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El interior de Castellón, tierra de guerrillas

Maquis, durante la Guerra Civil / Foto de Constantino Suárez que aparece en 'Equí y n'otru tiempu', de Ramon Lluís Bande

Belén Toledo

Castellón —

La comarca más septentrional de Castellón se llama Els Ports porque está llena de montañas altas y barrancos profundos. Es precisamente esa orografía escarpada y de difícil acceso una de las razones por la que este territorio, además de algunas zonas de las comarcas limítrofes del Bajo y Alto Maestrazgo, han albergado guerrilleros en numerosos conflictos armados.

Ha sido “un territorio insurgente en todas las etapas de la historia”, en la definición formulada por Josep Sánchez Cervelló, catedrático de Historia de la Universidad Rovira i Virgili, uno de los conferenciantes que se citaron desde el viernes hasta el domingo en Portell de Morella (Castellón) en las jornadas “Maquis i masovers als Ports”.

Sánchez Cervelló citó la guerra del francés, las guerras carlistas y la presencia del maquis -la guerrilla antifranquista- durante varios lustros después de la guerra civil como los conflictos contemporáneos en los que Els Ports ha albergado guerrilleros. El territorio era propicio debido a sus condiciones geográficas, pero también por sus malas comunicaciones. El historiador destacó otro factor: el de ser un “territorio refractario al Estado, que sólo aparecía para cobrar tributos y llevarse jóvenes a la guerra”.

Represión de la población civil

Raül González Devís, autor del libro “Tragedias silenciadas. Represión franquista y maquis en las comarcas del norte del País Valenciano” y ponente también en estas jornadas, añadió otros factores: “El poblamiento disperso, en masías, que brindaba la posibilidad de alimentarse. También es un territorio que se ha ido empobreciendo”. Por eso, concluyó, “emergieron partidas contrarias al régimen que pudiera haber”.

En su libro, Devís ha documentado la lucha que el régimen franquista emprendió contra los maquis a través del escarmiento de los civiles: “El 70% de los muertos que yo he documentado no eran guerrilleros, eran población civil que cooperaba con las partidas o gente que tenía antecedentes de izquierdas y eso los convertía en sospechosos”.

El historiador destaca que el asunto fue durante décadas silenciado en la comarca debido al miedo: “Son historias desconocidas porque en muchos pueblos ha perdurado la ley del silencio. Solo ahora se empieza a romper el tabú. Y todavía el nivel de estudio sobre el maquis no está al mismo nivel que otros temas”.

En este sentido, Sánchez Cervelló también se refirió a la represión de la dictadura franquista sobre los vencidos. Explicó que “la guerra civil acabó el 20 de noviembre de 1975, porque hasta la muerte de Franco se prolongaron los homenajes”. El catedrático citó, además, los honores que el dictador recibe en la actualidad, como la existencia de la fundación Francisco Franco.

Tras décadas de olvido, exhumaciones

Los maquis ocuparon las montañas de Castellón a partir del año 1945, cuando se formó una partida independiente con hombres del territorio que huían de la represión. Durante los meses siguientes, se reunieron con guerrilleros venidos de Francia y también de una guerrilla urbana de Valencia. Así surgieron los sectores 17 y 23 de la Agrupación Guerrillera del Levante y Aragón (AGLA). La composición de las partidas era muy “hetereogénea”.

Había diferencias en el grado de compromiso ideológico con la causa, y también en la procedencia de los guerrilleros: había personas que lucharon con el bando republicano en la guerra y también masoveros perseguidos por la Guardia Civil debido a su colaboración con ellos, entre otros.

Torturas y ejecuciones

En las jornadas participaron, además, los coordinadores del grupo de arqueología funeraria Paleolab, que desde 2005 ha participado en la búsqueda, exhumación e identificación de desaparecidos en el territorio del AGLA, concretamente en las provincias de Castellón, Cuenca, Teruel y Valencia. Explicaron que consiguieron encontrar los cadáveres en siete ocasiones, pero la búsqueda fracasó en otros cuatro.

Según explicó la arqueóloga de Paleolab Elisa García-Prósper, una de las razones es que es difícil situar con exactitud las enterramientos: “A veces los informantes eran en ese momento niños de 10 ó 12 años a los que se ponía a cavar fosas y que tienen recuerdos difusos”. No obstante, se han podido recuperar 46 víctimas, de los cuales el 26% eran guerrilleros y el resto eran enlaces o puntos de apoyo.

Manuel Polo, médico forense y miembro también de Paleolab, detalló las técnicas utilizadas para la identificación y también el estado de los cadáveres. “Todos los esqueletos tenían lesiones de todo tipo” que muestran “un catálogo del horror”. Las más habituales eran las de bala en la nuca, “que nos habla claramente de una ejecución”.

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