En política las emociones son un factor crucial a tener en cuenta, aunque estas puedan fluctuar en cuestión de días. El aspecto sentimental salió a relucir este sábado en el recinto de Feria Valencia, donde el hasta ahora Bloc Nacionalista Valencià encara su octavo congreso y su refundación ideológica con el lema “revolució valencianista”. La estructura directiva saliente, mayoritaria en delegados y en apoyos, plantea la necesidad de abrir el valencianismo político para ensanchar su base social, para tejer un proyecto que sea capaz de construir mayorías en la izquierda. Como ya sucedió en el congreso de 1996 de Unitat del Poble Valencià, el valencianismo político comenzaba la nueva andanza con un cambio de nombre.
Entre finales de los noventa y principios de los dos mil buena parte de los actuales dirigentes se sumaron al Bloc, que abandonaba las siglas UPV y se embarcaba en la tercera vía valenciana. La refundación sirvió como germen de la coalición Compromís, que llegaría casi una década después y hoy es la segunda fuerza del Gobierno autonómico tras veinte años de hegemonía conservadora.
El VIII congreso del Bloc buscaba imitar la refundación de veinte años atrás. El punto fuerte de la ponencia estatutaria era el cambio de nombre a Més Compromís, que surgió de una consulta telemática con escaso apoyo de la militancia -un 30% de participación- y que se ha salvado con el voto favorable del 55% de los delegados asistentes al congreso. La cuestión sentimental, el apego a la vieja marca, incluso hasta una brecha generacional son los argumentos para explicar el ajustado porcentaje que respalda el inicio de la nueva etapa. En declaraciones posteriores a su discurso, la coordinadora saliente y aspirante a revalidar el cargo, Àgueda Micó, explicaba el rechazo de ese 43% como “una cuestión más emocional” y defendía que la modificación de la denominación del partido “puede servir estratégicamente para ocupar un espacio electoral más amplio” y ser una fuerza de cambio útil, que es el fin último de la ponencia y que su coordinador político, Vicent Marzà, ha subrayado en todo el proceso.
Los afines a la coordinadora restan importancia al descontento y creen que se irá diluyendo con el tiempo. “Lo iremos asumiendo como propio”, valoran algunos, más o menos entusiastas con la propuesta. La cuestión, apuntan, es fortalecer el partido. En otros territorios, los partidos nacionalistas o en defensa del autogobierno han ido cambiando de marca política constantemente. Vascos, catalanes, gallegos o baleares han hecho bailar sus siglas en la última década, tanto al sumarse a confluencias como en solitario, y su espacio político no se ha visto alterado. Algunos dirigentes lamentaban que el congreso que busca ampliar el valencianismo político quedara eclipsado por una cuestión endogámica, pero confían en que el tiempo y la gestión en el gobierno autonómico sirvan para fortalecerse.
Por su parte, la rama crítica que encabeza Àlex Ruiz e integra a corrientes como Bloc i País cree que el partido debería reflexionar sobre si tiene apoyo suficiente para encarar el cambio y conseguir arraigo de la marca. Esta candidatura insiste en remarcar el carácter nacionalista de la formación como seña de identidad. Varios delegados criticaban este sábado que no ha habido proceso de debate y que en 30 segundos por intervención no puede argumentarse un cambio tan drástico. El ajustado respaldo anticipa un resultado similar en las votaciones de la Ejecutiva de este domingo, consideran.
Aprobada la gestión política con amplia mayoría
Pese a que el cambio de nombre protagonizó la división y apagó la euforia, la gestión de la coordinadora política y su propuesta de estatutos ha sido ratificada con amplia mayoría. El informe de gestión, un balance de los últimos cinco años de trabajo en el partido pero también del gobierno autonómico y los municipales, fue apoyado por 366 delegados, el 77% de los participantes -aunque acreditados había cerca de 600- y la ponencia estatutaria global ha sido ratificada por el 78% de los delegados presentes en la votación, 306, con solo 71 votos en contra. El respaldo mayoritario postula a Micó como favorita de la formación para revalidar el liderazgo y evidencia los apoyos a la gestión del Gobierno del Pacto del Botánico, donde el Bloc dirige las conselleries de Educación y Economía Sostenible. La apuesta por reforzar Compromís, por los gobiernos de coalición y por las políticas de izquierdas, con acento en el escudo social, es más que evidente.
Además de pasar a llamarse Més Compromís, el partido valencianista integrará el feminismo, el ecologismo y el antifascismo en sus estatutos, con una ponencia avalada por la práctica totalidad de los delegados y defendida por el diputado en las Corts Valencianes Fran Ferri. Antes de la intervención, el congreso ha guardado un minuto de silencio en repulsa a la agresión homófoba de la noche de San Juan.
Integrar o no siempre ha sido la cuestión en los debates orgánicos de los partidos políticos. La existencia de una rama crítica en el congreso de refundación, del que el partido aspiraba a salir unido, suaviza el entusiasmo por la nueva etapa. Las porras en los pasillos del recinto ferial apuntan a que la corriente que propugna conservar la “esencia” nacionalista podría tener un 30% de los apoyos, que le daría peso importante en la estructura ejecutiva. No obstante, pese a la clara división respecto a la marca política, el 67% de las enmiendas a las ponencias han sido pactadas entre ambas candidaturas, la gestión de la dirección de Micó fue respaldada por cerca del 80% de los representantes y el debate interno no parece exceder de la cuestión identitaria y sentimental. Pero la política siempre se mueve en el ámbito emocional. El tiempo y los procesos electorales marcarán el resto.