El regalo del título de valenciano, otro golpe a las políticas lingüísticas: “La mentira de la imposición solo la compran los partidarios de su extinción”
El pasado 30 de septiembre, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, inauguraba el acto de presentación del 9 d'Octubre anunciando la donación de más de 337.000 certificados de valenciano para el estudiantado que finalizó sus estudios en Secundaria, Bachillerato y/o Selectividad desde el curso 2008/2009.
Esta norma, de carácter retroactivo y que se incluye en el artículo 16 de la polémica ley de Libertad Educativa, certifica los niveles B2 y C1 dependiendo de la nota y de los niveles de educación cursados: se le otorgará título de B2 a aquellas personas que han superado la asignatura de valenciano en los dos cursos de Bachillerato; y el C1 si en la media de la asignatura se ha obtenido un 7 o más, o en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU). Para los alumnos de este curso escolar vigente, los centros educativos serán quienes gestionen la entrega del reconocimiento a los alumnos que superen los requisitos. El documento acreditativo llevará el sello de la Junta Qualificadora de Coneixements del Valencià (JQCV).
Según declaraciones textuales de Mazón, esta medida sirve para “acabar con la etapa de imposición que solamente alejaba el valenciano en vez de promocionarlo y reconocerlo”, palabras que han suscitado un revuelo en redes sociales como X (antiguo Twitter), entre las que se encuentra el síndic de Compromís y miembro de la oposición, Joan Baldoví.
En 24 horas, ya se habían registrado más de 15.000 descargas, según un comunicado de la Generalitat.
“No me parece nada justo que la gente obtenga el título sin pasar una prueba específica. Por mucho que hayas estudiado siempre en valenciano, no significa que tengas la capacidad oral y escrita para usar correctamente la lengua. Hay personas que no son valencianohablantes y que siempre lo han detestado y ahora también pueden obtenerlo. Es un desprecio hacia nuestra cultura, cosa que no sucede con otras lenguas extranjeras y de las que no regalan títulos”, denuncia N.A, estudiante de Filología Catalana.
En línea similar, Gal·la Martí, filóloga y profesora de catalán, insiste en que es un ataque para dinamitar el valenciano de la Administración: “Aunque piensen que están dándole valor y demostrando que es fácil obtener el título, lo que consiguen es menospreciar a los profesionales de la lengua”.
En base a l'InformeCAT 2024, elaborado por la Plataforma per la Llengua, en el período de sesiones de la décimo primera legislatura de las Corts, que comprendía desde finales de junio hasta diciembre de 2023, los miembros del Gobierno solamente usaron el valenciano un 4,4% del tiempo (solo 7.628 de las 173.910 palabras se pronunciaron en valenciano). En cuanto al presidente, la mayoría de las intervenciones fueron en castellano, exceptuando el 2,8%.
“Estrategias falaces para ganar discursos”
“Cualquier persona con un mínimo de conocimiento histórico, sabe que desde el Decreto de Nueva Planta se prohibió la enseñanza del valenciano y se promocionó el uso del castellano, que se incrementó durante el Franquismo. Lo que ha dicho Mazón son habladurías. Ese discurso lo compran los partidarios de su extinción. No existe una persecución de la lengua a nivel social, sino por parte de los sectores de la derecha y la ultraderecha”, sentencia Rafa Xambó, profesor honorario de Sociología en la Universitat de València.
A estas declaraciones, se suma Natxo Escandell, profesor de secundaria y doctor en Historia Contemporánea. Según él, “excusarse en la imposición de la lengua es una estrategia falaz que gasta el PP para ganar batallas”. Asimismo, añade que aunque el debate de certificar el título lleva planteándose en gobiernos anteriores (idea que nació de la que fue consellera de Educación, Raquel Tamarit, en las dos legislaturas pasadas), el Consell de Mazón lo ha recogido y le ha dado “forma jurídica”: “Hay que blindar la lengua. Estamos acercándonos a un mundo cada vez más globalizado donde el grande superará al pequeño. Estamos en una deriva conservadora que se contrapone a cualquier identidad que no sea la española, y por lo tanto, que no use el castellano”.
Además, considera que el profesorado tendrá que hacer frente a una presión añadida sabiendo que con un 7 se puede conseguir una acreditación. Sin embargo, la filóloga Gal·la Martí confía en que los compañeros de profesión no “lo pondrán tan fácil y que no regalarán los notables”.
En cuanto a Xambó, preguntado por si existe alguna relación de desaparición de la lengua con el menosprecio de la administración, el sociólogo asegura que las palabras del Consell no tienen efectos en los usos sociales de la lengua. Así es como lo refleja también el estudio citado: concretamente, en 2021, el 55,4 % de los habitantes de la Comunitat Valenciana no usaban habitualmente el valenciano con su núcleo familiar. Sin embargo, el 9,4 % de quienes no lo hablaban en casa lo usaban ocasionalmente con amigos. Además, se estima que un 15,9% lo empleaban en su entorno laboral, a pesar de no hacerlo con las personas más allegadas.
Por el contrario, Martí asegura que la supervivencia del valenciano está deteriorándose cada vez más en las grandes ciudades, aunque también está alcanzando pueblos que son capitales de comarca, como Xàtiva o Ontinyent: “Cuando desprestigias una lengua, también lo haces con las personas que se dedican a ello”.
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