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Reducir el peso de la botella de vino,  una oportunidad de las bodegas contra el cambio climático

Embotellado de vino

Alicia Avilés Pozo

  • Bajar el grosor de vidrio en solo 20 gramos puede hacer disminuir hasta un 5% la huella de carbono de una instalación bodeguera

El embotellado del vino es una de las acciones de mayor impacto ambiental que se realizan dentro de la producción en el sector vitivinícola. Por eso, reducir el grosor del envase y, por tanto, su peso se configura como una propuesta muy viable para poner a las bodegas en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático. Se trata de una de las muchas medidas que se han puesto sobre la mesa en la IV Jornada técnica de Divulgación “Oportunidades de la lucha contra el cambio climático en el sector vitivinícola” organizada por la Denominación de Origen Uclés en el Monasterio de Santiago de esta localidad conquense.

Concretamente, esta es una de las propuestas que ha realizado Helena Fernández Castro, directora de Medio Ambiente y Energía en eCO2 Innova Environment & Energy durante su ponencia “Bodegas frente a cambio climático”. En su intervención, esta experta ha querido dejar claro que el impacto del cambio climático afecta a la cantidad y calidad de la uva, pero también a la temperatura de las bodegas y a su consumo energético. En resumen, a todos los gastos del sector productor.

A este respecto, ha recordado los compromisos de mitigación que existen a nivel internacional en la Unión Europea, y aquellos que se están afianzando con el tiempo y que actualmente forman parte de la normativa estatal española. Dentro del sector agrario, ha hecho especial referencia a la solicitud de ayudas y al hecho de que el 20% de los Fondos europeos FEDER deban estar destinados a la lucha contra el cambio climático.

Hacia el registro de la huella de carbono

“El vino es un sector económico muy importante, un mercado que mira hacia la sostenibilidad y que está cambiando”, ha subrayado la experta. Apunta así que cada vez hay más iniciativas empresariales que quieren conocer su huella de carbono (su indicador de emisiones de gases de efecto invernadero) porque la sociedad demanda productos sostenibles. Además, ha explicado que la reducción de las emisiones está directamente relacionada con un menor consumo energético, y por tanto con el ahorro. Todo ello ha llegado a crear un mercado en el que esas emisiones se pueden vender (por ejemplo, a través del Programa Clima) y se puede poner en valor su contribución ambiental. “Son razones más que suficientes por la que el sector del vino debe estar implicado”.

Concretamente, la responsable de eCO2 Innova ha apuntado la importancia de que las bodegas registren su huella de carbono para conocer su impacto en el medio ambiente, y comprobar su propia evolución a lo largo del tiempo. “Se trata de calcular para reducir”, ha argumentado.

Para ello ha puesto como ejemplo el embotellado, que puede suponer hasta un 40% del total de la huella de carbono de una bodega. “Una botella que pesa menos reduce las emisiones en el propio proceso pero también en su transporte, porque puede incluirse más cantidad en un camión”. Hay  bodegueros como los de Uclés que ya están trabajando en reducir el peso de ese vidrio, y para ello cuentan con estimaciones muy optimistas: tan solo pasar de 430 a 410 gramos (20 gramos menos) supone reducir un 2% la huella de carbono.

Otra variable importante en las bodegas es el consumo eléctrico: puede reducirse, según ha afirmado Helena Fernández Castro, por dos vías. La primera es decidiendo directamente sobre la compañía eléctrica, contratando aquellas con garantía de origen renovable. En este caso, con un factor de emisión cero, se reducirían al cien por cien las emisiones asociadas a la energía, y que pueden llegar a alcanzar hasta el 20% de la huella de carbono. La otra posibilidad es el autoconsumo fotovoltaico que se puede hacer de forma parcial, para ir reduciendo el impacto en ese mismo porcentaje. Sucede lo mismo en cuanto a la utilización bodeguera de calderas de gasóleo: el cambio por la biomasa supondría cero emisiones y la misma reducción de la huella.

El Registro Nacional de la Huella de Carbono que gestiona la Oficina de Cambio Climático del Ministerio para la Transición Ecológico supone la otorgación de un sello oficial con diferentes niveles (“calculo”, “reduzco” o “compenso”) que las empresas pueden poner en valor en cuanto a su lucha contra del cambio climático. También existen otras opciones como la certificación de Wineries For Climate Protection que creó la Federación del Vino y que es puntuable en ayudas como las Vinati y también a nivel internacional.

La defensa de la “edificación sostenible”

Durante las jornadas también se ha detallado la certificación VERDE que otorga el Green Building Council España (GBCe), una asociación sin ánimo de lucro con más de 300 profesionales que trabajan para defender la “edificación sostenible”, un factor también aplicable a las bodegas. Dolores Huerta, arquitecta y secretaria técnica de este colectivo, ha destacado que es importante que una bodega se construya en favor de su entorno y con las herramientas que este le proporciona, dependiendo de la zona.

Desde el sector de la arquitectura han descubierto que “se puede hacer mucho” a favor del sector vitivinícola, mejorando las condiciones en las que se trabaja y en la organización del espacio. El GBCe parte del hecho de que la construcción es “tremendamente culpable” del impacto medioambiental y que “está en nuestra mano transformar las ciudades para hacerlas más eficientes”. Así, la certificación ‘VERDE’ sirve para evaluar, medir y asesorar en este sentido, dentro de unos objetivos comunes que sirven a arquitectos, promotores, constructores y técnicos. “Hacemos un análisis de todo el ciclo de vida de una edificación, más allá de una simple certificación energética, que solo mide emisiones durante la fase de uso”. Esto significa la evaluación de la construcción, su mantenimiento, su rehabilitación y la gestión de sus residuos.

En algunos de estos trabajos ha contado con la Consultora de Ingeniería Alfatec, cuyo responsable de Desarrollo, Alejandro Terriza, también ha intervenido en las jornadas para destacar la necesidad de “convertir los problemas en oportunidades” a través de la arquitectura, y mediante indicadores como el confort, la accesibilidad, la seguridad o la adaptabilidad.

Previamente ha inaugurado estas jornadas el viceconsejero de Medio Ambiente de Castilla-La Mancha, Agapito Portillo, destacando la actividad de la DO Uclés -el 75% de sus bodegas comercializan vino de procedencia ecológica- en cuanto a la lucha contra el cambio climático. Con carácter general, ha recordado que “todavía queda camino por delante” para la adaptación total a las consecuencias de este fenómeno y ha remarcado la importancia de que se aborden en la industria agroalimentaria, la más importante para esta comunidad autónoma. “Debemos encontrar nuevos nichos de mercado de vino ecológico que aseguren un futuro estable para el sector vitivinícola”, ha concluido. 

Por su parte, el presidente de la Denominación de Origen Uclés, Jesús Cantarero, ha puesto en valor el trabajo que durante más de 12 años se está realizando contra el cambio climático, sobre todo en una zona donde no hay agua, y “tenemos que aprovechar recursos hídricos prácticamente al límite”. Ha concluido anunciando que esta DO seguirá “peleando por que nuestros viñedos sean sostenibles ambientalmente, económicamente y socialmente”.

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