursos económicos que permitan poner en marcha las acciones para conseguir transmitir a la sociedad que la violencia machista no será tolerada. Un mensaje que requiere medidas en varios ámbitos de acción pública.
Entre las medidas que propone el manifiesto de Ve la Luz, encontramos algunas que apuntan directamente en la carencia de recursos, como por ejemplo la número 20: Dotación inmediata de medios/personal especializado y grupos específicos en los cuerpos policiales las 24 horas del día y los 365 días del año. Es importante denunciar que esta no es la realidad actual, a pesar de que las mujeres pueden ser agredidas en cualquier momento del día o de la noche. Se han creado algunas unidades especializadas en los cuerpos de seguridad, pero no cubren ni todos los territorios del Estado ni todo el tiempo. ¿Estamos diciendo, así, que no es tolerable la violencia machista bajo ninguna circunstancia? ¿Estamos entendiendo la dimensión del fenómeno? Es necesario que estas medidas sean de protección hacia las mujeres, pero también disuasivas socialmente.
Hay otro paquete de medidas propuestas centradas en los niños y niñas. Una de las que reclama el colectivo es la siguiente: Ante indicios de violencia de género no podrá ser aplicable el incumplimiento de deberes familiares ni la Custodia Compartida. Las mujeres víctimas de violencia de género se presentan a juicios penales directamente, tras lo intento de proteger a sus hijos/as y/o ante la negativa de estos a relacionarse con el maltratador, llegando en muchos casos a pagar más condena que sus maltratadores. El cese de la obligación que se impone a los menores a relacionarse con el maltratador. ¿Cómo podemos seguir planteándonos que un agresor puede ser un buen padre? ¿Por qué esta sacralización de la figura paterna?
Es importante visibilizar a los hijos e hijas como víctimas directas de la violencia machista y que, a menudo (para no decir siempre), los agresores los instrumentalizan para hacer daño a las mujeres. Tradicionalmente, desde la perspectiva legal, se ha puesto el interés parental por encima del interés de los menores, un signo más del sistema patriarcal que impera en nuestra sociedad. El manifiesto de Ve la Luz pone de relevo la necesidad de transformar la perspectiva. En este caso, los recursos económicos serían fundamentales para formar y sensibilizar las instancias (personas) que aplican la ley.
Encontramos otras medidas propuestas que hacen referencia al deficitario o incorrecto despliegue de la llamada ley integral de medidas contra la violencia de género, debido a la ideología subyacente en quienes la aplican, como por ejemplo: El estado se asegurará de que ninguna mujer o menor pueda ser sometida a mediación cono su agresor bajo ningún concepto, contraviniendo la Ley Integral. La ley estatal del 2004 fue un gran adelanto conceptual y político en su momento, pero requiere una ampliación y diversificación del concepto de violencia machista y sus manifestaciones, como se ha planteado en la ley catalana contra la violencia machista.
A pesar de esto, la ley del 2004 dejaba claros algunos aspectos esenciales en la conceptualización de la violencia machista y uno de ellos era la no adecuación de los procesos de mediación entre la mujer en situación de violencia machista y el agresor. Tal como nombra la medida propuesta por el manifiesto de Ve la Luz, esta cuestión no está siendo respetada siempre. Por enésima, vez ¿hay que recordar que la violencia machista no es un conflicto entre dos personas en igualdad de condiciones? ¿Hay que volver a decir que existe un abuso de poder en estas relaciones que hace imposible asumirlo desde la mediación? ¿Por qué si ya lo reconoce la ley?
Lo que hay detrás de todas las demandas propuestas en el manifiesto de Ve la Luz tiene que ver con el modelo patriarcal en qué (sobre)vivimos, donde la violencia no está dimensionada ni entendida en profundidad. Falta mejorar y ampliar leyes y mejorar el despliegue de las que hay vigentes. La única manera de transmitir que la gravedad del escenario se toma con seriedad es ampliar los recursos existentes para combatir las violencia contra las mujeres. Es este el indicador del compromiso político.
El ejecutivo decía recientemente que “lo que hace falta no es más dinero, sino más educación y sensibilidad social? ¿Cómo creen que se consigue más educación y sensibilización? ¿Cómo creen que se podrían formar y transformar las instancias judiciales para cambiar las prácticas? Dejémonos de minutos de silencio cosméticos. No cubren las carencias en prevención ni protegen las vidas de las mujeres. Como clama y exige la huelga de hambre de las mujeres de Ve la Luz, urge uno Pacto de Estado contra las Violencias Machistas. Y lo queremos ya.