“¿De qué depende que haya elecciones anticipadas en Cataluña?”. Quien pregunta es Albert Rivera, en la penúltima sesión de control al President de la Generalitat, a finales del pasado mes. Contesta Artur Mas: “El único que tiene la potestad de convocar elecciones en Cataluña soy yo. Pero ya le adelanto que, pese a que puedo hacerlo, antes hablaré con todos los partidos que están dando apoyo a la consulta”. La respuesta del President dejaba entrever la opción de las elecciones plebiscitarias, una alternativa a la consulta que ha estado en el aire desde el comienzo del proceso y que el propio Mas no descartaba antes del pacto con ERC, ICV y CUP sobre la pregunta y la fecha. Pero ahora esta vía ha tomado una fuerza renovada después de que el Congreso cerrara el camino del 150.2 al negarse a permitir la consulta de forma legal. “El escenario más probable son unas elecciones plebiscitarias”, ha admitido esta semana Artur Mas en una entrevista al diario francés Le Figaro.
El “plan A”, que comparten los partidos partidarios del derecho a decidir, pasa por que los catalanes acudan a las urnas el día 9 de noviembre para votar sobre su soberanía en una consulta ad hoc. Mas se ha comprometido con ello en innumerables ocasiones, y es sin duda la opción preferida por ERC, CUP e Iniciativa. De hecho, Joan Herrera, líder de ésta última, ha rechazado varias veces unas elecciones de carácter consultivo: “En las plebiscitarias votamos sobre todo, sobre BCN World, sobre los recortes de la Generalitat y sobre el futuro que queremos para el país. No hay atajos a la consulta soberanista”, aseguró el ecosocialista tras recibir del Congreso un mayoritario 'no' a la consulta pactada. El pasado mes cerca de 70 personas impulsaron un manifiesto a favor de un referéndum vinculante y en contra de unas eventuales plebiscitarias, manifiesto firmado entre otros por Joan Tardà (ERC), David Fernàndez (CUP), Sara Vilà (ICV) o David Companyón (EUiA).
Sin embargo, consciente de que todas las vías hacia la consulta pueden ser paulatinamente invalidadas por el Estado, el Govern trabaja en dos escenarios. El primero de ellos es acomodar la consulta en un respaldo legislativo catalán. Es lo que prometió Mas en su comparecencia del pasado martes, cuando adelantó que buscaría un marco legal para hacer posible la consulta. En este sentido, CiU busca acelerar la Ley de Consultas catalana, retomando la ponencia después de Semana Santa y aprobándola entre verano y la fecha programada para la consulta, en noviembre, lo que podría dejar sin márgen de tiempo a los tribunales españoles para reaccionar. El segundo escenario dibuja un adelanto electoral, convocándolas en clave plebiscitaria. Para ello, el Govern quiere impulsar definitivamente una Ley Electoral para Cataluña, ley que serviría tanto para las elecciones como para la hipotética consulta.
La Ley Electoral catalana es un proyecto que lleva atascado más de 30 años, siendo Cataluña la única comunidad autónoma que no dispone de norma propia pese a tener competencia exclusiva en este ámbito. Según el Estatut vigente, sería necesaria una mayoría en la Cámara de dos tercios para sacar adelante el proyecto. CiU ha mostrado su disposición a pactar con el PSC la ley, un acuerdo al que podría sumarse ERC ya que los tres partidos están conformes con los ejes del nuevo sistema electoral: más proporcional, con listas desbloqueadas y contrapesado territorialmente. Con este nuevo marco legal, tanto los comicios como la consulta soberanista pasarían a ser supervisados por una autoridad electoral de nueva creación, en perjucio de la actual Junta Electoral.
Desde posiciones netamente independentistas se han venido reclamando elecciones plebiscitarias en el caso de que la consulta termine por ser inviable. Esquerra siempre se ha mostrado partidaria de que la consulta se celebre en 2014, aunque para ello se deba concurrir primero a unas elecciones de corte plebiscitario. Similar propuesta hizo la Assemblea Nacional Catalana, al advertir a Mas que, de no poder hacer la consulta en la fecha pactada, debería convocar comicios “de manera inmediata”. El propio Consejo Asesor para la Transición Nacional, el órgano consultivo creado por el Govern, incluyó en su informe del pasado verano las elecciones plebiscitarias entre las posibilidades del proceso, que de ser ganadas los partidos del 'sí' desembocarían en una declaración unilateral de independencia.
Sin embargo no todos los partidos que sostienen al Govern están cómodos con la idea de unas plebiscitarias. El lider de Unió advirtió este jueves de que la opción de las plebiscitarias no es de su agrado y que si un dia CiU se presenta a unas elecciones con el objetivo de plantear una declaración unilateral de independencia “algunos se lo pensarían muy claramente”, en clara referencia a sí mismo y su partido.
Los expertos recelan: Elecciones ¿plebiscitarias?
Las elecciones plebiscitarias, como tal, no existen. Esta es la visión que mantienen varios de los expertos consultados. “No se le da carácter plebiscitario a unas elecciones antes de que se produzcan, es la interpretación posterior del resultado de lo que se deriva”, asegura Pablo Simón, Doctor en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra. Para Simón el principal problema de unas elecciones plebiscitarias es la interpretación del mandato: “Si hay una 'gran coalición' por la independencia que concurre junta, este mandato puede ser asimilable a un referéndum. Si no, entra dentro de la lógica de las elecciones representativas, y se apuesta por otra cosa integrada dentro de los programas. Esto puede difuminar su 'carácter' de plebiscito”, explica.
Andreu Mayayo, catedrático de Historia Contemporánea y vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, tampoco cree que exista algo como unas elecciones plebiscitarias. Mayayo subraya la importancia de unas elecciones como mecanismo de legitimación, pero las descarta para decidir sobre la independencia. “Esto no se puede hacer así, una cosa tan importante como una secesión se ha de resolver en un referéndum”, asegura Mayayo, quien observa la posibilidad de unas elecciones para legitimar al Govern de cara a una negociación con el Estado para cambiar la Constitución. “Pero no hay plebisicitarias y luego declaración unilateral de independencia y esto la gente debe tenerlo claro. Entre otras cosas porque una declaración de este tipo sin países que te reconozcan no tiene sentido”, reafirma el catedrático, que remarca que no se han dado procesos de secesion a través de plebiscitarias en democracias occidentales
De similar opinión es Jordi Muñoz, investigador postdoctoral en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Barcelona. Tampoco para él está claro que la figura de las elecciones plebiscitarias exista. “Hay elecciones, a las que los partidos se presentan con el programa y coaliciones que les venga en gana”, explica Muñoz. “Si obtienen una mayoría suficiente, pueden decidir cumplir su programa”. El problema, añade Muñoz, es que la independencia es una decisión “de suficiente trascendencia” como para que sea fruto de una consulta directa a la ciudadanía.
Pese al escepticismo de los tres en este tipo de proceso, Muñoz sí considera que, “en vista del bloqueo legal del estado español al referéndum”, esto podría obligar a celebrar unas elecciones y de facto salirse del marco legal español para poder celebrar la consulta. “Es decir, en la práctica sería alterar el orden de cosas: primero te sales y luego convocas el referéndum”, indica Muñoz. “Pero en todo caso”, continúa, “las elecciones pueden ser un paso previo al referéndum, no creo que sean un sustituto. Por razones democráticas pero intuyo que también internacionales: lo normal es que las independencias se decidan en referéndums”.