Hoy, 22 de febrero, es el día internacional de la igualdad salarial. Es ese día que las mujeres salimos a denunciar lo que en realidad nos pasa cada día, por el hecho de ser mujeres y, muy especialmente, por ser madres. Las firmantes hemos tenido que soportar que nos digan cosas como “sí, tu trabajo vale más de lo que cobras, pero si te lo subo malpensarán y, al fin y al cabo, no te irás porque, siendo mujer, nadie te pagará más”. En la última década la brecha salarial ha disminuido 10 puntos porcentuales, pero estamos lejos de alcanzar la igualdad salarial. Queremos desmenuzar algunos datos para ver dónde está el problema y qué podemos hacer.
Según datos del INE la diferencia en salario medio bruto anual entre mujeres y hombres es de un 22%. Mientras las mujeres cobramos de media 20.608 €, los hombres están en 26.392 €. La OIT en su Informe Mundial de los Salarios 2020-2021 calcula que en España los salarios de las mujeres se han reducido un 14,9%, frente al 11,3% de los hombres, durante el segundo semestre del 2020 teniendo en cuenta la pérdida de empleos y la reducción de horarios. La pandemia ha incrementado la brecha al 23%. Eso sería más o menos como decir que a partir del 8 de octubre, las mujeres trabajaremos gratis hasta final de año. O que la cantidad de salario que se nos sisa al conjunto de las mujeres podría llegar casi a un 4% del PIB.
Las mujeres cobramos menos porque los trabajos tradicionalmente desempeñados por mujeres son más precarios y peor remunerados y porque hay menos mujeres en puestos con salarios más altos (techos de cristal). Pero sobre todo por la reducción horaria, involuntaria o voluntaria, que tomamos muchas mujeres para poder, simplemente, sobrevivir cuando somos madres. Solo durante 2020, según CSIF, tres veces más mujeres que hombres tuvieron un empleo a tiempo parcial: 2.081.700 frente a 717.400. No tenemos datos aún de cuántas mujeres estresadas han tenido que reducir su horario durante el cierre de los colegios y el confinamiento de los niños, pero todo apunta a que se agranda la brecha.
El estudio “Child penalty in Spain” del Banco de España constató que el año siguiente al nacimiento, a las madres nos caen los ingresos hasta el 19,5% y esta tendencia continua 10 años después del primer hijo y se estabiliza en torno al 33% para las madres. El BCE indica que las madres reducen hasta un 9% los días trabajados y muchas cambian a empleos a tiempo parcial o contratos temporales. O piden reducción horaria por cuidado de hijos con la consiguiente reducción de salario, o renuncian a los de mayor responsabilidad y carga de trabajo. Así el desfase de género en salarios aumenta con la edad.
No puede sorprendernos que las mujeres españolas seamos las que menos hijos tienen (1,2) y las madres más tardías (31). Los hombres dedican de media la mitad de tiempo al trabajo de cuidados, no remunerado, que las mujeres. Tienen mayor peso en puestos directivos y en sectores mejor pagados. Digamos que a nosotras no nos da la vida y nos viene mal competir en quien está más disponible para trabajar fuera de horas, quedarnos a calentar la silla, o salir con el jefe a comer o tomar algo para tejer redes laborales que abran oportunidades. Quizás por eso es también más difícil acceder a los puestos directivos y mejor pagados. No competimos en igualdad.
Si aislamos la variable de la parcialidad y las reducciones de jornada y nos fijamos en el salario medio por hora trabajada, extrayendo de la ecuación las horas que dejan de cobrar las mujeres para duplicar su jornada con los cuidados, la brecha se reduce del 23% al 14%. Este dato es muy interesante porque nos puede ayudar a dar con una solución. Si todos tuviésemos horarios más racionales, unas no tendrían que sacrificar su salario y sus aspiraciones profesionales, y otros competirían con igual ventaja y tendrían la oportunidad, o no tendrían excusa, para disfrutar de las responsabilidades de cuidados.
En este sentido, la jornada de 32h con igual salario puede ayudar a aportar mayor equidad y reducir esta brecha salarial hasta en 9 puntos. Tras la muy necesaria igualación de permisos de maternidad y paternidad, con la jornada de 32h, sea en su vertiente de 4 días laborables, como en la de 5 días con las tardes libres, padres y madres podrían organizarse mejor para compartir los cuidados, equilibrar los ingresos y que nadie tenga que renunciar a su salud o su carrera profesional. No solo los hijos serían grandes beneficiados, sino que las empresas, con trabajadores más descansados y felices, pueden aumentar su productividad.