“No tinc la clau que pot obrir la joia
ni la triomfal claror del cor que copsa
estreles
ni el secret de cap font ni un pal propici
on hissar l’hàlit estremit del dia“
Matilde Llòria. València, 1960
El estado del periodismo es una urgencia democrática. Sus dolencias también. A los periodistas han de dolerles las claridades. En el primer cuarto del siglo XXI la prensa – los medios de comunicación– están enfermos en el País Valenciano, en España, en Europa y en la galaxia mundial. Es en los períodos de guerra cuando se necesita más el combustible democrático que aporta la información. No cualquier tipo de noticias condimentadas de acuerdo con los gustos y preferencias del amo, del editor, del político de turno o del empresario y de los grupos de presión que los aleccionan.
Esfuerzo común
La información está obligada a ser necesaria, vital y generosa. No es posible ser desprendido y servir a la mayoría desde los cubículos del poder. Para repetir hasta la saciedad y emitir propaganda barata ya están los medios de comunicación de titularidad pública. Al modo que han sufrido los españoles en la época que Radiotelevisión Española ha estado al dictado de José Manuel Pérez Tornero, maestro del periodismo zafio al servicio del Partido Popular durante el gobierno de Pedro Sánchez. Un suplicio pernicioso y contra natura.
Diez años
El periódico digital, eldiario.es, ha celebrado recientemente en València su décimo aniversario con éxito y eco mediático. Al aire libre en el ágora de la plaza Mayor del Cap i Casal desde la Comunidad Valenciana para el público hispano con invitados internacionales.En los clichés de los tópicos domésticos se insiste en que la sociedad valenciana es abierta. Y lo es. Plural y necesitada de andamiajes que la respalden para superar los silencios y las barreras que se imponen desde una red anacrónica de medios de comunicación, públicos y privados. El entramado periodístico que ha perdido la conexión con sus orígenes y no encuentra su razón de ser. Las empresas de la información no son fábricas de tornillos ni negocios gastronómicos. Tienen alma y no se puede dejar que degeneren y fracasen sin coste social. No se pone en marcha un periódico cómo se abre un comercio o un restaurante. Cada medio de comunicación que descarrila o cierra es una herida abierta en la sociedad donde vio la luz y a la que sirve. Tampoco hay que equivocarse, los medios informativos no son servicios públicos. Responden al ideario de sus editores. La Comunidad Valenciana durante demasiado tiempo ha estado informativamente colonizada por empresas editoras ajenas a la idiosincrasia autóctona y a la causa de la libertad que ha de orientar al ejercicio del periodismo para que no pierda su raíz y su sentido.
La información no es secreto
El 1 de agosto y por el trámite de urgencia el Gobierno aprobó el anteproyecto de ley de Información Clasificada que modifica la ley de Transparencia de 2013 y sustituye a la norma franquista de Secretos Oficiales (1968), que la sacrosanta Transición a la democracia no ha considerado conveniente derogar hasta la actualidad, cuando sigue vigente. El Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CGTB) denuncia que el texto propuesto no mejora la legislación franquista sino que además es inconstitucional. De entrada, estima que es demasiada extensa la lista de materias que pueden ser declaradas secretas y cuyas consecuencias afectan a los periodistas y a los medios de comunicación que verían mermada su misión esclarecedora para informar veraz y suficientemente a sus lectores y audiencias. Es inquietante el eufemismo de llamar información clasificada para denominar lo que son secretos, decididos según el criterio de los organismos oficiales y la Administración del Estado. La extensa lista de temas y cuestiones que pueden declararse secretas, atenta contra la libertad de información y limita la necesidad que tienen los ciudadanos de conocer todo lo que puede afectar a su seguridad jurídica y al buen gobierno exigible. La otra prensa que no está mediatizada por los poderes fácticos –políticos, económicos, confesionales y corporativos– es la que ve lesionada su capacidad de servir a su público en la forma que éste se lo puede exigir. La fórmula más adecuada para lograrlo es convertir a los lectores y espectadores en socios. Al tiempo que periodistas y profesionales que los hacen posibles, sean sus accionistas participativos.
Tierra conquistada
El País Valenciano acusa una situación de insuficiencia informativa. Que se arrastra desde la hecatombe periodística consumada, durante y después de la guerra civil (1936-39), cuando se produjo la incautación de los principales periódicos editados en València, Castelló y Alicante: ‘La Correspondencia de Valencia’, ‘La Voz’, ‘El Pueblo’, ‘El Mercantil Valenciano’, ‘Las Provincias’, ‘El Diario de València’. A partir de 1939 únicamente se aprobaron los diarios que pertenecían a la Prensa del Movimiento: ‘Levante’, ‘Jornada’, ‘Hoja del Lunes’, ‘Mediterráneo’ (Castelló) e ‘Información’ (Alicante) . Se salvó el diario ‘Las Provincias’ (València), porque su director, Teodoro Llorente Falcó exiliado a San Sebastián– su hijo único fue asesinado durante la guerra–, se trajo la autorización desde Burgos para que el periódico reapareciera “tan pronto entren las tropas” franquistas en València. El periodista Martín Domínguez Barberá escribió de puño y letra que “no había buena voluntad en Burgos - donde estuvo el cuartel general de Franco– hacia ninguna ”prensa“ de Valèmcia y sucumbió toda –en 1939– incluido el ”Diario de València“-- católico, con innumerables mártires´, la Voz y la Correspondencia que no eran de izquierdas, ‘El Pueblo’, blasquista, desde luego y El Mercantil Valenciano, republicano- el primerísimo, que llegó a estar entre los tres rotativos con mayor tirada en España, cuya cabecera fue convertida en ‘Levante”, órgano del Movimiento franquista y de Falange. Sin ningún vínculo con el diario ‘El Mercantil', ni entonces ni ahora. Después hubo algunos intentos: ‘Al día’ en Alicante, el ‘Diario de València’(varias tentativas), ‘Noticias al día’. Todos ellos fracasados.
El sesgo predominante en la prensa valenciana es la docilidad en las cabeceras importantes y el seguidismo en las ediciones domésticas de los diarios de ámbito estatal.
Celo electoral
Se percibe un estado de estremecimiento ante los comicios municipales y autonómicos en la primavera de 2023. Designación de candidatos, pronunciamientos, descalificaciones del adversario y ausencia de políticas constructivas de apaciguamiento, Las consecuencias de la invasión de Ucrania han provocado el establecimiento de medidas excepcionales de economía y política de guerra. Las restricciones energéticas y la reducción de los recursos disponibles para las familias abren un escenario en el que es fundamental la misión informativa de los medios de comunicación con ecuanimidad y transparencia. Lejos de los enfrentamientos electorales y de las luchas internas en los partidos por escalar y conseguir el poder a cualquier precio. El primer objetivo tendría que plasmarse en líneas ilustrativas en la población estudiantil y a los adultos para explicar la misión de los medios informativos y la influencia de su trastienda. Preparar para discernir sobre los medios y acerca de los periodistas que emiten opinión desde periódicos y audiovisuales. El segundo, es ayudar a seleccionar los medios en función de la capacidad de gasto y del tiempo disponible para asimilar su contenido informativo y de opinión. La proximidad de elecciones y la insistencia en la interinidad y en descalificar a los gobiernos español, autonómicos y municipales, porque “no son de los nuestros”, son factores distorsionadores de la convivencia.
Excepciones y esperpentos
La excepcionalidad vasca y navarra, junto con el desideratum catalán, que tanto han enrarecido la capacidad de entendimiento y acuerdo para la gobernanza eficaz y productiva, minan el camino necesario del diálogo y comprensión supraterritorial. El fenómeno esperpéntico de la reciente eclosión del nacionalismo madrileño, coreado por la derecha y el extremismo fascistoide, es la gota que colma el vaso de los agravios por insolidaridad. Factor imprevisto en la construcción de la Transición a la democracia, en la Constitución y en el desarrollo del Estado de las Autonomías que rige en España. Los medios de comunicación y la política informativa de los gobiernos deberían contribuir a reconducir el Estado Social de Derecho desde la confluencia de intereses y líneas de actuación. Alejados de la escalada –política, fiscal,centro contra periferia, de prepotencia– entre los distintos territorios autonómicos que sólo pueden reencontrar su papel y sus beneficios en la participación. Como partes de un todo aglutinador, equitativo, ecuánime y ponderado.
Es urgente que se dé a conocer la naturaleza de los medios de comunicación, su fragilidad, su dificultad de arraigo, la tentación de los grupos de presión para controlarlos y la misión que les incumbe para informar y esclarecer la confusión que deliberadamente propagan los enemigos de la libertad y la democracia. Que sólo pueden existir y consolidarse a través de la información y de la misión honorable de la noticia imprescindible a través de los medios informativos diferentes.