“Hemos celebrado un Consell Executiu extraordinario para ratificar conjuntamente con el vicepresident y los consellers y conselleras la voluntad de convocar a los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país, en ejercicio del legítimo del derecho a la autodeterminación que tiene una nación milenaria...”. La literalidad de las palabras del president Puigdemont, con foto de familia en el Pati dels Tarongers incluida, recuerda aquella marcha del compositor británico Elgar, Pompa y circunstancia, bien, en este caso pompa y cara de circunstancias, porque, sin haber ningún acuerdo del Gobierno, había que mantener la tensión dramática para mantener movilizado el electorado independentista. Son exigencias del guión.
En los últimos días se ha acelerado el proceso político en Cataluña. Si la fecha límite de todo es en septiembre, Puigdemont lo hará durar hasta el primero de octubre. Cada día que pasa menos sonrisas y más tensión en los gestos. Cada acto con intervenciones más broncas. Cada vez más irreflexivo, más unilateral y menos movilizador. Cada vez más solos. El objetivo de las intervenciones: hacernos creer que España es un Estado autoritario y que las instituciones españolas reprimen el pueblo catalán con el argumento de que España empieza y termina en el Partido Popular.
¿Olvidan el necesario respeto y preservación de la pluralidad de la sociedad catalana, donde aquellas que creemos que un referéndum sobre la independencia no es la solución a un mejor encaje de Cataluña en el conjunto de España somos tan catalanas como los que piensan que sí?
¿Olvidan que los 72 diputados que apoyan al Govern no representan una mayoría social? ¿Olvidan que el 9N ya ganó el sí y que no tuvo ninguna consecuencia ni en forma de más autogobierno o más recursos para Cataluña? ¿Quizás olvidan que el 27-S ya habíamos hecho el voto de nuestra vida y que perdieron el autodenominado plebiscito?
¿Olvidan que por unanimidad el Consejo de Garantías Estatutarias de Cataluña dictaminó que la Generalitat no tiene competencias para convocar un referéndum sobre el futuro político de Cataluña?
¿Olvidan la contundencia de la respuesta a Puigdemont que ha remitido el presidente de la Comisión para la Democracia a través del Derecho del Consejo de Europa –la llamada Comisión de Venecia– que dice claramente que sólo son democráticos los referéndums previstos en la Constitución o convocados a partir de una ley que esté de acuerdo con la Constitución?
No sólo olvidan esto, también olvidan que la Comisión de Venecia también establece más condiciones que están muy lejos de la práctica del Gobierno independentista; como un período de tiempo suficiente entre convocatoria y celebración; una autoridad electoral independiente; la neutralidad de los gobernantes ante la pregunta o la imparcialidad de los medios de comunicación públicos.
Pero cuando el Pati dels Tarongers se convierte en plató televisivo llega el delirio. Presidente y vicepresidente se entrevistan entre ellos en una espiral de lenguaje “processista”, y resulta que el referéndum unilateral (RUI) se hace como último recurso y como consecuencia de tener ante un “Estado demofóbico” que no ha querido sentarse a hablar absolutamente nada, pero cuando gane el sí en octubre, entonces pedirán negociar con el Gobierno de España las condiciones de la independencia, la DUI, sin despeinarse.
¿Cuál es exactamente el guión de aquí hasta el 1 de octubre? ¿Estás con el referéndum unilateral e ilegal que promueve el Gobierno, la CUP y los entidades soberanistas o no eres demócrata? ¿Un guión que nos divida entre catalanes buenos y malos? Yo también quiero votar, pero quiero votar una propuesta de nuevo encaje de Cataluña en el resto de España, una reforma constitucional con todas las de la ley.
Parece que asistimos al capítulo final de esta temporada del proceso y, por lo que vemos, unos protagonistas solo piensan que su personaje siga vivo la próxima temporada y los otros en que gane audiencia esta trama por encima de la Gürtel, Palau, Lezo, 3% y otras obras maestras... Los dos Gobiernos harían bien en tomarse seriamente y de manera responsable la situación que estamos sufriendo en Cataluña desde hace ya demasiado tiempo: exigimos menos histrionismo escénico y más gobierno, más diálogo y más responsabilidad. A los dos.