Leo con sonrojo que las vacaciones de Semana Santa en las Cortes Valencianas son todavía más largas que las de nuestros escolares. Sus señorías celebraron el último pleno en el hemiciclo valenciano el pasado 10 de abril y no volverán a reunirse hasta el 10 de mayo. ¡Una auténtica pasión la de los diputados autonómicos valencianos!
¿Será para ver si expían sus pecados? A saber:
Soberbia. Fabra (Alberto) prefiere destinar a ‘maquillar’ su propia imagen dinero de todos los valencianos y que hasta ahora iba dirigido a mejorar un poquito la maltrecha sanidad y la castigada educación de la Comunitat. ¡Y lo hace sin despeinarse un ápice!
Gula. El Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJCV) ha pedido al Consell que le detalle todos los gastos en comida y viajes a propósito de facturas de hoteles aparentemente sin justificar y de la compra del ‘arreglito de cocido’ a cargo de las arcas públicas por parte de personal de confianza de Fabra (Alberto).
Lujuria. ¿Los 17 millones de euros al año que nos cuesta el aeropuerto sin aviones de Fabra (Carlos)? En mi opinión, tamaño despropósito sólo puede obedecer a la lujuria megalómana de algún responsable político que sabe que no se juega su dinero.
Codicia. ¿Qué es sino implantar el copago entre los ciudadanos dependientes o intentar que personas sin trabajo te abonen la atención médica en centros públicos porque nacieron en otro país?
Ira. La nueva ley del audiovisual valenciano para enterrar definitivamente Canal 9 (esa terrible arma de destrucción masiva a ojos del Ejecutivo autonómico) y de paso ‘legalizar’ emisoras afines al equipo de gobierno del Consell.
Envidia. La que ¡seguro! experimentarán los conocidos de los que les toque en suerte uno de los once trajes, cuatro americanas, dos abrigos y un pantalón regalados por la trama Gürtel al ex jefe del gabinete de la Conselleria de Turismo, Daniel Betoret, y que ahora el TSJCV donará a entidades benéficas.
Pereza. La de Camps (Paco) que declara desde su despacho del Consejo Jurídico Consultivo como testigo en el caso Noos y ni siquiera tiene que escribir sus respuestas, sino que las puede dictar al secretario judicial… ¡Todo un elogio a la pereza!
Pues eso, que viendo el panorama político en la Comunitat empiezo a entender que nuestros dirigentes necesiten casi cuatro semanas para recapacitar acerca de sus pecados, cumplir con la penitencia y así poder expiar su culpa.
Mi pregunta es: ¿Volverán renovados de este retiro espiritual?