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Owen Jones desenmascara (también) a Artur Mas

Albano-Dante Fachín

Diputado de Catalunya Sí Que Es Pot por Podem en el Parlament de Catalunya —

El pasado domingo, gracias al programa Salvados, decenas de miles de personas descubrieron a Owen Jones, un escritor brillante y un analista político que está revolucionando –a pesar de su juventud– el panorama del pensamiento progresista inglés y, por extensión, el panorama político europeo en su conjunto. Y lo está haciendo gracias a un profundo retrato de los mecanismos del poder financiero para imponer su agenda. Un retrato que había hecho muchas veces pero que Jones vuelve a poner sobre la mesa con una capacidad descriptiva extraordinaria.

Un retrato que se centra en una Inglaterra pionera en la “revolución conservadora” que inició Margaret Thatcher a principios de los 80 pero que aún hoy continúa extendiéndose y consolidándose en todo el mundo. Por eso el análisis de Owen Jones sobre la estructura del poder en Inglaterra –y sus brutales consecuencias para la gente común– es tremendamente útil en cualquier rincón de Europa, incluido este rincón que se llama Catalunya.

Hoy, cuando en Catalunya se pone sobre la mesa la posibilidad de construir un “nuevo estado” o incluso la idea de poner en marcha un “proceso constituyente” para decidir qué tipo de sociedad queremos construir, es imprescindible estar atentos a las propuestas que nos ponen sobre la mesa. En su último libro El Establishment, la casta al desnudo, Jones explica la estructura de poder que desde hace más de 30 años está arrasando derechos, libertades y bienestar a millones y millones de ciudadanos británicos: medios de comunicación, élites financieras, policía y partidos políticos convertidos en correas de transmisión de los intereses de unos pocos, forman este retrato de un stato quo que cae de forma brutal sobre británicos, europeos y, en general, sobre los ciudadanos de todo el mundo globalizado... También los catalanes.

Una lectura detenida del capítulo 6 del libro –“Magnates y defraudadores fiscales”– nos da pistas para entender algunas variables de lo que está pasando en la política catalana. Ya dicen que a veces desde fuera las cosas se ven con más claridad. Así un capítulo de un libro escrito por un joven inglés sobre su viejo país nos da muchas pistas sobre el nuevo país del que habla Artur Mas.

¡Una hacienda catalana! ¡Viva!

Una hacienda catalana! Viva!El 27 de julio Mas presentó los fundamentos de “la hacienda de la Catalunya independiente”. El anuncio sirvió para que el presidente pusiera sobre la mesa todo el arsenal de la épica con que la derecha catalana envuelve su discurso: “el intento más serio de los últimos tres siglos”, “estamos preparados”, “ la gran oportunidad para construir algo mejor”, “tenemos ideas, tenemos talento y tenemos personas” dijo rodeado de los “expertos” que parieron el plan y de una nutrida claque convergente, con la destacada presencia del consejero de Economía, Andreu Mas-Colell.

Los medios de comunicación privados “próximos” a Convergència lo aplaudieron sin rodeos. “Hacienda: propia y ambiciosa” (El Punt Avui). Los medios públicos, por su parte, se limitaron a reproducir acrítica y vergonzosamente las ideas de la nota de prensa facilitada por el gobierno donde la idea central fue la de la “modernidad” de la hacienda catalana en contraposición al “obsoleto” sistema español. Una modernidad que tiene como punto más característico el paso “de un modelo de control y vigilancia a un modelo de confianza en la buena fe de los ciudadanos”. Para terminar de dar “modernidad” al asunto, el Govern explicó que “el modelo se inspira en países avanzados como Australia o Suecia”. Curiosamente, ningún periodista y ningún medio de comunicación se preocupó por enterarse de que este modelo tan moderno hace años que funciona en Inglaterra. Y aquí es donde entra Owen Jones y desmonta el montaje del señor Mas.

Una de las cosas que ocultaron TV3 y Catalunya Ràdio a sus espectadores y oyentes es la identidad de los “expertos” que habían asesorado a Artur Mas para hacer su moderna Hacienda. Alguien fue lo suficientemente listo como para ver que no era una muy buena carta de presentación informar a los catalanes que la Generalitat había encargado el diseño del modelo tributario catalán a firmas como PWC, Deloitte o KMPG, implicadas en gravísimos escándalos de evasión y elusión fiscal en escala industrial (LINK). Owen Jones ha retratado estos “expertos” con mucha claridad:

“Estas empresas son representantes de algunas de las peores mentalidades y prácticas del establishment británico: la ansia incansable de concentrar riqueza en pocas manos, la erosión de las barreras entre los intereses privados y el Estado y un rechazo ideológico de este último, que utiliza para justificar la negativa a contribuir a mantener sus servicios y sus funciones básicas”.

Esta “erosión” llega a todos los ámbitos donde está presente el estado: sanidad, educación, gestión de datos, servicios sociales, etc. Todo ello es para ellos un estorbo, tal y como se puede ver en sus informes anuales, donde cargan sistemáticamente contra todo aquello que haga hedor de público. Pero no contentos con ello, estas consultoras han iniciado hace tiempo una batalla a nivel global para ir a la misma “placa base” del sistema social: la fiscalidad, base de toda política redistributiva, es su principal objetivo.

“Las empresas de contabilidad –explica Owen Jones– ayudan a redactar las leyes fiscales y luego asesoran a sus clientes para que puedan eludir las (...) al socavar la legitimidad de la ley y al fusionarse con la maquinaria misma del Estado, la élite adinerada que no paga impuestos supone una amenaza real a la democracia. Y en el centro de esta conspiración están dichas cuatro grandes firmas de contabilidad: Ernst & Young, PWC, Deloitte y KPMG”

Estos son los “expertos” contratados por Artur Mas para definir el modelo de fiscalidad del “nuevo país”.

La confianza da asco

La confianza da ascoComo decíamos, el modelo de Hacienda catalana fue publicidad como el súmmum de la modernidad. Según la web de Presidencia de la Generalitat de Catalunya la Hacienda catalana “prioriza la cooperación con el contribuyente por delante del control y el castigo”. Arriba, bien grande: “cooperación y confianza”. Parece que la idea es “colaborar” con los contribuyentes en vez de perseguirlos. Y aquí es donde deberían saltar todas las alarmas. En primer lugar, porque el uso genérico de la palabra “contribuyente” es perverso: no es lo mismo el asalariado, el autónomo o pequeño empresario que la gran multinacional. Todos somos “contribuyentes” pero la capacidad de relacionarnos con la administración no es la misma.

Así, la capacidad de “colaborar” con Hacienda de un asalariado se resume básicamente en callar y pagar lo que le toca. En cambio, si hablamos de una gran multinacional, la cosa cambia. Nos explica Owen Jones:

“Los ricos pueden contratar un ejército de contables (consultoras) y abogados para evitar pagar la cifra de impuestos que les manda la legislación. (...) Las empresas de contabilidad ayudan a redactar las leyes fiscales y luego asesoran a sus clientes para que puedan eludirlas”

Mas, pues, encarga el diseño de las normas de la Hacienda catalana a las mismas consultoras que luego ayudan a las empresas a saltarse estas mismas normas.

“En lugar de limitarse a proporcionar asesoramiento técnico y objetivo –explica Jones– las grandes consultoras utilizan esta información para encontrar la manera de que sus clientes puedan abrirse paso entre la legislación... y esto representa un manifiesto conflicto de intereses”

Un conflicto de intereses que los periodistas de nuestro país pasaron totalmente por alto.

“Esta manera de trabajar lleva a los contables de las grandes empresas al corazón mismo del poder, donde obtienen toneladas de información sobre la naturaleza de las leyes fiscales británicas; esto les da una ventaja enorme a la hora de decir a sus clientes como pueden eludir esta legislación (...) Cuando la Comisión de Investigación del fraude fiscal del Parlamento de Inglaterra los interrogó KPMG (una de las empresas diseñadoras de la hacienda catalana) también admitió que quizá existiera la percepción de que la gran empresa, a través de sus relaciones con las grandes firmas de contabilidad, tenía un acceso privilegiado al diseño y la implantación de políticas fiscales que la pequeña empresa no tiene. Más claro, el agua”

Y continúa Jones:

“Después de que la coalición (gobierno formado por conservadores y liberales) llegara al poder en 2010, KPMG transfirió personal a Hacienda con la misión de elaborar normas relativas al ”control de sucursales extranjeras“ y los ”incentivos fiscales a la innovación“. Después de ofrecer esta asesoría a Hacienda, KPMG imprimió una serie de duendes sobre estas normas donde se jactaban de su papel de asesora del gobierno”

Resumiendo, el Parlamento inglés llegó a la preocupante conclusión de que “las cuatro empresas parecen utilizar el conocimiento privilegiado de la legislación para venderle a los clientes servicios de asesoría enfocados a utilizar la legislación (que ellos mismos diseñaban) para pagar menos impuestos”. Tres de estas cuatro empresas son las que han diseñado la Hacienda de Artur Mas.

El inspector del Departamento de Ingresos y Aranceles del Reino Unido, Richard Brooks, resume la situación:

“Las actitudes cambiaron de verdad a partir de los años noventa. La mentalidad en el Departamento pasó del típico escepticismo que esperas de un organismo regulador y de investigación a una actitud de confianza implícita. El Departamento basaba su trato con las grandes empresas en la confianza, al crear una sociedad, una relación empresarial donde, en vez de inspectores, había ”managers de relaciones con el cliente (...) En definitiva, se trataba de creerte lo que te dijeran (...) Si cuestionabas todo esto te trataban de dinosaurio, de enemigo de la modernización“.

Nos habla la nueva Hacienda catalana de “cooperación y confianza”. Hoy, en plena construcción del “nuevo país” convergente, las políticas a medida del gran poder financiero se nos presentan como el colmo de la modernidad y la construcción de un estado subyugado a las élites económicas, se disfraza de “soberanía” y la claudicación de la administración ante el poderoso se vende como “confianza”. En Inglaterra hace años que saben lo que significa esa confianza y Owen Jones lo explica con claridad. En nuestras tierras hace mucho que sabemos que muchas veces “la confianza da asco”, sobre todo cuando se nos pide que confiemos en evasores fiscales a escala industrial. Un país muy viejo.

PD: Puede que alguien caiga en la tentación de pensar que todo es un abstruso combate dialéctico sobre la naturaleza de los sistemas fiscales. Pero sus efectos son bien palpables. Jones nos cuenta como esta trama fiscal permitió a Vodafone –que tenía que pagar 6.000 millones de euros en impuestos– terminar pagando 1.250 millones gracias a un “acuerdo extrajudicial”.

“Como el caso se eternizaba, el director del Departamento de Aranceles, Dave Hartnett, trasladó el caso un departamento más flexible. Al final emitió una factura por ochocientos millones cuatrocientos cincuenta millones a pagar en un lustro. Una decisión que se tomó sin consultar para nada a los fiscales del Departamento de Aranceles ni especialistas en legislación fiscal”.

Así está la cosa...

El pasado domingo, gracias al programa Salvados, decenas de miles de personas descubrieron a Owen Jones, un escritor brillante y un analista político que está revolucionando –a pesar de su juventud– el panorama del pensamiento progresista inglés y, por extensión, el panorama político europeo en su conjunto. Y lo está haciendo gracias a un profundo retrato de los mecanismos del poder financiero para imponer su agenda. Un retrato que había hecho muchas veces pero que Jones vuelve a poner sobre la mesa con una capacidad descriptiva extraordinaria.

Un retrato que se centra en una Inglaterra pionera en la “revolución conservadora” que inició Margaret Thatcher a principios de los 80 pero que aún hoy continúa extendiéndose y consolidándose en todo el mundo. Por eso el análisis de Owen Jones sobre la estructura del poder en Inglaterra –y sus brutales consecuencias para la gente común– es tremendamente útil en cualquier rincón de Europa, incluido este rincón que se llama Catalunya.