Los últimos meses se ha hablado mucho de la unión de los dos tramos del tranvía, una propuesta presente en el programa de Barcelona en Comú para mejorar la movilidad y disminuir la contaminación atmosférica en la ciudad. Desde el Ayuntamiento se ha trabajado bastante en el tema, consiguiendo el apoyo explícito de Artur Mas primero, y del presidente Puigdemont después. Estos apoyos son bastante trascendentes, teniendo en cuenta que CiU tradicionalmente se ha posicionado en contra de esta solución.
Y he aquí que toda la oposición municipal a excepción de la CUP, a quien no invitaron, ha firmado un manifiesto en el que piden rigor a la alcaldesa, poniendo en duda el coste del proyecto y priorizando la línea 10 del metro y el bus eléctrico. En el manifiesto se «reafirma la necesidad de unir los dos tranvías pero hay que estudiar y evaluar todas las alternativas posibles, incluyendo también la opción del bus eléctrico.» También remarcan la falta de consenso, a pesar del acuerdo entre los dos principales administraciones. La realidad es que los dos proyectos son prioritarios y se quieren llevar a cabo. No se trata de uno u otro.
De la rueda de prensa de presentación del manifiesto destaca una intervención de Alfred Bosch, de ERC: «Ponemos el metro por delante de todo. No habrá presupuestos si no hay metro ». El caso es que la línea 10 es el primer punto del acuerdo (que incluye el tranvía) al que llegaron la alcaldesa y el presidente de la Generalitat, y por tanto provoca cierto estupor esta justificación.
El otro argumento, y creo que el trasfondo de esta escenificación, es que los partidos de la oposición suman 27 concejales/as por 11 del gobierno. Obviamente no les gusta que el Ayuntamiento tome la iniciativa, y ni siquiera esperan a ver el resultado de los diferentes informes encargados y que se publicarán en breve, para lanzarse a la carga.
¿Pero es sólo eso lo que les preocupa? Los argumentos económicos y técnicos que presentan no se sostienen. El coste de un km de tranvía (y estamos hablando de hacer 3,5km) es mucho más bajo que el coste de un km de metro, como dice uno de los informes, el de la Plataforma por el Transporte Público, presentado en noviembre pasado, donde también se afirma que el proyecto supone ahorrar 2 millones al año en gastos de explotación. La capacidad de transporte de un tranvía triplica la del bus, presenta mayor frecuencia de paso, y como no tiene que compartir carril con taxis ni buses la velocidad media es constante, lo que potencialmente mejora la movilidad de los usuarios.
Tampoco, como algunos argumentan, se pretende eliminar del todo los buses, sino que se trata de reubicarlos dentro de la red ortogonal y por lo tanto no hay pérdida de puestos de trabajo. Además el proyecto significa unir con una sola infraestructura 9 municipios del AMB, desde Badalona a Sant Just Desvern. El consumo de energía es otro factor capital. El bajo rozamiento de rueda y raíl hace que los consumos sean menores que el del bus eléctrico. Y por supuesto, la combinación de la reducción de buses y vehículos privados por la Diagonal que se espera se produzca, reduciría mucho las emisiones de gases contaminantes, colaborando a reducir la contaminación atmosférica y las 3500 muertes al año (unas 10 al día, poca broma) que se producen en el AMB por causa de la contaminación.
Por lo tanto no se entiende este manifiesto sino es por intereses políticos partidistas. Seguramente la aprobación de los presupuestos, tal y como se desprende de la declaración del Sr. Bosch, y las negociaciones para incorporar a otros grupos al gobierno municipal están detrás de esta estrategia, que una vez más prioriza los intereses particulares a los intereses comunes. Por lo tanto habría que pedir a los partidos firmantes el mismo rigor y responsabilidad que ellos piden a la alcaldesa, pues aquí nos jugamos la salud y el bienestar de toda la ciudadanía.
Como dato final, hay más de 10 propuestas al respecto en la web decidim.barcelona, sumando bastantes apoyos populares.
El proyecto del tranvía no es un capricho, es una necesidad demandada por la ciudadanía. Y un paso muy importante para conseguir una ciudad más respirable.