Los océanos de todo el mundo contienen casi 200.000 especies de pescado identificadas, aunque las cifras reales pueden ser de millones. Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas es “conservar y usar de forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible”. El problema es que la mala gestión de este recurso a lo largo de los años ha generado un profundo deteriorode las aguas costeras, debido sobre todo a la contaminación y acidificación de los océanos. Esto provoca que los ecosistemas estén debilitados y, por tanto, que la pesca sea deficiente.
En 2015, el 33,1% de las poblaciones de peces marinos del mundo se consideraban sobreexplotadas, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).Tres de cada cuatro especies con valor comercial ya están afectadas por la sobrepescay, lo que es peor, no se sabe cuánto tardarán en recuperarse, alerta la organización. En un estudio publicado en la revista Science, los expertos advierten que, si no se da respuesta a este problema, en 2050 ya habrán desaparecido la mayor parte de especies que se consumen.
Aunque no es un fenómeno nuevo, la sobreexplotación continúa siendo sin duda uno de los problemas más severos que sufren los océanos. No solo están en juego la supervivencia de muchas especies de animales, sino también los ecosistemas donde viven. Capturar tantos ejemplares de una especie marina hasta que resulta imposible su repoblación ha obligado a tomar algunas medidas que se traducen en iniciativas como la ecoetiqueta.
Ecoetiqueta para la pesca sostenible
Una de las iniciativas es la ecoetiqueta MSC. Los principios de Marine Stewerdship Council (MSC), el organismo internacional que promueve la pesca sostenible en todo el mundo, se desarrollaron en 1999 como un método para promover la pesca sostenible. Desde MSC definen la pesca sostenible como aquella actividad pesquera que:
Deja suficientes peces en el mar, de manera que la pesca permita su continuidad indefinidamente.
Respeta sus hábitats con prácticas de pesca que posibilita preservar el medio marino en buen estado.
Garantiza que las personas que dependen de la pesca puedan mantener su medio de vida.
Cumplir con estos estándares de pesca, es decir, que un pescado se considere sostenible, implica más trabajo, mayor cuidado con lo que se pesca y más tiempo de gestión. Pero hacerlo permite contar con el sello azul, una ecoetiqueta de certificación de pesca sostenible (de captura salvaje) que permite al consumidor reconocer que el producto que compra cumple con los estándares de pesca sostenible de la ONG y que, por tanto, el pescado que adquiere estará disponible también para las generaciones futuras.
Además, este programa de certificación de pesquerías asegura la trazabilidad del pescado. Es decir, el consumidor puede seguir el rastro del producto desde que se ha pescado hasta que le ha llegado a sus manos. Esta certificación es voluntaria y está abierta a todas las pesquerías que capturan organismos marinos o de agua dulce en la naturaleza; esto incluye la mayoría de pescados y mariscos.
Actualmente, más de 300 pesquerías de más de 34 países han obtenido la certificación de acuerdo con el Estándar de MSC. Según la organización, estas pesquerías producen unos 12 millones de toneladas al año, que supone el 15% de las capturas mundiales en el mar. Más de 35.000 productos pesqueros llevan el sello azul. Y los productos que pueden encontrarse con la etiqueta azul van desde arenques en escabeche hasta caviar de lujo.
¿Compramos sostenibilidad?
En España se consume mucho y muy buen pescado. Casi nueve de cada diez personas “disfrutan mucho comiendo pescado y marisco”, según el estudio MSC Percepciones del consumidor sobre pesca sostenible. Solo en 2016, se consumieron más de 1.100 millones de kilos de este tipo de producto, lo que supone, de acuerdo con el estudio, un total de 25,5 kilos por persona.
En los últimos años, el consumo de pescado se ha duplicado. Una noticia que no debería ser negativa si se tiene en cuenta que este alimento constituye el 17% de la ingesta de proteínas de origen animal y que aporta nutrientes esenciales, vitaminas y ácidos grasos omega 3, razón por la cualla Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda comer semanalmente al menos dos porciones de pescado. Pero si el consumo continúa aumentando a este ritmo, es necesario protegerlo.
Una de las formas de hacerlo, recuerdan desde MSC, está en nuestras manos y forma parte importante de nuestras decisiones de compra. El sello azul de MSC está presente en 905 productos de pescado y marisco en España, de los que 300 se han añadido en 2018, lo que demuestra un auge de esta certificación (sobre todo de especies como el bacalao, la merluza, el bonito y la anchoa).
Aunque el consumidor español parece estar cada vez más concienciado sobre el problema de la sobrepesca y el agotamiento de algunas especies marinas, esta preocupación todavía no se refleja en la elección de productos de pesca sostenible en su cesta de la compra, según MSC. España aún puntúa bajo en el objetivo sobre vida submarina, especialmente en la conservación de especies y hábitats y limpieza de aguas y sostenibilidad, según el Índice de Objetivos de Desarrollo Sostenible 2018.
La sostenibilidad, aunque va ganando posiciones, aun se sitúa por detrás de otras preocupaciones como el sabor y la frescura a la hora de la compra. Pero poco a poco, conceptos como “respetuoso con el medio ambiente” empiezan a ser otra de las motivaciones.
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