Solo he encontrado una forma de consolarme del desastre del FC Barcelona ante el París Saint Germain en la Champions: recordar que el fútbol en general se ha visto saqueado los últimos años por las grandes potencias del mercantilismo, convertido en un producto de alta rentabilidad (publicitaria, inmobiliaria, televisiva) y amputado de la condición de referente sentimental que siempre tuvo para cada masa de seguidores. El consuelo puede que sea magro, pero a algún clavo ardiente tenemos que aferrarnos mientras no vuelvan los días de gloria.
El ex jugador y entrenador argentino Ángel Cappa acaba de publicar en la editorial española Akal, conjuntamente con su hija periodista María Cappa, el libro También nos roban el fútbol. Apasionante, documentadísimo, implacable.
No se distingue por la amenidad de su prosa ni por la capacidad de síntesis, sin embargo la mina de datos objetivos aportados dibuja un informe demoledor sobre los intereses legales o ilegales, morales o inmorales, que han determinado la evolución del negocio del fútbol hasta hoy mismo, tanto a nivel local como global, privatizado por las televisiones de pago, infiltrado por la corrupción y globalizado por el neoliberalismo rampante.
Los autores son argentinos y el primer país exportador del mundo de jugadores de fútbol es Argentina, aunque el libro también está minuciosamente informado sobre el fútbol español y catalán de los últimos años. Argentina, vale la pena señalarlo, también ha sido un destacado productor de periodistas deportivos de investigación.
Citan, lógicamente, el ensayo indispensable de Manuel Vázquez Montalbán Fútbol. Una religión en busca de un dios, publicado en Barcelona el 2005, dos años después de su muerte, como recopilación de artículos que escribió sobre la materia, con la lucidez y el gancho habituales. Advertía Manolo el Empecinado: “Cada vez se acerca más a la condición de droga de diseño. Los clubes se remodelan según los cánones de los poderosos centros financieros y mediáticos”.
Los ejemplos que el libro documenta con lujo de detalles se refieren a todo el abanico de sectores implicados en el fútbol, los cuales van mucho más allá de la pelota y casi prescinden de ella. Por poner un ejemplo, escriben: “El balance económico de los clubes elaborado por el Consejo Superior de Deportes para la temporada 2013-2014 señala que los equipos de primera y segunda división registraron 1.218 millones en gastos de personal; el impacto económico del fútbol profesional en España superó los 7.600 millones de euros en 2013, lo que significa que a los futbolistas les correspondió el 16% del total. ¿Dónde fue a parar el 84% restante generado por los jugadores?
El libro de Ángel y María Cappa lleva al lector a echar enormemente de menos las victorias sentimentales y, también, las crónicas de Manuel Vázquez Montalbán, que eran como un gol de Leo Messi de antes del desastre.
Solo he encontrado una forma de consolarme del desastre del FC Barcelona ante el París Saint Germain en la Champions: recordar que el fútbol en general se ha visto saqueado los últimos años por las grandes potencias del mercantilismo, convertido en un producto de alta rentabilidad (publicitaria, inmobiliaria, televisiva) y amputado de la condición de referente sentimental que siempre tuvo para cada masa de seguidores. El consuelo puede que sea magro, pero a algún clavo ardiente tenemos que aferrarnos mientras no vuelvan los días de gloria.
El ex jugador y entrenador argentino Ángel Cappa acaba de publicar en la editorial española Akal, conjuntamente con su hija periodista María Cappa, el libro También nos roban el fútbol. Apasionante, documentadísimo, implacable.