Legionella: ¿por qué debe preocuparnos a partir de mediados de octubre?
Qué es la legionelosis y qué síntomas tiene
La legionelosis una infección pulmonar provocada por la bacteria Legionella pneumophila. La misma ofrece síntomas como tos, fiebre moderada y dificultad respiratoria. Durante varias jornadas, además, el paciente puede sentirse cansado y débil. También son habituales síntomas gastrointestinales como diarrea (el más habitual), náuseas, vómitos y malestar abdominal.
Otros síntomas frecuentes son dolor de cabeza, dolor muscular y de tórax, así como dificultad para respirar. Por otro lado, la mayor parte de quienes están ingresados en el hospital desarrollan fiebre alta, con frecuencia superior a los 39,5°C, pero tras un tratamiento con los antibióticos adecuados, la fiebre y la infección remiten.
No obstante, los enfermos con problemas en el sistema inmunitario (como las personas trasplantadas o con alguna enfermedad crónica) o quienes hayan iniciado el tratamiento con antibióticos con retraso, pueden requerir una hospitalización prolongada, así como sufrir más complicaciones e incluso fallecer
Por qué debe preocuparnos a partir de octubre
Según la Asociación Nacional de Empresas de Salud Ambiental (Anecpla), octubre es el mes que mayor riesgo presenta para la legionelosis, una enfermedad que suele dar unos 1.000 positivos anuales en España.
No tanto porque se concentren la mayoría de casos, como porque se dan las circunstancias ideales para que la bacteria causante, Legionella pneumophila, se pueda desarrollar en estructuras de edificios como conductos de la calefacción y el aire acondicionado.
La directora general de Anecpla, Milagros Fernández de Lezeta, resume así la situación: “octubre y septiembre son unos meses que entrañan especial riesgo, ya que se trata una época del año en que, tras el calor del verano, empiezan a bajar las temperaturas y se dejan de utilizar los equipos de climatización; pero apenas unas semanas después, con el conocido como 'veranillo de San Miguel', éstos vuelven a ponerse en marcha sin haber realizado ningún tipo de revisión de los equipos”.
Fernández de Lezeta se refiere sobre todo a equipos industriales y de superficies grandes, como comercios, pero también es válida la advertencia para algunas instalaciones domésticas o de oficinas con conductos dentro de un falso techo. En motivo es que la Legionella puede encontrar su hábitat en la suciedad acumulada durante el verano y en el calor ambiental, puesto que crece entre 25º y 45ºC, con un óptimo en torno a los 35ºC.
Legionelosis: favorecida por el cambio climático
Si se suma a este hecho el aumento de humedad en el aire, debido a las cada vez más frecuentes lluvias otoñales y el alargamiento del verano en todo el continente -fenómenos extremos del cambio climático-, se obtiene la combinación perfecta para que la bacteria tenga una expansión demográfica en los conductos de aire climatizado.
De hecho, la OMS considera desde 2015 al cambio climático como principal responsable del aumento de casos de legionelosis en el Primer Mundo. Según datos del European Center for Desease Control (ECDC), en 2018 se registraron en Europa un total de 11.343 casos de legionelosis, lo que supone un 57% más que en el año 2007.
En España los datos también pueden considerarse alarmantes, puesto que el ECDC detectó 1.513 casos en el mismo año, algo más del doble de los registrados en 2011. Con esta cifra, España se colocó a la cabeza de los casos de legionelosis en Europa.
Cómo nos contagiamos
El mecanismo de difusión de la enfermedad es el siguiente: en cuanto se activan los sistemas de bombas de aire climatizado, ya sea por un repunte del calor o bien por el inicio de la estación fría, las colonias de Legionella pneumophila que ha prosperado en la suciedad del interior de los conductos son sucesivamente expulsadas al exterior por las rejillas de ventilación; es decir se lanzan de una forma atomizada, en suspensión o aerosol en el aire que climatiza oficinas, grandes superficies, comercios y algunas casas.
También se pueden crear colonias de Legionella en instalaciones de agua en mal estado, donde pueden prosperar entre el óxido de hierro del interior de tuberías o tomas, ya sean por ejemplo de aspersores de agua para el riego o de duchas.
El problema, por ejemplo, si el agua no está suficientemente clorada, es que tanto aspersores como duchas crean un aerosol o vapor en el aire que puede ser respirado, con lo que la bacteria entra en los pulmones. Otra posible situación de contacto son los spa y sobre todo las saunas de vapor. Estos casos, de todos modos, son menos frecuentes.
Consejos para evitar riesgos
Si tenemos en casa un sistema de climatización que funciona con distribución de aire por conductos -ya sea en un falso techo, ya en obra vista-, o bien trabajamos en una oficina, restaurante o cualquier otro comercio que se climatice por este sistema, debemos de asegurarnos de que se cumplen las siguientes condiciones, con el fin de reducir el riesgo al máximo:
Se han evitado durante el verano las condiciones que favorecen la colonización y multiplicación de Legionella en los conductos. Es decir que las temperaturas ambientales no hayan sido superiores a los 25º, y sobre todo que no se haya podido establecer agua, o bien que no se hayan acumulado sustratos susceptibles de recoger la humedad y la vez que puedan servir de alimento.
Para ello es necesario que nos aseguremos que en nuestro hogar o en nuestro puesto de trabajo se realizan limpiezas y desinfecciones periódicas, especialmente antes de la puesta en marcha de una instalación que ha pasado una larga temporada sin funcionar. A este respecto, conviene ser especialmente escrupulosos en lugares donde haya población sensible, como son hospitales, centros médicos y centros de la tercera edad.
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