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‘La Vieja’: una “herida” de Federico de Arce en defensa de la memoria histórica

Portada de 'La Vieja', de Federico de Arce / Foto: Descrito Ediciones

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Un joven es testigo y autor de algo terrible durante una alocada y descontrolada noche madrileña de los años 80. Eso le marca para siempre, y decide viajar a su pasado haciéndose escritor, pariendo a través de la literatura todas las reflexiones y recuerdos de su pueblo natal a través de otros ojos, que son todos ellos su memoria. Tras lograr la fama, regresa a su tierra y descubre la conexión extraña entre dos crímenes misteriosamente relacionados. Estos son los tres bloques que componen el conjunto de relatos de ‘La Vieja’, la nueva novela del escritor Federico de Arce (Descrito Ediciones, 2015), y que presenta el jueves 14 de mayo a las 19.30 horas en la Feria del Libro de Toledo.

Concebida como una “denuncia” contra “el odio entre los españoles” y en defensa de la memoria histórica, ‘La Vieja’ arranca con el relato ‘En el nombre del padre’, narrado en una kafkiana y “falsa” tercera persona, donde De Arce introduce al lector en el mundo del adolescente Ismael, un guiño al magistral inicio de ‘Moby Dick’. Es el alter ego del autor, quien tras una experiencia traumática, se convierte después en los recuerdos de toda su infancia, que comprenden el núcleo central y segunda parte de la obra.

Hay, por tanto, mucho (si no todo) de biografía en estos relatos. Con ellos, Federico de Arce dice haber dado forma a una novela que comenzó con 17 años, cuando los anarquistas de Cieza (Murcia), su pueblo natal, montaron el Consejo de Unificación Espartera y dotaron al pueblo de su propio sustento. Los vecinos defendieron a estos miembros de la CNT cuando quisieron ejecutarlos tras la Guerra Civil. Al autor, su juventud y su pertenencia a una “desquiciada familia” le impidieron terminar entonces esa obra. Ahora, con ‘La Vieja’ resucita esa memoria, la de Ismael, la suya propia. Y también una memoria colectiva.

Según detalla, los cuentos llegaron a tener el triple de extensión que la publicada ahora, eliminando aquellos que caían en el “esperpento” y el “tremendismo”. En ellos, “la vieja” se mira siempre “desde los ojos de los niños o los ancianos”, los que “nunca humillan con la mirada, porque no pueden mirar desde arriba”. Pero ante todo, la novela es una “purga de dolor”, una “herida” para exorcizar todo lo vivido en su infancia, un “esquizoanálisis”, que diría Gilles Deleuze.

Entre la filosofía y el realismo mágico

El realismo mágico  -“mi realidad de todos los días”- bebido de Juan Rulfo y de su ‘Llano en Llamas’, las supersticiones, las apariciones, los muertos de la guerra y la posguerra, configuran este canto del autor a “la muerte como límite del mundo”, como “algo que no nos pertenece”. Es decir, también se pasea por sus páginas la filosofía de Spinoza, de Wittgenstein y de la propia Biblia. “Y no porque quiera seducirla (a la muerte), sino entretenerla para que no mate, es decir, declarar la guerra no a la muerte, sino al crimen”.

Pese a los amargos recuerdos, a la crudeza de muchas de las páginas de ‘La Vieja’, Federico de Arce asume sin embargo su novela como una llamada a la reconciliación. “Los españoles se odian desde siempre y tienen que dejar de hacerlo. Solo el amor puede salvar eso”, señala. De hecho, explica que la figura de ‘La Vieja’ es  Franco, que “sigue vivo en el corazón de la derecha española, a la que no podemos odiar, sino educar, porque todavía no podemos amarla”. “La Vieja sólo quiere pedir educación y respeto, y eso pasa por derogar entre todos la Ley de amnistía de 1977 -como todos los años propone Amnistía Internacional- para que de verdad podamos reconciliarnos. Y eso sólo será posible cuando no quede ningún español en las cunetas”.

Federico de Arce (1968) es Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Murcia y actualmente ejerce como profesor de Lengua y Literatura en Toledo. Es autor del estudio preliminar ‘El diario de Paco Esteta y otros relatos’, de Francisco Rojas; de la presentación, epílogo y biografía del escultor Alberto Sánchez, que aparecen en el libro ‘Alberto. Encuentro en Toledo 1895-1995’; y de la novela ‘¿Por qué no hay una Hofbräuhaus en Toledo?’, que sirvió de excusa literaria para una exposición de más de un centenar de artistas en el Museo Nacional de Antropología de Madrid. También ha publicado el poemario ‘Miel de brujas, la novela ‘La Voz de El Shaday’ y en el año 2005 obtuvo el premio del certamen literario Dulce Chacón con el relato ‘Piratas’, incluido ahora en ‘La Vieja’.

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