Augusto, socio de eldiario.es, nos escribe el siguiente mensaje en el cuerpo de un correo electrónico: “Hola, primero de todo quiero agradeceros vuestro trabajo. Yendo al grano, mucha gente, como yo entre otros, hemos leído vuestra noticia sobre los pollitos triturados vivos y estamos alarmado por el gran número que corren esta suerte cada año. Mi pregunta es si la alternativa de huevos ecológicos lo evita o si caemos en lo mismo. ¿Como está la ley en Europa y en España? ¿Hay alternativa para consumir huevos sin fomentar está horrible práctica?”
Para responder a Augusto, y cumpliendo en parte su petición, en primer lugar conviene observar qué dice la ley española, a la vez basada en una directiva europea, sobre los requisitos que deben cumplir los huevos denominados ecológicos y si los mismos refieren solo a la sostenibilidad del proceso en el aspecto medioambiental o si también tienen en cuenta el bienestar de los animales, las gallinas, que los ponen.
En primer lugar la ley dice que para que un huevo pueda anunciarse como “ecológico” en su etiquetado, debe poseer una certificación, previa auditoría por una empresa acreditada, otorgada por AENOR (Asociación Española de Normalización y Certificación) conjuntamente con IRTA (Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria). Es decir, que se trata de una certificación tan homologada como puedan serlo por ejemplo las normas ISO que cumplen numerosas empresas.
Para obtener dicha certificación, el auditor deberá certificar que se cumplen una serie de reglas. Obtener la autorización para vender huevos como ecológicos implica pagar entre 700 y 1.000 euros por el trabajo del inspector auditor, ya que varía según la comunidad autónoma. Además, la licencia vale solo por un año y al siguiente deberá renovarse con una nueva auditoría de pago.
Requisitos para ser un huevo ecológico
Las principales normas que definen a una explotación de huevos ecológicos son:
- La producción ecológica está ligada al suelo y no se hace en jaulas ni en espacios elevada sino que debe existir un terreno donde se desarrolle la explotación.
- Limita mucho el empleo de productos químicos sintéticos, aunque no los prohibe. Existe un listado de productos autorizados que de todas formas es bastante breve, y atañe de determinados tratamientos de salud así como aditivos para el alimento.
- Se exige un espacio de cuatro metros cuadrados por gallina en el terreno al aire libre fuera de la nave donde residente, si la hubiere. Esto arroja una población límite de 2.500 gallinas por hectárea, lo que limita bastante el rendimiento de la explotación, si bien redunda en una mayor calidad de vida de las gallinas. Para aclararnos, no es que cada gallina tenga solo cuatro metros cuadrados para poder moverse sino que la cifra hace referencia a la densidad poblacional. Esta es una de las razones de que los huevos ecológicos sean más caros, pues se obtiene menos rentabilidad por metro cuadrado.
- Cuando estén en las naves, la densidad máxima no puede superar las seis gallinas por metro cuadrado, de nuevo limitando la rentabilidad pero asegurando el bienestar.
- El alimento de las aves deben ser materias naturales que procedan de la agricultura ecológica, aunque pueden haber padecido algún tipo de tratamiento, siempre por sistemas sostenibles.
- Las aves tienen que tener ocho horas de oscuridad ininterrumpida, ya sea dentro de la nave o del espacio en el que vivan.
- El acceso desde la nave donde se refugien y pasen la noche a la zona de tierra debe ser libre, y dicha zona tiene que tener hierba que les permita desarrollar su actividad natural.
- La granja ecológica debe situarse lejos de las grandes ciudades o a una distancia considerable. Tanto como para asegurarse de que el aire sea puro.
- Todas las gallinas que formen parte de la granja ecológica, deben provenir a su vez de madres que habitaron en las mismas condiciones.
En Los siete interrogantes sobre el huevo que te gustaría despejar enseñábamos a leer la etiqueta de los huevos, de modo que pudiéramos distinguir su origen y el tipo de explotación. En concreto indicábamos que el primer número, que puede ir del 0 al 3, nos informa de cómo se ha criado la gallina, con la siguiente correspondencia:
- = producción ecológica.
- 1 = camperas. Es decir que se crían en una nave pero tienen acceso al aire libre.
- 2 = suelo. Osea que disponen de cierta libertad de movimiento.
- 3 = gallinas que se crían en jaulas.
A este número les siguen dos letras, que indican el Estado miembro de la Unión Europea donde se han producido. ES se utiliza para España. Finalmente. el resto de dígitos informan quién es el productor, la provincia, el municipio y la explotación ganadera.
Bienestar (solo) para las gallinas
Una vez explicadas las condiciones podemos inferir que la certificación de “huevo ecológico” implica una cierta preocupación por el bienestar de las gallinas, aunque la misma no siempre es una garantía y se dan casos como el de este artículo, donde una importante explotación de gallinas certificadas padecía unas condiciones terribles. Pero en general la normativa busca garantizar el bienestar de las gallinas ponedoras.
No obstante, no dice nada sobre los pollitos machos que puedan tener los huevos fecundados y, dado que la producción de huevos puede ser alta, es posible que si salen pollitos, corran la misma terrible suerte que los de explotaciones en jaula, al igual que los de gallinas camperas, etc. Así que no: consumir huevos ecológicos no evita el triturado de pollitos macho vivos, si bien sí busca mejorar la calidad de vida de las gallinas.
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