Joan Fuster, el ensayista que divulgaba desde el País Valenciano a Picasso o André Gide en pleno erial franquista
“Un arlequín, la répasseuse, unas mujeres elefantíacas, las guitarras dislocadas, Guernica, coinciden en denunciar una visión trágica —algunas veces, también como Goya, grotesca— del mundo. Así lo reconocen aquellos a quienes repugna la pintura picassiana”. El intelectual Joan Fuster (Sueca, 1922-1992), el más importante ensayista del País Valenciano durante el siglo XX, trazó una singular visión de la crítica cultural en pleno erial franquista desde su casa de la capital de la comarca de la Ribera Baixa, convertida hoy en día en museo. Atraído por la modernidad europea, Fuster aprovechó los resquicios de la prensa del régimen, un lamentable compendio de naderías y propaganda, para colar todo aquello que se leía al norte de los Pirineos y, además, con una visión propiamente valenciana. “Los lectores de Gide suelen ser, hoy, fulanos honorables, académicos, incapaces de matar una mosca”, escribió en La Vanguardia.
Virginia Woolf, Michel de Montaigne, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, George Orwell o Franz Kafka son algunos de los autores que desfilan por las páginas de Escritos de crítica cultural (Publicacions de la Universitat de València, 2002), una compendio editado en castellano por los especialistas Salvador Ortells y Francesc Pérez Moragón coincidiendo con la celebración del Any Fuster. “La idea nace informalmente en una cena con Paco Pérez Moragón, Artur Heras, Màrius Garcia Bonafé, Anacleto Ferrer y Josep Salvador”, explica el director del Espai Joan Fuster, Salvador Ortells. “A partir de ahí pensamos en la posibilidad de hacer un libro dedicado al ámbito hispánico, editado en castellano con esta intención, para dar a conocer su vertiente de crítico cultural”, apostilla.
En 1979, la revista Actualidad Económica, tal como recuerda Francesc Pérez Moragón en el apunte biográfico inicial, situó a Joan Fuster como uno de “los 100 españoles más influyentes”. Vilipendiado sistemáticamente por la derecha valenciana, con atentados terroristas incluidos, la obra de Fuster ha sido centrifugada por el centralista y más bien humilde panorama cultural español hacia los territorios de habla catalana, donde es un autor de primer orden para varias generaciones.
“Joan Fuster”, explica Salvador Ortells, “se basa en el concepto de cultura satélite del poeta T. S. Eliot”. La modernidad del ensayista de Sueca consiste en “acceder a la cultura universal sin la interposición de la cultura castellana, a base de traducciones y de estar conectado con realidad internacional”, agrega el autor de la introducción, titulada Joan Fuster o la habilidad inquisitiva.
El libro, editado por dos especialistas que publicarán próximamente una biografía sobre el ensayista de Sueca, se divide en tres partes: crítica literaria, artística y musical. “Todo ese amplio abanico de intereses de Fuster lo hace desde el País Valenciano y en castellano porque no tiene más remedio”, recuerda Ortells.
Sobrevivir al erial
El compendio incluye escritos en la prensa del Movimiento, como Levante o Jornada, y también en las revistas Jano o Verbo, editada por Fuster y el escritor José Albi entre 1946 y 1958. “El padre de José Albi tenía contactos en altas instancias del franquismo y hace que lleguen a su hijo y a Fuster revistas francesas”, recuerda Ortells. En pleno desierto cultural del régimen, el intelectual de Sueca “busca en librerías de viejo o por la vía clandestina y también en bibliotecas de amigos mucho mejores que la suya”. “Accedían como podían porque todo llegaba con cuentagotas”, señala el editor de la obra. “Con los intelectuales de entreguerras, como Sartre o Camus y toda esta tropa, no se hacen con ellos hasta la década de 1960”, agrega Ortells.
Los Escritos de crítica cultural se nutren también de multitud de textos de dos de sus más importantes ensayos: “Hay una presencia importante de dos libros capitales en la critica cultural de Fuster, Diccionari per a ociosos y El descrèdit de la realitat”, su primeriza obra con una notable influencia de Eugeni d'Ors y de José Ortega y Gasset.
“Fuster vive de escribir, a veces escribe sobre cosas que no son el tema que más domina, pero tenía una gracia especial (o la habilidad inquisitiva) para buscar asuntos y saber relacionarlos con conocimientos que él tenía, haciendo conexiones entre diversas disciplinas y llevándoselo a su terreno. Era muy inteligente en ese aspecto”, concluye Salvador Ortells.
19