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¿Es realmente española la miel que tomamos?

Imagen: Dominio Público

Eric Santaona

Elvira, socia de eldiario.es, nos extiende la siguiente petición: “Me gustaría saber sobre la miel que encontramos en el mercado: si es toda española, si hay problema con las abejas en España, de dónde viene, de qué países puede venir, si le agregan productos en la elaboración, etc.”.

Un sencillo cálculo basta para ver que no toda la miel que se consume en España es española: según datos del Ministerio de Agricultura (PDF), la producción de miel en España, el principal productor de Europa, se situaba en 2015 en torno a las 34.000 toneladas, de las que 20.000 se destinaron a la exportación dada su calidad y el alto precio que se paga en el mercado exterior.

Esto dejó un remanente de 14.000 toneladas que no sirvieron para satisfacer la demanda del mercado español, que se acerca a las 45.000 toneladas al año. Por lo tanto, se debieron importar aproximadamente 30.000 toneladas del extranjero, principalmente de China (17.000), de Polonia (1.700), de Bélgica (1.245), de Italia (1.211), de México (1.075) y cantidades menores de Uruguay, Cuba, Argentina y Guatemala.

Se trata de miel que muchas veces, según denuncia el sindicato agrario COAG, tiene peor calidad que la española, pero que gracias a su bajo precio permite que este producto se encuentre en nuestras tiendas a un precio más asequible que el que tendría si no se exportara la miel española. Es decir, si la miel española en lugar de exportarse, se vendiese aquí a los precios que se pagan en el circuito internacional.

En este sentido, el hecho de que más de dos tercios de la miel que se consume en España provenga del extranjero -una cuarta parte de China-, permite tener precios asequibles y no debería ser preocupante si no fuera por tres factores polémicos. El primero de ellos es la legislación, el segundo el etiquetado y el tercero las sospechas sobre la miel china.

Legislación y etiquetado

La legislación española sobre la miel se basa en la directiva europea 2001/110/CE de la Miel en España, posteriormente modificada por la Directiva 2014/63/UE. La misma da libertad a cada país para que envase miel de un único origen -en este caso española- o bien la mezcle con mieles de otros países exportadores, dando como resultado un producto mixto que seguramente no tendrá la calidad del producto íntegro nacional, pero que se podrá colocar en el mercado a buen precio.

El problema adicional llega con la legislación sobre el etiquetado, ya que esta permite que a esta mezcla de mieles de distinta procedencia se la llamen o bien “miel de mezcla UE – no UE” o bien “mezcla no UE”, pero no obliga a especificar abiertamente en la etiqueta de qué países procede la mezcla ni en qué proporciones está. Tampoco exige que se aclare si una miel es 100% española, o polaca, argentina, etc.

Según COAG, en otros países de la Unión Europea, como Polonia o Italia, los envasadores sí especifican si la miel procede de productores nacionales o extranjeros, o bien qué países componen la mezcla. El objetivo de estas especificaciones en el etiquetado, según el sindicato agrario, es proteger a los productores locales que apuestan por vender en su país, algo que en España, denuncia, no sucede.

Es decir que aquí es difícil o infrecuente, -salvo en mieles protegidas por las administraciones locales, encontrar envases de miel donde se indique que la miel es 100% española o bien si es una mezcla y se especifiquen los países de origen de dicha mezcla y sus proporciones. Lo usual en las mieles de precio más asequible es que vengan mezcladas. De hecho, una miel puede contener un 1% de origen español y un 99% de origen chino.

Los peros de la miel China

La mayoría de países productores del mundo ha sufrido una pérdida de productividad cercana al 40% en la última década, debido al cambio climático y también a la progresiva desaparición de las abejas, por culpa tanto de enfermedades como la varroa (un ácaro que se cuelga de las abejas y las debilita hasta matar colmenas enteras) como de los pesticidas y herbicidas.

Sin embargo China, el principal productor mundial con más de 400.000 toneladas anuales, parece ser inasequible a las alteraciones del ecosistema y no da muestras de bajar su producción, lo que induce a sospecha a los demás países productores. Las quejas de los apicultores van en el sentido de que China aplica muchos menos controles de calidad, con lo que sus mieles tienen más probabilidades de presentar restos de pesticidas y herbicidas al no ser descartadas las partidas contaminadas.

También existen denuncias de que las mieles chinas podrían estar adulteradas incluso con agua y azúcar para mantener el nivel de exportación constante. A este respecto, la policía china se incautó en 2013 en la provincia de Chongqing de 45 cubos de agua, azúcar, colorante y aluminio que se hacía pasar por miel.

También, a principios de 2016 Dinamarca bloqueó partidas de miel china que no era tal y la propia Comisión Europea realizó un estudio en el que descubrió que un 6% de la miel que se vende como tal en la UE está adulterada con azúcar en mayor o menor medida.

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