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CV Opinión cintillo

¿Se acuerdan de la CAM?

28 de septiembre de 2021 19:34 h

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La banca siempre gana. Alguno habrá que conservará todavía una descolorida libreta de ahorros de la Caja de Ahorros del Mediterráneo. La CAM fue la cuarta caja de España y el lugar blindado en dónde depositaban alegremente sus ingresos muchos valencianos y algún que otro murciano. Aquella libreta, que custodiaba sus sueldos y registraba sus gastos, es hoy una reliquia financiera de un episodio económico por el que una banda de políticos sin entrañas desvalijó impunemente aquella caja de caudales. Luego se inyectó dinero público para sanearlo y llegó el Banco de Sabadell para llevarse crudo los restos de aquel cadáver mercantil por un simbólico euro.

Con aquel cataclismo financiero, con aquella “Dana” económica, que arrasó también a Bancaja y al Banco de Valencia, se fueron al garete miles de trabajadores que creían haber pillado un empleo sólido, estable y cerca del mar y también pagaron el pato muchos incautos clientes que vieron desaparecer sus ahorros con diversos timos como las preferentes. Algunos trabajadores se salvaron de quedar engullidos por aquel temporal siniestro y fueron traspasados como muchos clientes a un banco, el Sabadell, que figuraba en el ranking de los más solventes del país.

Aquellos supervivientes del hundimiento de la CAM respiraban tranquilos: estaban a salvo. Pues bien llegó la COVID, y ese banco aprovechó la incertidumbre y propuso una pandemia laboral paralela. A principios de este año efectuó un ajuste de 1.800 empleos y, como siempre ocurre, su cotización creció algunos enteros. Luego, en mayo ofrecieron 500 prejubilaciones pactadas y los beneficios, por los supuestos ahorros de costes en salarios, volvieron a subir y los accionistas volvieron a recompensar la audacia laboral de los jefes de recursos humanos. Los inversores huelen la sangre de la mano de obra a distancia. Los despidos a mansalva son bien recibidos en el parqué. El Sabadell está siendo especialmente cruel y despiadado con sus trabajadores.

Los rumores de la presunta absorción por parte del BBVA también subió la cotización del banco. Esa jugada a dos bandas fracasó pero el Sabadell seguía ofreciendo buena aceptación en el mercado. Ahora decretan otro golpe de tijera: a finales de agosto se anunciaba otra vuelta de tuerca que puede afectar a otros 1.900 empleados atónitos ante la facilidad con que el Consejo de Administración realiza estos severos ajustes. Anuncian además el cierre masivo del 30 por ciento de las actuales sucursales. Las movilizaciones sindicales han comenzado ya incluyendo las ciudades de Alicante y Valencia y, claro, el banco se ha apresurado a decir que se replanteará la cifra de despidos.

Así no es de extrañar que en lo que llevamos de año, las subidas de ese banco asciendan al 100 x 100 en su cotización bursátil, aproximadamente el doble que el Bankinter y el BBVA y más de tres veces la revalorización de los dos buques insignias del Ibex 35: el Santander y Caixabanc. Esta sangría laboral ha sido denunciada por CCOO arguyendo que este año los beneficios superan el 50 por ciento, que se han contratado a nuevos profesionales y que la demanda bancaria crece con la salida de la crisis sanitaria. Es, ha dicho la UGT, un insulto a toda la plantilla.

Ese banco mediano sigue siendo una presa fácil. Una vez limpio de “excedentes laborales” se convertirá de nuevo en una enorme tentación para los grandes tiburones del mercado de capitales, ya que previamente les habrán hecho todo el trabajo sucio. Una nueva fusión podría dar pie a otra catarata de despidos. Hay que ver lo vulnerables que son los trabajadores a las oscilaciones de las cotizaciones bursátiles. En un año fulminarán a una quinta parte de los sufridos currantes del banco. La última quita supondrá la salida de 1900 empleados de los más o menos 15.000 que todavía forman la plantilla. Que conste que ni tengo cuentas en ese banco ni conozco a ningún empleado. Da lo mismo; podrían ser familia mía o de usted.

¿Se acuerdan de la CAM, una gran entidad con sede en Alicante? Su ruina la hemos pagado todos a escote con creces. ¡Vaya gestores manirrotos y delincuentes tuvo! El resultado es que los valencianos nos quedamos sin bancos propios. Y lo peor de todo es que lo seguiremos pagando.  

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