De Ontinyent a Bruselas, de Belgrado a Alfàz del Pi. La odisea de las mamás belgas, el grupo de mujeres judías que trabajaron de enfermeras en España durante la guerra civil, ha interesado y conmovido a los habitantes de los cuatro puntos cardinales. El documental Les mamàs belgues, realizado por Sven Tuytens que relata por primera vez su odisea, se verá también en otros festivales internacionales como el Ekurhuleni International de Sudáfrica. El Centro Juan Carlos I de España de la Universidad de Nueva York y otras instituciones culturales se han interesado por él y, gracias a la intervención del hispanista Paul Preston, se proyectará en Londres, en la London School of Economics, el próximo diciembre.
Todo empezó por una foto. Una imagen que representa a un grupo de mujeres en cuyos semblantes se trasluce cierta expresión de alivio. Fue captada en Barcelona, en 1937, y la mayoría de ellas eran judías que llegaron a España por medio de los sindicatos belgas huyendo de las primeras persecuciones nazis y que realizaron una gran labor como enfermeras en el Hospital Militar Internacional de Ontinyent.
Más de 80 años después un documental relata la odisea de estas mujeres atrapadas entre dos guerras y marcadas por la tragedia, pues muchas acabaron en campos de exterminio nazis. Les Mamàs Belgues es un proyecto de Sven Tuytens, corresponsal de la Radiotelevisión belga en España desde hace seis años que ha contado con el apoyo económico del Área de Igualdad de la Diputación de Valencia, el Ayuntamiento de Ontinyent y el asesoramiento del profesor de Didáctica Joan Torró.
“La idea del documental surgió de la foto de esas mujeres que encontré en el Centro de Estudios de la Segunda Guerra Mundial de Bruselas dirigido por Rudi Van Doorslaer”, dice Tuytens. “En los años ochenta el director de dicho centro escribió un artículo sobre ellas, y pensé que sería muy interesante conocer a fondo su historia. Los episodios de esa época están casi siempre protagonizados por hombres, los combatientes y brigadistas”.
Debido al largo tiempo transcurrido, la idea podría haber acabado en agua de borrajas, pero la buena estrella condujo el proyecto a buen puerto. Fascinado por la historia, Jorge Rodríguez, exalcalde de Ontinyent y presidente de la Diputación, apostó por financiar el filme y los franciscanos que ocupan el vetusto edificio que fue Hospital Militar no pusieron ninguna pega para que se convirtiera por unos días en plató de rodaje. “Me dijeron que no nos dejarían rodar porque la guerra les traía malos recuerdos, pero los padres franciscanos me recibieron con los brazos abiertos y nos dieron todas las facilidades, tal vez por ser un interlocutor extranjero, alguien neutral”, comenta Tuytens.
La centenaria Rosariet
La aportación del profesor Joan Torró que conocía a fondo la historia por ser natural de Ontinyent fue fundamental. A través de él se conectó con Rosariet, una anciana de 96 años que siendo muy joven trató a las Mamás belgas, como las llamaban cariñosamente los habitantes del pueblo. “Su testimonio es el hilo conductor del argumento, un elemento esencial”, indica Tuytens.
Con un presupuesto de 50.000 euros, el documental se rodó en noviembre de 2015 a lo largo de una semana por la productora valenciana Primera plana. Dura 26 minutos y se ha doblado a varios idiomas: castellano, valenciano con subtítulos en inglés, francés y neerlandés. Incluye imágenes inéditas cedidas por la Filmoteca valenciana como las que captan la llegada a la ciudad de 16 ambulancias donadas por Bélgica a principios de la guerra civil.
Además de las belgas, trabajaron en el Hospital Militar mujeres procedentes de Holanda, Argentina, Cuba y países del este de Europa como Polonia, Rumanía y Hungría que empezaban a sufrir el efecto de los progroms antisemitas alentados por el nazismo. Muchas carecían de conocimientos de medicina pero eso no les impidió realizar una inestimable labor. Resistieron el avance franquista y un par de semanas antes del fin de la contienda partieron a Argelia francesa y desde allí regresaron a Europa. Unas se sumaron a la Resistencia y otras acabaron en los campos de exterminio entre ellas una que había sido madre durante su estancia en Ontinyent; con ella también murió su hijo de cuatro años, nacido en tierras valencianas.