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“Necesitamos que la investigación que se genera en la universidad llegue a las personas y a las organizaciones”

Eva Alcón (Castelló, 1963) es la única candidata en las elecciones al Rectorado de la Univesitat Jaume I que se celebran el próximo miércoles. Es catedrática de Filología Inglesa y especialista en el estudio del proceso de adquisición de lenguas. Llega a su nuevo cargo de rectora con experiencia en la gestión universitaria después de ser vicerrectora desde 2001 a 2010. 

Las perspectivas laborales de los jóvenes universitarios no son halagüeñas. España se sitúa entre los cinco países de la Unión Europea con mayor tasa de desempleo entre su población cualificada, un 11,6%, el doble de la media comunitaria, que es de 5,1%. Y según datos de Eurostat de 2016, de todos los graduados universitarios con trabajo, el 36,8 % tenían puestos de baja cualificación frente al 23 % de la media de la UE. ¿Qué argumentos daría usted a los jóvenes para optar por la universidad y no, por ejemplo, por la Formación Profesional?

Lo que les diría es que es cierto que no es fácil, pero también que los datos nos dicen que a mayor formación mayor posibilidad de tener un trabajo y con mejores condiciones y eso está demostrado. Por lo tanto, yo los animaría a que se formaran pero con una perspectiva diferente. Ya no tiene mucho sentido formarse durante cuatro años y que con esa formación sea suficiente para toda la vida. Un grado es el inicio, pero tenemos que estar preparados para seguir formándonos a lo largo de toda la vida y para tener competencias transversales que nos permitan ser mucho más flexibles, versátiles y con facilidad de cambio.

Si resulta elegida, será la primera mujer rectora de la UJI. También será la segunda en la Comunidad Valenciana, después de la recién elegida rectora de la UV. ¿Cómo interpreta estos hechos desde una perspectiva de género? 

Yo creo que el hecho de que las mujeres progresivamente asumamos más responsabilidad es bueno. Porque eso nos lleva a normalizar la situación. Es decir, somos una sociedad equilibrada respecto a hombres y mujeres y es anormal que no se nos visibilice. Visibilizar el papel de las mujeres es importante para la sociedad actual y para las generaciones futuras. En cuanto a los rectores que existen en España, hasta hace prácticamente nada existía solo una mujer, con lo que el mensaje que lanzamos a la juventud es que esos sitios de alta responsabilidad están reservados para los hombres. Se crea un discurso de que hay ámbitos de actuación a los que la mujer no tiene acceso. Eso es erróneo, hay que romper con esos estereotipos sobre la capacidad profesional de las mujeres. Somos muchas, trabajamos muy bien, tenemos capacidad para a ocupar altos cargos de dirección, y yo creo que el proceso es imparable.

¿Considera que en su carrera ha habido dificultades achacables al hecho de ser mujer?

Yo creo que como es un problema cultural y de educación, somos nosotras mismas las que nos autoimponemos una exigencia muy alta. A un hombre se le supone que puede hacer las cosas, pero a una mujer no se le supone sino que tiene que demostrarlo. Y eso ha hecho que yo prácticamente haya tenido que renunciar a lo que podemos llamar vida personal y que haya tenido que dedicar mucho esfuerzo para llegar a donde he llegado. Yo siempre digo que no se nos ha regalado nada. Todo lo he hecho a costa de sacrificio personal y una fuerte voluntad de decir “no, no es posible que las cosas sean así, hay que cambiarlo”.

¿Por qué cree que hay una brecha de género según el tipo de estudios? Por ejemplo, hay una mayoría de mujeres en grados como Magisterio y una minoría en grados como Ingeniería. ¿Cree que hay que hacer algo para revertir esta situación?

Volvemos a lo mismo: es un problema de educación. A una niña le regalamos una muñeca, mientras que a un niño se le regala un juego con el que ya puede interaccionar para hacerlo funcionar. Son estereotipos que vamos de alguna manera inculcando. A una niña se le pregunta si quiere ser maestra o quiere tener un niño. Así vamos transmitiendo ese mensaje de que existen unas profesiones que son para mujeres y otras para hombres. La educación es muy importante. Por ejemplo, educar al profesorado en perspectiva de género para que cuando entren en las aulas sean capaces de transmitir esa igualdad entre niños y niñas. Porque esa igualdad se irá arrastrando en educación primaria, en secundaria, en la universidad y después de esto en la sociedad.

¿En qué se diferenciará su gestión de la de su antecesor, Vicent Climent?

A mí no me gusta usar ese lenguaje, hablar de en qué se va a diferenciar una gestión, si va a ser continuista, rupturista...  Yo creo que en la universidad tenemos que seguir los modelos que seguimos en la ciencia, donde lo que hacemos es estudiar hasta dónde hemos llegado y utilizar el conocimiento que hemos generado para seguir avanzando. Y así quiero que sea mi gestión. Quiero utilizar lo que tenemos en la UJI para dar un nuevo impulso a la universidad. Y ahí es importante reconocer y valorar el trabajo de todas las personas: de administración y servicios, del profesorado y del estudiantado.

¿Cuáles son sus principales propuestas?

En mi programa tenemos cinco grandes bloques. En el ámbito de estudios creo que hay que revisar la oferta, apostar por las dobles titulaciones y con un perfil internacional. En el ámbito de investigación tenemos una asignatura pendiente que es la transferencia del conocimiento: necesitamos que la investigación que se genere en la universidad llegue a las personas y a las organizaciones. Transmitir el impacto social de estas investigaciones que se realizan en la UJI, conectar con el sector productivo, con la cerámica, la cultura, patrimonio, turismo, la economía digital..., para ver cómo podemos contribuir al cambio de este modelo productivo.

También es importante apostar por retener y atraer talento, y en la planificación de este punto nos tienen que ayudar las nuevas generaciones que estarán en al Universitat Jaume I. En el ámbito cultural, social y lingüístico, el compromiso social es incuestionable como también lo es el de avanzar en el uso de la lengua propia y dar oportunidades para el aprendizaje de otras lenguas.

En los últimos meses ha habido quejas entre los profesores asociados de la Universidad de Valencia. En la UJI existen los mismos problemas que han dado lugar a aquellas quejas: a los profesores asociados se les pide que demuestren una trayectoria profesional solvente para ser contratados pero después reciben un salario claramente insuficiente por su trabajo. ¿Cambiará esta situación bajo su gobierno? ¿Tiene la Universidad un problema de financiación?

No es un problema de financiación, aunque indudablemente esto lo condiciona todo. Pero aquí hay que distinguir. En la casa tenemos un 19 % de personas que de alguna manera no trabajan en la administración pública o en la empresa. Es decir, todas esas personas ya tienen un trabajo fuera de la universidad y acuden aquí para incorporar sus conocimientos.

Hay dos aspectos. Está la parte económica, las condiciones laborales que yo creo que tienen que regularse en conjunto para todo el sistema universitario valenciano. Y para eso yo apuesto por que se firme el convenio colectivo donde queden reguladas sus condiciones. No me parece bien que las condiciones laborales de un profesor sean diferentes en una universidad y en otra. Ahí tendríamos que llegar a homogeneizar.

Otra cosa es aspectos que dependen de la propia universidad como despachos, espacio físico que puedan tener los profesores, docencia que se le asigna o participación en proyectos de investigación propios. Nuestro compromiso con los asociados es mejorar sus condiciones en los aspectos que dependan de la universidad. Y aquellas cosas que no dependen de la universidad sino de la administración, reivindicar que se firme el convenio colectivo.

¿Pero usted cree que los profesores deberían cobrar más? Actualmente las condiciones llegan a ser las de cobrar en torno a 260 euros al mes por seis horas de trabajo semanales.

Yo creo que se tendría que revisar las condiciones de trabajo de los asociados. Hay que pensar que ellos tienen un sueldo principal. Hay que ver cómo su contribución en la universidad puede completar ese sueldo y contemplar esa situación en relación al resto de figuras laborales que también tenemos en la universidad como son los ayudantes, los contratados doctores, etc.

En los últimos meses ha habido polémica en torno a la política de lenguas de la UJI. Se aprobó que el estudiantado tuviera que certificar un C1 en valenciano y un B2 en inglés para conseguir superar un grado. De momento, esta medida está suspendida. Usted afirmó que no es partidaria de que el valenciano sea un requisito. 

Yo no dije eso exactamente. A  mí me gustaría aclarar que yo no estoy en contra de que la gente aprenda lenguas. Al contrario, estoy completamente a favor. Y voy a impulsar que eso sea una realidad en la Universitat Jaume I. Pero tenemos que entender el contexto en que nos movemos y también cómo se aprenden las lenguas. Por una parte,  tenemos unas generaciones que llegan a la universidad después de haber pasado primaria, secundaria y bachillerato. Desde la Generalitat se está haciendo un gran esfuerzo para que en las etapas preuniversitarias el estudiantado tenga un conocimiento de las tres lenguas: castellano, valenciano e inglés. Eso lo compartimos al 100 %.

Una vez pasan a la etapa universitaria, nosotros tenemos que avanzar en el uso de esas lenguas y este es nuestro compromiso: que todo el estudiantado que acuda a la UJI no pierda lo que ha adquirido y normalizar el uso de las lenguas para sus estudios. Además, en aquellos casos en los que exista un requisito lingüístico porque así se ha decidido a la hora de tener una inserción laboral o a la hora de ser un mérito, daremos la oportunidad a todas las personas que quieran para que puedan obtener su capacitación lingüística y además hacerlo con el menor coste posible.

Somos una universidad pública, tenemos que intentar dar oportunidades para las lenguas se normalicen y nuestra apuesta por el conocimiento y uso de la lengua propia es y será indiscutible como también lo será el beneficio que tienen todas las personas que adquieren una lengua.

Pero el plan de multilingüismo de la universidad establece que en el futuro el C1 de valenciano será un requisito. ¿Está a favor de este plan?

En la actualidad no existe este requisito. Hay unos planes de estudios que tienen unas asignaturas, que son las que se acreditan a la ANECA y eso es lo que está aprobado, nada más. En cuanto al plan, es una normativa de la universidad, pero no está en el plan de estudios. Lo analizaremos en profundidad cuando lleguemos al Rectorado. 

Como especialista en enseñanza de lenguas, ¿qué ventajas y qué perjuicios tiene el multilingüismo? 

Yo me dedico a investigar el efecto de las lenguas en la capacidad de aprendizaje. Mi investigación demuestra que el bilingüismo, es decir aquellos estudiantes que son competentes en castellano y valenciano, tienen más facilidades para adquirir una tercera lengua. Tienen mayor facilidad para aprender el inglés como tercera lengua y esto está constatado en investigaciones.  Porque tú transfieres las estrategias que utilizas. Esto es lo que hay que transmitir.