La pandemia del coronavirus y el estado de alarma, con el confinamiento añadido, tumbaron desde el mes de marzo muchas fiestas destacadas por su relevancia e interés turístico internacional o nacional. Se empezó con fiestas más generales como las Fallas -inicialmente aplazadas, València las trasladó a finales de julio, aunque es dudoso que lleguen a celebrarse-, pero también cayeron otras locales como la Magdalena de Castelló o los Moros y Cristianos de Alcoi.
Por las fechas, la suspensión afectó también a la Semana Santa y Pascua de forma general. A continuación, también se suspendían las fiestas vinculadas a Sant Vicent, como las de la Vall d'Uixó (aplazadas sin fecha). Todavía en primavera, los Moros y Cristianos de Banyeres (del 23 al 25 de abril) y de Elda (última semana de mayo) también se han aplazado, las primeras sin fecha y las segundas a septiembre.
Tras las fiestas primaverales, el horizonte se situaba en las de verano, y las que abren oficialmente la estación son precisamente las Fogueres de Sant Joan de Alicante, que también se han aplazado a la primera semana de septiembre.
Siguiendo en las comarcas alicantinas, se han suspendido en la Vila Joiosa sus Moros y Cristianos que se celebran la última semana de julio. La misma suerte han corrido en el mismo mes los 'Bous a la mar' de Dénia. Ya en las comarcas valencianas, Alzira ha suspendido sus fiestas de Sant Bernat de mediados del mismo mes.
No solo la proximidad de las fiestas obligaba a tomar decisiones, sino que los contratos para los conciertos y cualquier otra logística debían empezar a firmarse, y eso acorta los límites. Es el caso de Buñol, que tenía que encargar los cerca de 150.000 kilogramos de tomates que se usan para la Tomatina, una munición en la que el Ayuntamiento gasta 100.000 euros. Esto ha llevado a un anuncio bastante anticipado de la suspensión de la fiesta que se celebra la última semana de agosto, y que tendrá que aplazar así la conmemoración de su 75 aniversario.
Otra fiesta de gran historia y tradición es el Misteri d'Elx, que este pasado martes decidía suspender las representaciones habituales alrededor del 15 de agosto “con el objetivo de garantizar la seguridad de los cantores, de los operarios y operarias que participan en las representaciones y de los ilicitanos e ilicitanas en general”, dado que las representaciones atraen a una asistencia masiva de público.
Tras estas cancelaciones, hay otras fiestas cuya celebración ya se está tambaleando. Es el caso de la Fira de Xàtiva, que tiene lugar del 15 al 20 de agosto, y que anunciará la primera semana de junio si se suspende. Se trata de una celebración que cuenta con más de 750 años de historia, aunque el alcalde Roger Cerdà ya se ha mostrado pesimista. En Ontinyent, se decidirá en la primera semana de mayo sobre los Moros y Cristianos de finales de agosto, pero la Junta de Festeros ya ha avanzado que se decanta por suspenderlos.
Dada la situación, la posibilidad de celebrar las Fallas de València en julio, que se anunció cuando se suspendieron en sus fechas originales de marzo, obliga a mantener un control de asistencia a los actos para que se pueda cumplir con la normativa que parece difícil, aunque la decisión definitiva se tomará a principios de junio.
Las fiestas mencionadas son algunas de las más destacadas del territorio valenciano, pero pronósticos similares planean sobre decenas de otras fiestas de las comarcas valencianas que suelen celebrarse durante los meses de verano. Sus actos masivos están ahora bajo la lupa.