El Ayuntamiento de Xàtiva adquirirá próximamente los dos únicos torreones de la ciudad que restan para ser propiedad municipal, ubicados junto a la senda que discurre por la muralla de Levante, y que datan de la época árabe.
“Estos torreones y el lienzo que los une son propiedad privada y estamos en conversaciones con el propietario para adquirirlos antes de que finalice este año. Con esta compra conseguiremos el 100% de la propiedad de las murallas de nuestra ciudad y de sus torreones”, ha manifestado el alcalde de Xàtiva Roger Cerdà, quien ha indicado que estos elementos “tienen un importantísimo valor patrimonial y su adquisición va a posibilitar en el Ayuntamiento la posterior inversión para su restauración y para la puesta en uso de los mismos, al igual que se ha hecho en otros torreones que ya fueron adquiridas anteriormente por parte municipal”.
Hay que recordar que en 2004 ya se procedió a la adquisición del torreón anexo de Levante con un precio de 105.000 euros, la cual se cedió en 2017 a las asociaciones Bosque Primigenio Xàtiva y Sociedad Valenciana de Ornitología SVO-La Costa para usos medioambientales, concretamente como observatorio de aves y de naturaleza local. Además, en los últimos años también se ha estado actuando en otras torres defensivas de la ciudad como por ejemplo la torre de l'Esperó, en la cual se recuperaron las características funcionales y formales con una inversión de más de 335.000 euros subvencionados por la Generalitat Valenciana.
Las históricas murallas de Xàtiva, las más amplias de las taifas valencianas en época árabe con más de tres kilómetros de recorrido, son uno de los mayores baluartes arquitectónicos y patrimoniales de la ciudad, y han recibido continuas reedificaciones con el paso del tiempo. En 1117 se produjo la restauración y fortificación de la ciudad por parte de los almohades, mientras que en 1210 se construyó la torre del Sol y en 1287 se repararon las murallas después de la conquista de Jaume I. Las murallas del Castell de Xàtiva obtuvieron nuevas reparaciones en el siglo XIV a manos del rey Pere IV pero fueron destruidas en gran parte con el incendio de la ciudad en 1707 y los terremotos de 1748. En 1838 se realizaron obras de reedificación tanto en las murallas como en el castillo, a pesar de que finalmente, en 1874, se derrocaron las murallas inferiores recayentes a la Alameda.
Por el que respeta concretamente en las murallas de levante, estas se extienden desde la imponente Penya Roja hasta el torreón de la Pólvora, al final de la calle Carners. Limitaba el antiguo convento de Montsant intramuros con el de Sant Onofre el Vell, extramuros.