A la casa de Gabriel y María se accede por un camino de piedras, en medio de unos terrenos abandonados entre dos urbanizaciones de lujo, un centro comercial y un colegio británico de prestigio. Varios vecinos apuntaron a diarios locales que no era el entorno adecuado para criar a dos pequeños. Las imágenes que se han difundido de la vivienda eran las de una caseta a medio derruir, repleta de pintadas un tanto perturbadoras. Entre ellas, en rojo: “Vais a moror todiz”, un escrito que se ha utilizado por diversos medios como un presagio del infanticidio.
Esta imagen ha venido acompañando las noticias sobre la pareja que asesinó a sus dos hijos el pasado jueves en Godella (Valencia), dando a entender que la familia habitaba esa caseta de forma ilegal. “La pareja vivía en una chabola okupa en condiciones insalubres”, se puede leer en algunos relatos. Pero la construcción era en realidad anexa a la vivienda y los servicios sociales habían comprobado que tenían luz y agua. El padre había realizado reformas en la casa y había instalado placas solares. Lo que sí que es cierto es que la habían ocupado.
La pintada que se ha reproducido en multitud de medios generó una serie de especulaciones sobre la pertenencia de la pareja a una secta; incluso se señaló que que eran “Illuminati”. El delegado del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Juan Carlos Fulgencio, expuso a los periodistas en la primera rueda de prensa que los padres se habían negado a colaborar con la investigación, ofrecían testimonios contradictorios y la madre había afirmado “que sus hijos tenían que resucitar”.
El responsable gubernamental ya advirtió de que el texto sobre la fachada no guardaba relación con el caso, pero las especulaciones en relación con una secta se sucedieron. El misterio de la pintada, que ni siquiera estaba escrita coherentemente, dejó de serlo cuando una mujer explicó por Twitter que había ido con un equipo años atrás a grabar un cortometraje titulado 'El asesino disléxico'. La joven, ante el aluvión de mensajes de amigos y familiares mostrando la imagen en televisiones y diarios, llamó a la Policía Local de Godella para explicarse. La autora no ha querido hacer declaraciones ni mostrar el cortometraje, más allá de aclarar en Twitter el origen del texto.
Otros medios se hacen eco de un vídeo que grabó el padre tocando una canción con la guitarra. Califican el vídeo como “de temática religiosa” y reproducen un fragmento de la letra, vinculándolo al asesinato, que dice lo siguiente,: “Los cuentos siempre acaban bien, pero la magia está en no pecar. Tienes que saber que mañana, cuando los kilómetros se acaben y me encuentre junto a ti, el aire que hoy me guardo en el pulmón despoja en mi garganta su hollín. Volveré a ensayar frente al espejo lo que tenga que decir”. La canción es en realidad del grupo Mundo Chillón, un proyecto musical de Ska.
La contribución de los vecinos entrevistados por diversas televisiones tampoco ha ayudado a aclarar las circunstancias de lo ocurrido. Un hombre, que aseguraba conocerlos, declaró que ambos progenitores consumían drogas y sustancias alucinógenas de forma permanente, hasta el punto de afirmar que tenían plantaciones. Los testimonios sobre consumo de estupefacientes han sido constantes, así como que vivían en pésimas condiciones y que el niño de cuatro años iba sucio al colegio. Vecinos declararon que “a ella se le iba la pinza con ideas de fantasmas y alienígenas” y que “fumaba porros todos los días y olía a marihuana descaradamente”.
En base a los testimonios recogidos sobre el terreno, se elaboró el perfil de una familia con problemas psiquátricos, consumidores de estupefacientes, seguidores de sectas y residentes en la miseria. Siempre según versiones vecinales, desmentidas en buena medida por el círculo de amistades de la pareja, que han reconocido los problemas mentales de la madre. Las primeras investigaciones desvelan que podría haber sufrido un brote psicótico la noche del asesinato.
Según otras fuentes, el hijo mayor llevaba un mes sin acudir al colegio. Pero el diario El País, que cita fuentes del municipio de Rocafort, ha explicado que el pequeño comenzó a faltar después de que sus padres manifestaran su intención de cambiarlo de centro porque iban a cambiar de domicilio y su padre había encontrado trabajo en otro lugar, aunque no formalizaron las gestiones. El padre, de nacionalidad belga, trabajaba hasta hace un mes en un bar; la madre, tuvo que colaborar como bibliotecaria en la Casa de la Cultura de Godella en cumplimiento de una condena tras ser detenida en una manifestación del 15-M en 2011.
La Generalitat Valenciana está investigando la actuación de los servicios sociales en el caso para saber en qué fase del protocolo se encontraban. La alcaldesa de Godella, Eva Sanchis, explicó que los servicios sociales municipales recibieron un aviso del teléfono del menor, al que había llamado la abuela preocupada por su hija y por la situación de los nietos desde hacía unos días. A través de los Servicios Sociales se estableció una coordinación con el centro escolar, el Centro de Salud de Godella y la Policía Local del municipio, además de contactar telefónicamente con la familia para ampliar la información y continuar con la intervención. Una anterior intervención de Servicios Sociales se había producido en 2016 y se archivó tras comprobar las condiciones de vida de la pareja y entonces de su primer hijo.
La agencia Efe recoge de fuentes municipales que no consta ningún expediente abierto sobre la familia, ni que tuviera ninguna ayuda del Consistorio de Rocafort. El caso se encuentra bajo la tutela del juzgado número 4 de primera instancia de Paterna. El juez ha decretado el secreto de las actuaciones. El Instituto de Medicina Legal de Valencia practica las autopsias a los pequeños para determinar las causas de la muerte, y también se esperan los resultados de las pruebas toxicológicas realizadas a la madre y al padre. El juez ha enviado a prisión sin fianza a ambos progenitores.