El historiador y sociólogo del arte Arnold Hauser apuntó que la pintura de El Greco, Doménico Theotocópuli (1541-1614), llegaba a disolver las formas terrenales. Todo lo sólido, incluido el orden que la perspectiva favorecía, era “liquidado” por obra y gracia del artista cretense afincado en Toledo. De forma que la realidad, valga el juego de palabras, aparecía deformada, transmitiendo ese punto de irrealidad que media entre el reino de los vivos y el de los muertos. El manierismo de El Greco no se manifestó únicamente en su pintura, sino que se alargó, tanto como sus figuras, al terreno de la arquitectura que él también exploró.
Joaquín Bérchez se hace cargo de esta última faceta menos conocida de El Greco, en la exposición ‘El Greco Architeto, algo más que retablos’. Exposición que mediante 15 fotografías y un video subraya la importancia del marco arquitectónico en la obra del autor de ‘El entierro del señor de Orgaz’, uno de cuyos detalles aparece en una de las imágenes expuestas en el Centro del Carmen.
Bérchez repasa consumo cuidado fotográfico y un video, en el que colaboran Juan Peiró (edición) y Juan Castro Zuzuarregui (música), la actividad artística de El Greco en el ámbito de la arquitectura. Y lo que conmueve observar es esa íntima conexión entre la disolución de las formas terrenales en su pintura y la necesidad de expresarlo arquitectónicamente, mediante alargadas columnas verticales y remates a la maniera de los clásicos, mostrando su peculiar punto de vista.
La misma pasión que le llevó a romper con las frías geometrías, para que se desencadenara en el interior de su obra esa tempestad de formas desproporcionadas, aparece en los retablos que Joaquín Bérchez nos acerca fotográficamente también a su manera. Encuadrando la imagen para revelar detalles inadvertidos y alternando en el video pintura y arquitectura como danzando entre sí, Bérchez va desplegando en su exposición el mismo diálogo que El Greco sostuvo entre lo terrenal y lo celestial.
Pilastras estriadas y anguladas, vista cenital de alguna bóveda, detalles de capiteles, de fustes columnarios o de diversos retablos, en Illescas o el propio Toledo, conforman la orografía de El Greco Architeto, según la singular percepción de Bérchez. Un recorrido por la pintura del manierista atormentado, que Joaquín Bérchez realiza tomando como referencia el insigne marco que la contiene.
Sin duda, algo más que retablos es lo que nos ofrece la exposición del Centro del Carmen. Porque al igual que la pintura de El Greco parecía querer salirse del cuadro, también la arquitectura en la cual se enclavaba ofrece dudas acerca de sus límites. Esa sensación de continuo desarraigo o perpetua disgregación, ya sea por disolución de las formas o realidades entreveradas, es lo que revela la exposición El Greco Architeto. Una maniera diferente de celebrar el cuarto centenario del fallecimiento de Doménico Theotocópuli, artista incomprendido y silenciado durante siglos y desde hace ya tiempo objeto de académicas y, a veces, de luminosas interpretaciones. Como la de Joaquín Bérchez.
El historiador y sociólogo del arte Arnold Hauser apuntó que la pintura de El Greco, Doménico Theotocópuli (1541-1614), llegaba a disolver las formas terrenales. Todo lo sólido, incluido el orden que la perspectiva favorecía, era “liquidado” por obra y gracia del artista cretense afincado en Toledo. De forma que la realidad, valga el juego de palabras, aparecía deformada, transmitiendo ese punto de irrealidad que media entre el reino de los vivos y el de los muertos. El manierismo de El Greco no se manifestó únicamente en su pintura, sino que se alargó, tanto como sus figuras, al terreno de la arquitectura que él también exploró.
Joaquín Bérchez se hace cargo de esta última faceta menos conocida de El Greco, en la exposición ‘El Greco Architeto, algo más que retablos’. Exposición que mediante 15 fotografías y un video subraya la importancia del marco arquitectónico en la obra del autor de ‘El entierro del señor de Orgaz’, uno de cuyos detalles aparece en una de las imágenes expuestas en el Centro del Carmen.