Un reciente estudio advierte de la posible relación entre la llamada “nueva variante británica” del coronavirus y problemas cardiacos en perros y gatos. “No queremos levantar una alarma innecesaria, puesto que en este momento tenemos sospechas de que el coronavirus podría transmitirse de humanos a mascotas, y en ningún caso al revés”.
Así lo ha afirmado el cardiólogo veterinario Luca Ferasin, que ha coordinado la investigación del hospital veterinario Ralph, en Marlow, Buckinghamshire (Reino Unido), aún pendiente de revisión por otros expertos (peer review, en inglés).
La variante del coronavirus B117, detectada por primera vez en diciembre en la ciudad de Kent, en Reino Unido, posee una supuesta mayor capacidad de transmisión que las variantes iniciales de la COVID-19, según explica el Ministerio de Sanidad.
De hecho, esta variante ya ha sido detectada en al menos otros 85 países; entre ellos, España. Y según el último informe epidemiológico realizado por Salud Pública, ya es responsable del 95% de los contagios registrados en Navarra.
Ahora sabemos que perros y gatos pueden infectarse de nuestro coronavirus; “pero todos los casos que se conocen de gatos o de perros infectados con SARS-CoV-2 son por contacto con personas infectadas”, recuerda Christian Gortázar, catedrático de Sanidad Animal de la Universidad de Castilla-La Mancha.
“No conocemos casos de contagio de animal a animal, y mucho menos de casos de contaminación de vuelta de perros o de gatos a persona”, explica Gortázar. Los casos del hospital de Buckinghamshire se encuentran entre los primeros contagios de la variante B117 documentados en perros y gatos.
Pero no son los únicos; y tampoco Reino Unido es el único país. Un gato y un perro en Texas (Estados Unidos), convivientes en el mismo hogar, así como un gato en Italia, han dado positivo en el test a la variante B117.
En todos los casos, sus familias humanas también resultaron positivas a la variante B117 en las pruebas del coronavirus. También hay un hospital en Nueva York, explica Gortázar, que está estudiando los efectos de esta variante en perros y gatos.
Por eso, Ferasin y su equipo piden a sus colegas veterinarios que estén atentos cuando lleguen a sus clínicas y hospitales gatos y perros que presenten síntomas de fallo cardiaco. Y recomiendan “que les hagan las pruebas del coronavirus, sobre todo, si sus dueños o familia humana se ha infectado recientemente con la COVID-19”.
El objetivo, señalan, es comprender mejor cómo puede afectar esta nueva variante de la enfermedad a nuestros animales de compañía; y los riesgos que puede implicar a su salud.
Coronavirus: problemas de corazón en gatos y perros
Entre los meses de diciembre y febrero, Ferasin y su equipo de cardiólogos veterinarios notaron un incremento importante de las hospitalizaciones de perros y gatos por miocarditis, una inflamación del músculo cardiaco (miocardio).
Aunque el número total de pacientes ingresados no fue grande, un total de 18 gatos y perros, la incidencia fue diez veces superior a la vista en años anteriores. Lo que hizo que saltaran las alarmas. Los animales fueron desviados al hospital veterinario tras presentar síntomas que sugerían un posible problema de corazón.
Entre dichos síntomas están el fallo cardiaco, falta de apetito, inactividad, respiración acelerada o problemas para respirar, así como episodios de arritmias o latidos irregulares. Las exploraciones posteriores revelaron que todos ellos sufrían miocarditis.
Cuando los investigadores revisaron las curvas de la incidencia de la pandemia, constataron que este incremento de problemas cardiacos en perros y gatos coincidía en el tiempo con el aumento de casos de contagio en humanos de la variante B117 durante esos meses.
Además, en la mayoría de los casos, la familia humana de estos gatos y perros también había notificado sufrir síntomas de la COVID-19, o dio positivo en las pruebas PCR entre tres y seis semanas antes de que sus animales enfermaran.
De hecho, muchos de estos gatos y perros también dieron positivo en las pruebas de coronavirus. En unas ocasiones se les realizó análisis de sangre, para detectar la presencia de anticuerpos del virus; o se tomaron muestras de tejido de la nariz, garganta y recto.
Al contrario que casos anteriores documentados de animales infectados por SARS-CoV-2, los perros y gatos de Buckinghamshire no padecieron otros problemas respiratorios; pero sí problemas de corazón. La COVID-19 también ha sido asociada con daños cardiacos en humanos;
Y según la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc), el 35% de los pacientes de coronavirus ingresados en la UCI sufre daño miocárdico. Con la excepción de un gato, que fue eutanasiado por la gravedad de sus síntomas, el resto de animales se recuperó tras recibir tratamiento veterinario.
¿Y si cojo el coronavirus y vivo con un animal? Ponte mascarilla
El estudio de Ferasin está pendiente de revisión científica por expertos (peer review), un proceso de evaluación de los trabajos de investigación que utilizan las revistas científicas para valorar la calidad de los trabajos y sus conclusiones. Y ha tenido tanto impacto que hasta la revista Science se ha hecho eco.
Aun así, Gortázar llama a la cautela. “De momento, lo que sabemos es que la proporción de mascotas afectadas es extremadamente baja; y hasta que este estudio no se corrobore, y sea sometido a evaluación, no podemos considerarlo ciencia”, recuerda.
Los expertos tampoco saben, en este momento, qué porcentaje de gatos y perros con la variante B117 del coronavirus podría tener riesgo de desarrollar problemas cardiacos. Aun así, Ferasin aconseja contactar con el veterinario si nuestros gatos y perros sufren un problema de salud.
¿Y qué podemos hacer si nos contagiamos para proteger a nuestros gatos y perros? Si tienes la COVID-19, recuerda que puedes transmitírsela a tu amigo peludo (y no a la inversa); así que evita el contacto estrecho durante la enfermedad. Y si no puedes: ponte la mascarilla.
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