Nueve trucos para escoger bien el melón y la sandía en la frutería
Melones y sandías son el postre favorito en el verano español. Muy recomendables por su capacidad para hidratar, su moderado aporte en azúcares y su cantidad de fibra, son el final perfecto a cualquier comida, especialmente si se comen frescos, aunque cabe recordar que no responden bien a la nevera. Sin embargo, no es fácil a primera vista acertar en lo que respecta a sus cualidades, su estado de madurez y su calidad.
Antiguamente las abuelas decían que “el melón es como el matrimonio; que o se toma o no se toma, pero que no se puede catar”. Superada hoy la sacralización inamovible de las uniones matrimoniales, el dicho sigue siendo válido para el melón y la sandía: o los tomas o los dejas (como las lentejas, añadiría un castizo). No obstante, hay trucos para catarlos indirectamente, no usando el paladar pero sí otros sentidos como el tacto, la vista y el olor. Y el común, por supuesto.
A continuación te explicamos nueve maneras de saber si un melón o una sandía merecen ser comprados o no:
1. Cómpralos siempre dentro su temporada: parece una obviedad, pero no lo es tanto. La temporada del melón y la sandía españoles va de mayo a octubre, y te aseguras que los obtienes frescos, de huerta y de proximidad. Lo notarás en el sabor y en la textura. Claro que el resto del año puedes consumir estos productos procedentes de invernaderos, de África o de América Latina, pero solo teniendo en cuenta sus condiciones de cultivo y transporte, ya podemos intuir que su calidad no será óptima.
2. Coge siempre los que estén más arriba: si los compras en un montón, apuesta por los de más arriba. La razón es simple: son los que menos golpes habrán sufrido y presentarán menos magulladuras por presión.
3. Apriétalos con los dedos: otra obviedad que no lo es tanto. En apariencia todos los melones y sandías aparentan ser duros al tacto... hasta que los tocamos bien en toda su superficie y aparecen las blanduras. Si tienen blanduras, no los compres.
4. Descarta los que tengan grietas: puede parecerte injusto y un descarte que contribuye al desperdicio global de comida, pero es que un melón o una sandía con grietas muy posiblemente tendrán entrada de contaminaciones bacterianas o fúngicas que provocarán fermentaciones y pudrimientos indeseados. Puede que a primera vista no presenten problemas, pero su conservación se verá sensiblemente reducida. Si acaso negocia que te lo vendan más barato.
5. Prueba la sonoridad de la sandía: es muy sencillo, si la sandía está madura, tiene que sonar a hueco. Si el sonido es de material sólido y denso, es que todavía está verde.
6. Presiona el melón por los extremos: al melón le puedes hacer la 'prueba del balón de rugby', que consiste en presionar por los extremos. Si al hacerlo notamos una cierta blandura, es que el melón está maduro y listo para consumir. Si la blandura es excesiva, es que ya está demasiado maduro.
7. Valora el color del melón: huye de los colores verde chillón y amarillo sol y opta por los verde oliva y amarillos pardos. Son los colores de la madurez. En el caso de la sandía la prueba del color no es tan efectiva por la gran variedad de cultivares que existen y que juegan con todos de piel de todo tipo. De todos modos, sabremos si una sandía está madura si la mancha de la cáscara que ha estado en contacto con el suelo es de color amarillo. Una mancha blanca o verdosa indica que fue recogida antes de tiempo y estará sosa.
8. Huele en ambos la zona del pedúnculo: esta zona es la que en la tierra estaba conectada a la planta. No debe mostrar malos olores. Al contrario, si la fruta está madura desprenderá un ligero aroma característico a melón o a sandía.
9. Si los compras en piezas, que estén plastificados: si los adquieres cortados procura que estén bien cubiertos con un film de plástico, debidamente colocado. Por un lado tendrás la ventaja de ver el color de la carne, aunque por el otro al estar abiertos, son susceptibles de contaminaciones, por lo que es importante que la película de plástico se muestre firme y tensa.