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Cuando un periodista se convierte en protagonista de una información se rompe el esquema comunicativo habitual. Si la información en cuestión es la lista de las 169 investigaciones “más calientes” de la agencia Método 3, es aún más chocante que un periodista aparezca. Eso es lo que me ha pasado.
Al ver que el dossier número 44 corresponde a una investigación sobre Antoni Fuentes por filtraciones de información confidencial publicadas en 'El Periódico de Catalunya' sobre Seat, la primera reacción, tanto la mía como la de los colegas que me han mostrado su apoyo, es de incredulidad, pero después va apareciendo la indignación. Me he visto involucrado en un asunto tan turbio como el culebrón de las escuchas presuntamente ilegales a dirigentes políticos porque Método 3 también me espió con el objetivo de buscar unos supuestos topos en Seat que me pasan información.
Por supuesto que me reservo las acciones legales que considere oportunas para defenderme y exigir responsabilidades ante una actuación que pueda ser considerada como delictiva por haber interferido en mi intimidad y haber atentado contra mi trabajo. Por eso ahora es necesaria más que nunca la máxima transparencia para conocer el contenido de estos informes, para saber si incluyeron actos ilegales como grabaciones de conversaciones o pinchazos de teléfonos y, muy importante, quien encargó la investigación.
Sin prejuzgar en qué despachos ni qué aprendices de Maquiavelo idearon empotrarme unos detectives, la empresa implicada en este dossier, Seat y el Grupo Volkswagen, harían bien en iniciar una investigación interna para saber si alguien de la compañía encargó a Método 3 espiar a un periodista. También está en juego la imagen pública y la reputación de la empresa.
El dossier 44 es también una muestra de la filosofía del todo vale para contrarrestar o anular rivales o personajes incómodos que están presente en el 'Método3gate'. En nuestro sistema democrático, solamente un juez puede exigir a un periodista que revele sus fuentes, aunque este se puede negar y optar por mantener la inviolabilidad de uno de los pilares del periodismo asumiendo las consecuencias.
La investigación encargada a Método 3 pretendía saltarse este principio y hacer salir el topo o los topos de la madriguera. Lo que me deja más tranquilo es que los topos siguen en sus madrigueras porque la investigación fracasó.
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Cuando un periodista se convierte en protagonista de una información se rompe el esquema comunicativo habitual. Si la información en cuestión es la lista de las 169 investigaciones “más calientes” de la agencia Método 3, es aún más chocante que un periodista aparezca. Eso es lo que me ha pasado.