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Ya estamos en otoño: 5 modos de hacer el cambio de armario sin complicaciones

Pixabay

Jordi Sabaté

  • Consejos prácticos para guardar la ropa ligera de verano de cara a la llegada del fresco y las primeras bajas temperaturas

Ya estamos en otoño y si bien en la mayoría de provincias de España no se nota el frío, poco a poco el aire fresco de origen continentalse irá imponiendo, en especial en la madrugada y en el momento del alba, cuando el sol todavía no nos calienta. En consecuencia, si no queremos que el clima nos pille en un renuncio un día d estos, deberemos ir pensando en hacer el cambio de armario, un ritual que como poco realizamos dos veces al año; una en verano y la siguiente justo ahora.

Pantalones cortos, polos, camisetas de tirantes, faltas de tejidos ligeros, sandalias, pero también sábanas de verano entre otras muchas prendas, deberán volver a los estantes, a los cajones del garaje, a los arcones o al trastero, dependiendo de qué lugar usemos para guardar la ropa que no corresponde a la temporada.

A su vez, mantas, edredones y fundas nórdicas, así como vaqueros y pantalones largos, trajes de lanilla o franela y chaquetas y faldas de otoño-invierno, regresarán a nuestra habitación y nuestros armarios hasta la siguiente primavera, cuando deberemos hacer un nuevo cambio de armario. Y mientras tanto, nos surge la paradoja: ¿cómo puede ser que cada año el cambio de armario sea más aparatoso y concierna a un mayor volumen de ropa?

La respuesta es simple; tenemos por costumbre comprar nueva ropa y complementos de cama, pero somos reacios a la hora de tirar las prendas viejas, ya sea por cariño, por sentido del ahorro, por afán de reciclaje o porque se nos olvida, que también nos pasa. ¿Quiere esto decir que para simplificar el cambio de armario la única opción que tenemos es tirar un montón de ropa antigua, aunque le tengamos cariño o todavía nos parezca atractiva?

Por lo pronto, no seamos tan radicales y busquemos maneras de optimizar dicho cambio, de modo que lo que guardemos quede protegido, a buen recaudo de insectos y humedades y, sobre todo, bien organizado, de modo que podamos llegar a ello con facilidad y comodidad siempre que lo deseemos. Si nos organizamos bien, veremos como nos cabrá todo. O casi todo.

Aquí van cinco consejos que pueden ayudarnos a tener un cambio de armario menos traumático y aparatoso.

1. Utilicemos cajas plásticas de tamaño medio

La idea es adquirir cajas de plástico en las que meteremos ropa y complementos según sea su función y cometido, ya que así será más fácil tenerla controlada cuando la necesitemos. Una idea es dedicar una caja de zapatos deportivos, otra de chanclas, de sandalias, etc. Otra podría ser para las faltas, una adicional para los pantalones cortos, así como para las sábanas de verano, etc. Seguidamente rotularemos las cajas para tener bien claro al primer vistazo qué hay en cada una de ellas.

Es aconsejable que las cajas sean de tamaño mediano e incluso pequeñas, pues así facilitaremos su encaje como si fueran piezas de tetris y optimizaremos el aprovechamiento del espacio. No está de más que sean cajas provistas de rodamiento, para así moverlas sin esfuerzo si pesan. Otra idea es usar cajas de cartón rígido donde situaremos los objetos delicados como sombreros y la bisutería veraniega. Si a las cajas les añadimos separadores, evitaremos que las piezas se mezclen. También podemos usar divisores para ponerlos zapatos dentro de las cajas y evitar asíque se deformen.

2. Montemos parabanes

Los clásicos 'burritos' o parabanes son colgadores de ropa articulados sobre una estructura desnuda. Los utilizamos habitualmente para colgar abrigos y chaquetas, y su forma es similar al esqueleto de un armario ropero. No son bonitos, pero son ideales para guardar ropa pesada o que no conviene que se deforme, como vestidos, trajes y chaquetas. Ocupan relativamente poco espacio y en cambio pueden acoger bastante ropa.

3. Compremos fundas protectoras plásticas

Puede que no nos quepan parabenes en el armario o el trastero, o que no queramos usarlos para evitar polillas y otros insectos, o suciedad. En tal caso, la alternativa ideal es usar fundas plásticas para la ropa y las sábanas, que le conferirán a las prendas una atmósfera hermética y protegida. También tienen la ventaja de que son lo suficientemente flexibles para adaptarse a los recovecos del armario. Otra opción es uso de fundas plásticas para cubrir los parabanes, para que así vestidos y trajes chaqueta queden bien a resguardo.

4. Usemos zapateros

Tanto por su precio, ya que no suelen ser baratos, como por su morfología, los zapatos son una prenda precisa de un cuidado especial. Requieren ser protegidos de deformaciones en compartimentos distintos al resto de la ropa. También los olores que desprenden una vez han sido estrenados, obligan a darles aislamiento. Para ello es una idea perfecta usar un zapatero, que ocupará aproximadamente el mismo espacio que una caja, pero preservará nuestros zapatos lejos de presiones deformantes. Otra idea es guardar las cajas con las que los compramos y usarlas siempre en el cambio de temporada.

5. Estudiemos con paciencia las piezas que regresan al armario

Estamos ante el momento perfecto para, con paciencia, mirar una por una las prendas de temporadas anteriores y decidir cuáles deberán regresar a los estantes y los percheros y a cuáles les ha llegado la jubilación.

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