“He tocado para casi todos, ¿eh? Socialistas, Esquerra, la CUP… Me llaman siempre y yo voy. Hago mi repertorio con tres o cuatro rumbas para animar a la gente y luego salen los políticos. A veces me dicen que hable, pero yo no me posiciono. Canto, cobro y me voy a casa. Es como tiene que ser”.
Quien habla es Peret Reyes, leyenda viva de la rumba catalana y ahijado del otro Peret, el ya fallecido rey del género musical. “He llegado a tocar en dos mítines en un mismo día”, asegura el guitarrista y cantante barcelonés de 68 años.
¿Qué tendrá la rumba catalana que hechiza a todos los partidos políticos en Catalunya? En Barcelona, en esta campaña electoral, PSC, Junts, ERC y Valents han recurrido a este estilo musical en mítines y spots oficiales. Colau la hizo suya en 2015, con el Run run, y en 2019. En tiempos de polarización política y líneas rojas, pocas expresiones culturales pueden presumir de ser tan transversales.
Podría parecer que el único motivo es porque la rumba catalana y su inconfundible ventilador nacieron en Barcelona, de la mano de la comunidad gitana de la calle de la Cera, en el Raval. Pero hay muchos más. Su incuestionable impronta popular y de barrio, el carácter festivo, la letra sencilla y, cómo no, el imaginario de la Barcelona olímpica al que remite son otros elementos que la convierten en banda sonora preferida de muchos alcaldables.
“Lo primero que diría es que es una música totalmente festiva, que impregna la escena de optimismo. Y eso es lo que quieres cuando sale un candidato a dar el mitin, animar a los asistentes”, detalla Xavier Peytibí, consultor político en Ideograma y con no pocas campañas a sus espaldas. En este terreno, y con excepciones como el Don’t stop me now que hacía desmelenar a Miquel Iceta, la rumba es imbatible, constata Peytibí.
En esta campaña electoral, el primero que recurrió a ella fue Xavier Trias, de Junts, con el tema Tornaràs (“volverás”). Luego llegó el socialista Jaume Collboni con Bo per Barcelona (“bueno para Barcelona”). Después vendría Eva Parera, de Valents (el partido salido de la candidatura de Manuel Valls), que aparecía bailando la canción Barcelona valiente por la Rambla. Finalmente, los últimos en sacar su rumba fueron los de ERC, con la Barcelona republicana que acompaña a Ernest Maragall.
A todos les sirve para lanzar su mensaje. A Trias, que fue alcalde de 2011 a 2015, para apelar a “la Barcelona que añoramos”. A Maragall, para reivindicar “libertad” y “dignidad”, combatir el “patriarcado” y, de paso, lanzarle un dardo a Colau por la limpieza de la ciudad. Y el estribillo del PSC no puede ser más claro: “Bueno para Barcelona. Collboni es muy bueno y la rumba suena”.
Aquí Carles Closa, el ilustrador, promotor y enciclopedia rumbera conocido como Txarly Brown, identifica uno de los puntos fuertes de la rumba. “Es una expresión musical muy simple, como lo puede ser el reggae o el rock, y puede ser muy pegadiza. Esto permite meterle letras con las que decir lo que quieras y de forma relativamente sencilla”, valora.
Como hizo Ada Colau en 2015 con El run run, que rimaba con “defender el bien común”. Esa canción, con su rudimentario autotune, acumula hoy más de 400.000 visualizaciones en Youtube y llegó a ser parodiada por el Polonia de TV3. No es de extrañar que cuatro años después la ya alcaldesa regresase a este género musical con Filla del Guinardó, que además le sirvió para lucir colaboraciones del sector como Mariah, Nacho Vegas o Andrea Motis.
Ecos de la Barcelona de Maragall
Pero si hay otra razón en la capital catalana para hacer campaña electoral a ritmo de rumba es porque remite a la Barcelona de 1992: al Amigos para siempre de Los Manolos, a Cobi y al alcalde Pasqual Maragall. “Es un símbolo, despierta una nostalgia positiva y remite al optimismo de la época”, dice Peytibí.
Más de 30 años después, ninguno de los principales candidatos reniega de aquella Barcelona y ni mucho menos del maragallismo, que reivinidican desde el que fue su partido, el PSC; a su hermano Ernest, desde ERC; y la propia Colau.
“Maragall se lo creía de verdad. Tuvimos un alcalde que era un auténtico rumbero. Cuando regresó de Nueva York, en los 70, venía a la Peña Flamenca Enrique Morente a darnos clases de economía. Ya veías que le gustaba la rumba, bailar, la vida… No como a una parte de la sociedad barcelonesa y catalana, que parecen avinagradas”, comenta Lluis Cabrera, músico y fundador del Taller de Músics.
La rumba vivió un auténtico boom durante los 90 gracias a las actuaciones en las Olimpiadas de Los Manolos pero también de Peret y su Barcelona es poderosa. A este último se le considera el rey de la rumba catalana desde que en los 60 puso el género en las listas de grandes éxitos españolas. Años después, en los 80, sería el Gato Pérez el que revitalizaría el estilo.
Carles Closa, que tiene en su haber uno de los archivos de la rumba más importantes de España, conserva de ambos apariciones en actos de campaña electoral. De Peret atesora un anuncio en La Vanguardia de un mitin en el que participó: un acto de Manuel Fraga Iribarne, de Alianza Popular, en las elecciones de 1982. Del Gato Pérez, que tenía buena relación con Maragall, rescata otro anuncio de un acto electoral, de los comicios de 1986. El músico argentino tocó junto a Joan Manuel Serrat para los candidatos socialistas Felipe González y Narcís Serra.
“Ahora todos hablan de rumba catalana porque es una música que se puede bailar, que es popular, no es elitista, tiene mucha calidad emocional… Pero yo meto el dedo en la llaga: institucionalmente, no se ha reconocido como la música de Barcelona”, denuncia Cabrera. Siempre crítico, el presidente del Taller de Músics pone como ejemplo el carnaval de la ciudad: “Si de verdad se lo creyeran, sería la música identificativa de esta fiesta, pero ahora es la batucada brasileña y, en las carrozas, la música enlatada”.
Precisamente el Parlament de Catalunya aprobó este mes de mayo que la rumba sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Y Lluís Cabrera cree que por este motivo también muchas candidaturas de alcaldables pueden haberla recuperado.
¿Tiene ideología la rumba? Closa, alias Txarly Brown, recuerda que llegó a estar vinculada al franquismo debido al uso que hacía el caudillo de sus éxitos. Pero esto cambió en los 80 y sobre todo los 90. “Ahora te diría que es más de izquierdas que de derechas, básicamente porque los artistas no viven demasiado bien y tienen motivos para protestar”, razona. “Y porque toda la nueva rumba, nacida del mestizaje, como la de Gertrudis, La Pegatina o La Troba Kung Fu, aunque no se vincula políticamente, tiene canciones que remiten a un progreso social”.
Para Peret Reyes, que fue palmero y guitarrista de su padrino Peret durante décadas, todo es más sencillo. “La rumba no es de nadie y gusta a todo el mundo. Tú no irás a uno de derechas, de izquierdas o de centro a decirle que le traes una rumba para animar al personal y te dirá que no, ¿verdad?”.
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