Escribo estas líneas unas horas después de conocer la dimisión de Yolanda Díaz de su cargo de coordinadora de Sumar. Como persona que siempre he trabajado políticamente en la izquierda de la socialdemocracia española me pregunto con preocupación qué debemos hacer ahora, recordando el título de un libro famoso del gran revolucionario ruso que leí en mi juventud.
Vaya por delante mi reconocimiento al gran trabajo realizado por Yolanda Díaz como titular del Ministerio de Trabajo. Ayer mismo pudimos leer que la subida del salario mínimo que ella negoció ha sacado de la pobreza a un millón de trabajadores en España. Y la afirmación no es de un panfleto de un grupo de izquierdas, el informe que lo demuestra proviene del Fondo Monetario Internacional. Al igual que la misma OCDE, que reconoce que la reforma laboral ha reducido la temporalidad de forma muy importante en España. Y como valenciano, saludo el efecto positivo que estos cambios han tenido en los trabajadores de mi país de la misma manera que estoy seguro de que han influido positivamente en los trabajadores de cualquier otro territorio español.
Pero los resultados electorales de Sumar han sido malos en estas pasadas elecciones europeas. Tampoco fueron buenos los resultados que obtuvo en Cataluña, País Vasco o Galicia, dejando claro que algo no está funcionando bien en el seno de Sumar. En el País Valencià las cosas han ido relativamente mejor. Hemos obtenido los mejores resultados de Sumar de todo el Estado y hemos conseguido un eurodiputado, nuestro compañero Vicent Marzà. Pero tampoco han salido las cosas para tirar cohetes si las comparamos con las anteriores elecciones generales, autonómicas o municipales. Es obligado reflexionar en qué nos hemos equivocado y en qué podemos y debemos mejorar. Un elemento llama la atención poderosamente cuando analizamos los resultados: la correspondencia casi perfecta entre tener los mejores resultados en un municipio o en un barrio y disponer de colectivos organizados de Compromís en el mismo, haciendo realidad el clásico planteamiento de Gramsci: “Las ideas no viven sin organización”.
Esperando y deseando que dispongamos de un período de tiempo alejado y libre de procesos electorales, nuestra tarea en el País Valencià pasa sin duda alguna por consolidar la organización de Compromís con las siguientes características y rasgos fundamentales:
1. Articular, de una vez por todas, nuestra organización como una federación de partidos que supere nuestra situación actual de mera coalición electoral.
2. Desarrollar una federación de modo que permita la participación activa de todas las personas, incluidas las no afiliadas a ningún partido, mediante sistemas de democracia de base. Con una estructura federativa más parecida a Bildu, que potencia el carácter unitario de la organización, que a la antigua Convergència i Unió, basada casi exclusivamente en una mera unión de partidos.
3. Consolidar Compromís como una fuerza plural, con partidos políticos en su seno pero con la capacidad operativa propia de una fuerza política unitaria con la firme voluntad de unir a todas las personas y organizaciones de la izquierda transformadora de nuestro país y de ser el elemento vertebrador y cohesionador de la izquierda valenciana.
4. Mantener una posición crítica y sin complejos con el Partido Socialista en todos los elementos que nos separan de sus posiciones políticas (ampliación del puerto y del aeropuerto, financiación autonómica, derecho civil valenciano, posicionamiento sobre el Sahara, etc.)
5. Mantener una posición, también sin complejos, de colaboración con el Partido Socialista en todos aquellos aspectos en los que coincidimos y podemos alcanzar una posición de gobierno común para transformar nuestro país.
Pero nuestro país está en España y no podemos olvidar que muchas de las cosas que más afectan a los valencianos son las mismas que afectan a todos los españoles. Lo que ocurra en Sumar, aunque no estemos en su estructura organizativa, nos afecta a todos los niveles y por supuesto también desde un punto de vista meramente electoral. Basta mirar los resultados que obtiene Compromís cuando vamos en coaliciones estatales o cuando hemos ido solos en unas elecciones generales o europeas. La realidad valenciana es como es: encuesta tras encuesta vemos como mayoritariamente los valencianos nos sentimos a la vez españoles en unas proporciones que resultan ser de las más elevadas de toda España. Y esto se refleja de forma indudable en los resultados de cualquier elección de carácter general. La consecuencia es clara: A nivel estatal y europeo debemos desarrollar políticas junto con las organizaciones similares a las nuestras.
Espero y deseo que un día, más pronto que tarde, desde la izquierda transformadora encontremos una fórmula organizativa coherente con la pluralidad de España, formada por naciones, nacionalidades y regiones, con cuatro lenguas oficiales como no ocurre en ningún otro país de la Unión Europea. En definitiva, España es el país de Europa con mayor nivel de pluralidad y complejidad. Evidentemente hay soluciones organizativas más sencillas que las que necesitamos: optar por el centralismo sin complejos modelo PP o PSOE o, en sentido contrario, optar por la independencia como postulan ERC, Bildu o BNG. El primer modelo no es solución pero tampoco creo que este último sea la solución adecuada en un mundo cada vez más globalizado en lo económico, financiero, tecnológico y de comunicación. Cada vez es más necesario conjugar el trabajo local con lo global.
Mis mejores deseos a todas las personas y formaciones que buscan y trabajan en una solución de futuro para Sumar. Estoy seguro de que seremos capaces de encontrar una fórmula organizativa en la que todos quepamos y nos sintamos cómodos, aunque soy consciente de que no es una tarea fácil. Decía Pepe Múgica que esperaba y deseaba que la izquierda aprendiera a valorar lo mucho que nos une y a minimizar lo poco que nos separa. Me apunto a sus deseos y esperanzas.
- Joan Ribó, exalcalde de València y portavoz de Compromís.