Ada Colau desobedece al abuelo Ramón
Antes de morir, el abuelo Ramón aconsejó a Ada Colau que no se metiera nunca en política. El abuelo pastor de la candidata de Barcelona en Comú emigró a Cataluña desde un pequeño pueblo de Huesca huyendo de la miseria y nunca vio con buenos ojos que su nieta se dedicase al activismo social y mucho menos a la política, como tampoco le gustaba que no se acabase la comida del plato. Para Colau, su abuelo representa “la memoria del hambre y del miedo” de la guerra y la posguerra, la misma que a su entender alimenta hoy la abstención de los barrios más populares de la ciudad y que será clave el próximo domingo para decantar la balanza a su favor. “Hemos de ser más optimistas que nunca”, ha pedido.
La memoria de resistencia y de lucha por la democracia que ha caracterizado la historia de la Barcelona popular ha sido el argumento escogido este domingo para el acto político que la candidatura de Colau ha organizado en la plaza del Rei, situada en pleno centro histórico de la ciudad y en uno de los barrios –el Gòtic– más castigados por la presión turística. Quedan siete días para las elecciones y toca llamar a la movilización ciudadana, tanto la del votante indeciso como la del votante socialista decepcionado. Por eso la alcaldable de Barcelona en Comú no ha dudado en apelar –incluso implícitamente– al voto útil. “Si nos unimos, es posible construir un proyecto que recupere la ciudad para su gente”, ha remarcado.
En la plaza del Rei tocaba hablar de memoria y quién mejor para hacerlo que el historiador Josep Fontana, que cierra la candidatura de Colau de forma simbólica. Fontana ha recordado su vida en el barrio: los bombardeos de la aviación italiana sobre Barcelona, la destrucción de la librería de su padre, el colmado del señor Martí donde su madre compraba la comida, las tiendas de juguetes hoy desaparecidas y las noches en los refugios antiaéreos. “Ahora me parece que llego a un decorado preparado para recibir turistas donde los vecinos parecen realquilados”, ha lamentado.
Fontana ha aprovechado también el acto para explicar públicamente por qué apoya a Ada Colau. “Confío en ellos porque no son un partido, sino un grupo diverso de izquierdas, y porque no han pedido créditos para hacer propaganda electoral”, ha remarcado. Sin embargo, el apoyo del historiador no es desinteresado. “Espero que cuando lleguen al Ayuntamiento abran las ventanas y saquen todas las telarañas, y después abran las puertas para que puedan entrar los vecinos”, ha aclarado. En caso de no hacerlo, Colau se las tendrá que ver con él: “Si no cumplen lo que han prometido, yo mismo iré a pedirles cuentas”. Él y mucha gente, según las encuestas.