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¿Se puede reciclar el turrón de un año para otro?

Santiago, lector y socio de eldiario.es, nos escribe la siguiente petición en un correo electrónico: “cada año suelo comprar turrón a partir de estas fechas y compruebo que es un producto caro, al menos si lo compras con una mínima calidad. El caso es que, lógicamente, con lo pesado que es y como no somos muchos en casa, siempre acaba sobrando, por lo que la mayoría acaba en un cajón olvidado y tarde o temprano en la basura; dinero tirado. Así que mi pregunta es: ¿cuánto nos puede durar un turrón pasadas las navidades? ¿Se puede reciclar de un año a otro?”

Tal como dice Santiago, seguramente todos conservamos alguna imagen, de niños o ya de mayores, de abrir un cajón de una cómoda o la cocina y encontrar media barra de turrón olvidado durante meses, más o menos duro, más o menos aceitoso o bien reseco y convertido en puro azúcar. El caso es que los turrones aguantan bastante digamos “de un modo salvaje”, olvidados en cajones, y bastante más si se los tiene en buenas condiciones de conservación.

Esta resistencia al deterioro y a la actividad microbiana se debe en buena mesura a su alto porcentaje de azúcares, que hacen así del turrón un medio de difícil perseverancia fúngica y bacteriana. Pero también interviene, en las variedades de Jijona y Alicante, la presencia del aceite que exudan las almendras y que es un importante conservador por sus propiedades contra los patógenos.

Por otro lado, la entrada del aceite de palma en la industria del turrón como potente estabilizante ha propiciado que estos conserven durante más tiempo que antaño su estructura física sin perder ni consistencia ni blandura. De este modo, los turrones más longevos pueden alcanzar el año y medio y los menos pueden llegar a los nueve meses e incluso a los quince si están bien conservados. 

El jijona, el que más aguanta

De este modo el turrón de jijona, elaborado con pasta de almendras, es el que más puede durar en buenas condiciones, aunque hay que vigilar que no tenga una excesiva pérdida de aceite debido a la temperatura ambiental. Si así fuese, es mejor evitar comerlo pues puede presentar mala textura y olores, aunque en principio sigue siendo inocuo.

En cuanto al de Alicante, seguramente mantendrá su consistencia en la matriz pero no en las almendras, que pueden haber perdido parte de su hidratación si la barra no se conserva adecuadamente, aunque como fruto seco tienen una elevada durabilidad en condiciones idóneas, por lo que pueden aguantar bastantes meses.

Finalmente los que menos duración pueden presentar son los de yema y los modernos en base a cacao, si bien por la presencia de estabilizantes, y por su elevada proporción de azúcar, también tienen a durar de un año para el otro si se los conserva adecuadamente. De todos modos, conviene fijarse en la fecha de caducidad que nos marque el envase del producto, siempre teniendo en cuenta que está especificado para el caso de que el turrón permanezca cerrado.

Cómo conservar el turrón

De todos modos, aunque lo hayamos abierto y nos sobre, podemos responder a Santiago que sí puede guardar el turrón de un año para el otro, si aplica unas buenas condiciones de conservación desde el principio, una vez abierto en envase. A continuación se describe cuáles son:

  1. Siempre en nevera: si de por sí permite poca actividad microbiana, en las condiciones de la nevera la misma disminuye casi totalmente, por lo que el turrón se puede mantener sin contaminaciones durante un año. Por otro lado, en el caso de los aceites, ya sean de almendra o palma, el frío los dejará más estables y permitirá que el producto mantenga mejor su estructura sin pérdidas.
  2. Mejor en su envase: los envases del turrón están pensados para conservar la barra en las mejores condiciones, es por ello que muchas veces incluyen una capa de aluminio aislante. Si podemos conservar el envase entero tras las navidades, podremos guardar el producto dentro.
  3. Bien sellado: es importante, especialmente en las neveras modernas, que funcionan con frío seco, evitar que el turrón pierda parte de su agua en caso de tenerla, ya que ello redundaría en su excesiva sequedad y pérdida de consistencia. Si el envase se ha roto o no presenta buen aspecto, usaremos un táper o papel de aluminio para guardar el turrón, siempre procurando que quede perfectamente sellado.
  4. Lejos de la luz: la luz es un potente catalizador de reacciones que pueden estropearnos el turrón, si bien no por acción microbiana sí por oxidaciones, y por tanto enranciamiento, de los aceites que les den malos olores. En la nevera nos garantizamos oscuridad, pero si los guardamos en otro sitio, que sea fresco y oscuro. 

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