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Cuando uno se mueve, el otro ya no está en el mismo lugar. Esta ley física sirve también en el mundo de la política. Y en Catalunya, en los últimos tiempos, los cambios han sido de vértigo, empezando por la federación que sustenta al gobierno de la Generalitat. En la próxima campaña electoral CiU apuesta sin tapujos por un referéndum que abre las puertas a la creación de un Estado propio. Después de dos años de dejarse querer -en Catalunya y en España- el PP no sólo se demarca de la deriva soberanista de CiU sino que hace frente a sus aliados (todavía en la Diputación de Barcelona o en TV3) con una Alicia Sánchez-Camacho convertida en la Juana de Arco del nacionalismo español. Los socialistas, a trancas y barrancas, han incluido el derecho a decidir en la propuesta de reforma constitucional subrayando su propuesta federalista. Por otra parte, la nueva ERC reniega de los gobiernos catalanistas y de izquierdas y se ofrece a CiU para declarar la independencia al día siguiente de las elecciones. ICV-EUiA navega tranquila en el mar soberanista agrupando a federalistas e independentistas, Ciudadanos lanza con fuerza la red para pescar en el caladero socialista y Solidaridad para la Independencia hace aguas tras quedarse sin bandera y, sobre todo, sin el grumete Laporta. Finalmente, sólo se vislumbran en el horizonte las velas de las CUP con pedigrí independentista y de izquierdas.
CiU aspira a la mayoría absoluta, sin la cual el liderazgo de Artur Mas quedaría en entredicho y el famoso referéndum, a las calendas griegas. El ex president Jordi Pujol ya lo ha dicho alto y claro: si CiU no consigue la mayoría absoluta, no se nos respetará en España y en Europa. “Catalonia is not CiU”, le recuerdan los de Iniciativa. Así pues, lo que se trata no es de conseguir una mayoría soberanista de dos tercios o incluso una mayoría de los tres cuartos por el derecho a decidir (con el PSC, incluido) sino de barrer hacia la 'Casa Gran' de CiU . Al contrario, el candidato Mas debería comprometerse públicamente a la realización de un referéndum más allá de los resultados de CiU.
El presidente Mas apela a la democracia para que los catalanes ejerzan el derecho a decidir sobre el Estado propio pero disimula, si no lo niega, cuando quiere asegurarse los mercados. Los recortes espoleados por el gobierno de CiU (con el apoyo del PP) son de trasfondo ideológico más que económico. ¿Europa o España han decidido aumentar las tasas de los universitarios catalanes un 66%? En este sentido, la huelga general, puede levantar la camisa a CiU y enseñar las vergüenzas que el gobierno quiere tapar con la bandera estelada.
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Cuando uno se mueve, el otro ya no está en el mismo lugar. Esta ley física sirve también en el mundo de la política. Y en Catalunya, en los últimos tiempos, los cambios han sido de vértigo, empezando por la federación que sustenta al gobierno de la Generalitat. En la próxima campaña electoral CiU apuesta sin tapujos por un referéndum que abre las puertas a la creación de un Estado propio. Después de dos años de dejarse querer -en Catalunya y en España- el PP no sólo se demarca de la deriva soberanista de CiU sino que hace frente a sus aliados (todavía en la Diputación de Barcelona o en TV3) con una Alicia Sánchez-Camacho convertida en la Juana de Arco del nacionalismo español. Los socialistas, a trancas y barrancas, han incluido el derecho a decidir en la propuesta de reforma constitucional subrayando su propuesta federalista. Por otra parte, la nueva ERC reniega de los gobiernos catalanistas y de izquierdas y se ofrece a CiU para declarar la independencia al día siguiente de las elecciones. ICV-EUiA navega tranquila en el mar soberanista agrupando a federalistas e independentistas, Ciudadanos lanza con fuerza la red para pescar en el caladero socialista y Solidaridad para la Independencia hace aguas tras quedarse sin bandera y, sobre todo, sin el grumete Laporta. Finalmente, sólo se vislumbran en el horizonte las velas de las CUP con pedigrí independentista y de izquierdas.