Me permito tomar prestada la cabecera de una de mis secciones favoritas del diario Menorca para titular el presente artículo. Sorprende y no sorprende se encuentra ubicada dentro del área de opinión de Es diari, como se conoce popularmente a este periódico en la isla, y continua siempre relatando un hecho que, humildemente, pretende dar que pensar al lector. Por ejemplo, sorprende y no sorprende que horas después de que señalizaran la prohibición de aparcar en la calle tal de Mahón, ya fuera posible ver algunos coches irregularmente estacionados. Y cosas así.
Pues bien, a mi me sorprende y no me sorprende lo poco que se ha comparado la situación de la semana pasada en el PSOE con la vivida en el Partido Laborista británico por su líder Jeremy Corbyn hace unos meses. Recordemos que Corbyn también vivió una rebelión interna en su partido, concretamente por parte de los diputados laboristas que lo acompañaban en su oposición al Gobierno tory en la Casa de los Comunes. De hecho, hace escasamente dos semanas que pudimos ser testigos de cómo finalizó esta historia cuando, tras una votación en primarias de un partido que ha aumentado en escasos meses su número de militantes desde los 200 mil de hace un año a los más de 500 mil en la actualidad, Jeremy Corbyn no solo reafirmó su liderazgo ante los que osaron cuestionarlo en el seno del laborismo, sino que incluso consiguió un respaldo más amplio que cuando fue elegido originalmente.
Bueno, sería algo exagerado decir que los medios de comunicación más generalistas no encontraron ese paralelismo, igual de exagerado que sería establecer la hipótesis de que mediante su total y absoluta ignorancia se pretendiera, en cierta medida, exorcizar que el mismo resultado se pudiera producir con Pedro Sánchez en el PSOE. Una exageración –así somos los sevillanos-, pues una simple búsqueda en algún famoso y útil buscador de internet te ofrecerá tres o cuatro entradas donde, aunque mínimas, algunas referencias al caso sí que aparecen. Mínimas.
Sin embargo, para mí, lo más curioso del tema, y su principal diferencia con el caso inglés, es el claro ejemplo de desideologización que ha acompañado a Sánchez desde el principio. O, si lo queréis ver así, lo alejado que se encontraría el ya ex Secretario General del PSOE de los postulados políticos de Corbyn. Sí, porque, hace ahora escasamente un año, el propio Sánchez, en una entrevista concedida a ese grupo de empresas de comunicación que le ha acompañado con tanto amor en sus últimos días al frente de los socialistas, declaraba su cercanía a los postulados social-liberales –socialreformistas, decía él- del francés Manuel Valls, así como su alejamiento de los planteamientos que llegaban desde el laborismo británico, los cuales, según Sánchez, no habían entendido el proceso de globalización en el que estamos inmersos (sic).
Así que, también puede ser que los medios de comunicación no hayan encontrado las similitudes en ambos casos porque, como dice el refrán, un caso se parecería a otro como un huevo a una castaña, y la única similitud se encontrara en la posición ideológica de la bases. Aunque, sinceramente, lo que sorprende y no sorprende es que, cuestiones ideológicas aparte, hayan sido los aparatos fortalecidos por años de abandono de los principios socialdemócratas más básicos –y con mayores contactos en el establishment económico nacional–, los que hayan encabezado la rebelión en ambos caos.
Sorprende y no sorprende.