Llevarse la comida del restaurante: ¿qué precauciones tomar?
Hace unos años era casi impensable que, tras ir a comer a un restaurante, nos preguntaran si queríamos llevarnos la comida que nos había quedado en el plato. Pero esto ha cambiado; los restaurantes que ofrecen esta opción son cada vez más y ya no da tanta vergüenza pedir que nos la pongan en un táper.
Los motivos que explican esta nueva tendencia pueden resumirse en que los restaurantes cada vez están más preparados y concienciados para dar este servicio (muchos de ellos ya disponen incluso de bandejas y recipientes de un solo uso); y el cliente valora cada vez más que pueda darle una segunda oportunidad a la comida que ha quedado en el plato o a la botella de vino que ha quedado medio llena.
Una encuesta realizada por la Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), dentro de la campaña Noalcubo demostraba en 2015 que el 47,5% de los consumidores españoles consultados no pide la comida que le sobra cuando sale a comer a un restaurante y un 18% no sabe qué contestar a esta cuestión. Entonces, solo el 34,2% afirma pedirlo para llevar.
Por otro lado, el 10% de los desperdicios alimentarios en un restaurante procede de los platos que no se acaban los clientes. Así lo refleja el estudio Trabaja de forma inteligente: abre los ojos ante el desperdicio, realizado por Unilever Food Solutions. Si bien la cifra no es alarmante, el estudio sí destaca la necesidad de aplicar medidas efectivas para reducir el desperdicio.
Algunos trucos para no tirar comida en el restaurante
- Adaptar las raciones, no hacerlas demasiado grandes porque acabarán antes a la basura que en el estómago del cliente. Una medida que, aunque no haga desaparecer el desperdicio porque es inevitable que quede comida, sí que con unas raciones adecuadas se puede reducir de manera importante.
- Preguntar en el restaurante si sirven medias raciones o medios platos, sobre todo si vamos a comer sin mucha hambre. Es posible que el restaurante pueda adaptarse a nuestra petición sin problemas.
- Cambiar el tamaño del plato y ofrecer distintos tamaños de raciones. Algunas de las principales tendencias actuales de los restaurantes se dirigen a poder escoger entre varias raciones y poder comer ligero. Es decir, existe la opción de elegir medio postre en lugar de la ración entera.
Cómo llevarse la comida del restaurante sin riesgos
Si, pese a haber todo esto, todavía nos sobra comida en el plato cuando vamos a un restaurante, debemos prestar atención a algunos aspectos de higiene alimentaria y de conservación, sobre todo si decidimos pedir que nos la preparen para llevárnosla a casa. No debe olvidarse que estamos manipulando comida, aunque esté cocinada y que, una vez sale del restaurante, la responsabilidad es del consumidor.
Uno de los principales errores que suelen cometerse es el de la falta de control de la temperatura al transportar las sobras, lo que puede conllevar el crecimiento de bacterias peligrosas y, por tanto, un aumento del riesgo de intoxicación alimentarias. Para garantizar que la comida llega a casa en las mejores condiciones, es necesario que tengamos en cuenta las siguientes medidas:
- Vigilar el reloj: el tiempo que pasa entre que salimos del restaurante y llegamos a casa debe ser el mínimo posible. Pensar que saldremos y que podemos ir a dar un paseo, o a tomar algo, puede ser un error. Dejar la comida en el coche durante mucho tiempo conlleva riesgos, sobre todo en verano.
- Almacenarlos y conservarlos en la de forma segura: cuando lleguemos a casa, debemos poner la comida en la nevera, o en el congelador si no tenemos previsto consumirla en los dos días siguientes.
- Comer alimentos fríos con precaución: para las comidas en frío, la regla de oro es asegurarse de que fue totalmente cocida y después refrigerada en un plazo mínimo de dos horas. Si esto no ha quedado garantizado, debe tenerse en cuenta que solo el calor puede disminuir los riesgos.
- Recalentar: cuando vayamos a calentar la comida, debemos prestar atención a varios aspectos: debe alcanzar una temperatura de unos 70ºC para garantizar su inocuidad; calentar de manera homogénea (si usamos el microondas, cubriremos el recipiente para retener el calor y la humedad y removeremos la comida a mitad de ciclo); en el caso de calentar un líquido como una sopa, este debe llevarse a ebullición.
- No confiar en nuestra nariz: a menudo, los alimentos contaminados no huelen mal ni tienen mal aspecto. Las bacterias por lo general no cambian el sabor, el olor o el aspecto de los alimentos, por tanto, es muy difícil que solo fijándonos en la apariencia sepamos si un alimento está contaminado o no.
- No esperar demasiado: en general, no deben consumirse las sobras almacenadas durante más de tres o cuatro días, y menos aquellas que son más perecederas, como pescado o productos lácteos.