El mismo día que el Tribunal Supremo ha equiparado a Tsunami Democràtic con el terrorismo callejero, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) ha descartado que la protesta de la plataforma en el Aeropuerto de El Prat contra la sentencia del procés pusiera en peligro a aviones o al personal que trabaja en la instalación.
Así lo ha puesto de manifiesto la AESA en un informe, al que ha tenido acceso elDiario.es, en el que responde a la solicitud del juez Manuel García Castellón sobre los altercados ocurridos en El Prat, que tanto el instructor como ahora el Supremo encuadran en un delito de terrorismo.
En su respuesta, la Agencia explica que cualquier trabajador del transporte aéreo está obligado a notificar un suceso que ponga peligro la seguridad del Aeropuerto, una aeronave o sus ocupantes. Pero añade que el 14 de octubre de 2019 nadie comunicó un peligro para la seguridad aérea fruto de la protesta de Tsunami.
“En AESA no se han registrado notificaciones de sucesos relativos a los hechos sobre los que solicita información”, responde la agencia, que informa al juez de que tampoco no constan denuncias, más graves que la mera notificación de un suceso, por la protesta de El Prat.
El nuevo documento incorporado al sumario supone un nuevo revés a las tesis del juez al rebajar la gravedad de lo ocurrido en El Prat. Desde que en noviembre reactivara el caso coincidiendo con la ley de amnistía, las decenas de diligencias ordenadas por García Castellón no han servido para corroborar su hipótesis terrorista sino más bien para desmentirla, pese a lo cual el juez ha insistido en la misma.
Por ejemplo, la Agencia Europea de Seguridad Aérea respondió al instructor que no constaba que los sucesos en Barcelona “impactaran en el funcionamiento de otros aeropuertos nacionales e internacionales”. El juez también ha recibido documentos de la jueza que investigó el caso en primer lugar, los Mossos d'Esquadra y el Servicio Catalán de Emergencias Médicas que rechazan la vinculación realizada por el magistrado de la muerte por infarto de un ciudadano francés con la protesta en El Prat.
Quien sí ha apuntalado la tesis del juez es la Guardia Civil en un nuevo informe aportado al caso. Los agentes calculan el tiempo que se tarda en coche entre la terminal 2 del Aeropuerto, donde el hombre francés tuvo un infarto, y el Hospital de Bellvitge, donde se certificó su fallecimiento, para concluir la protesta en El Prat sí afectó al fallecimiento. Según los agentes, la “vía más rápida” para llegar al hospital desde el aeropuerto es por carretera. Incluso han realizado pruebas de que el trayecto se puede cubrir en diez minutos, siempre que no haya tráfico. Como esa carretera estaba cortada por los manifestantes ese día, la Guardia Civil sostiene que el hombre tuvo que ser trasladado en helicóptero, lo que retrasó su atención hospitalaria.
Informe de AENA
La AESA adjunta además el informe de AENA, el operador aeroportuario, que resume los hechos vividos el 14 de octubre en El Prat. En el documento se constata la existencia de la protesta, que provocó la cancelación de un 115 vuelos, 57 salidas y 58 llegadas (un dato que ya se conocía desde el día de la protesta).
Pero a la hora de corroborar los peligros para la torre de control del aeropuerto que, según García Castellón, provocó la protesta, y su violencia que la hace, según el juez, vinculable al delito de terrorismo, el informe del día de autos de AENA resulta decepcionante.
Así, el documento describe “complicaciones” en los accesos fruto de la llegada de manifestantes y de la cancelación del servicio de tren y bus para llegar al aeropuerto decidido por los Mossos para frenar el goteo de activistas, pero no menciona afectaciones a la seguridad aérea.
Es más, destaca que antes de la medianoche la situación ya era de “relativa normalidad” porque los manifestantes ya estaban abandonando las instalaciones. En suma, el documento refleja que la acción de Tsunami alteró la actividad normal del Aeropuerto, tal y como pretendía la plataforma para lograr visibilidad en su protesta contra la sentencia del procés, pero sin llegar a poner en riesgo a trabajadores o a naves ni alcanzar el nivel de gravedad apreciado por el instructor.