La cesárea sigue siendo un tema que genera controversias. La Organización Mundial de la Salud (OMS), en sus últimos documentos (PDF), ha revisado sus recomendaciones de 1985. Entonces aconsejaba que la tasa de cesáreas no superase el 15% del total de nacimientos; ahora afirma que “debe hacerse todo lo posible para realizar cesáreas a todas las mujeres que lo necesiten en lugar de intentar alcanzar una tasa determinada”.
Por su parte, un estudio publicado a fines de 2015 en la revista de la Asociación Americana de Pediatría sostenía que las cifras recomendadas desde hacía décadas por la OMS eran demasiado bajas, y situaba en un 19% la tasa “asociada con una menor mortalidad maternal o neonatal”. En España, sin embargo, el 25% del total de los nacimientos se produce por cesárea, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, un porcentaje que excede todas las recomendaciones.
Existen, claro está, una serie de circunstancias en las cuales la cesárea es necesaria, por el bien del bebé y la madre: cuando el feto está mal posicionado o en la vagina aparece el cordón umbilical antes que el propio niño. También si se produce un desprendimiento fetal antes de o durante el parto o si la madre padece alguna enfermedad importante, como una cardiopatía descompensada. En estos casos la cesárea es el procedimiento más apropiado para reducir de manera notoria la morbimortalidad maternal y perinatal.
Pero la realidad es muy distinta: los nacimientos por cesárea no se limitan a los casos en que es necesaria por motivos médicos. A menudo se trata de operaciones programadas y pensadas solo como una manera de evitar dolor o de lograr que el parto se produzca en una determinada fecha. Son motivos que no tienen nada que ver con el proceso natural que debería regir en la medida de lo posible el ciclo de la procreación.
Demasiadas cesáreas
¿Por qué demasiadas cesáreas constituye un problema? En primer lugar, porque la cesárea es una intervención de cirugía mayor, y como tal conlleva una serie de riesgos importantes para la mujer: lesión de la vejiga, útero y vasos sanguíneos, hemorragias, accidentes anestésicos, coágulos en miembros inferiores, embolismo pulmonar, intestino paralizado e infecciones, entre otras posibilidades. Así lo destaca (PDF) la Coalición para Mejorar los Servicios de Maternidad (CMSM).
Los riesgos alcanzan también al bebé. El más frecuente, según el mismo documento, implica un involuntario nacimiento prematuro del niño, con todas las consecuencias negativas que esto acarrea, sobre todo en relación con sus sistemas respiratorio y alimenticio. Además, se multiplican por cinco las probabilidades de que necesiten cuidados intermedios o intensivos, y en la mitad de los casos los valores de Apgar -un test que determina cómo ha tolerado el bebé el proceso del nacimiento- son más bajos que en los nacimientos por vía vaginal.
Efectos a largo plazo
Existen también efectos a largo plazo para los niños nacidos por cesárea. Hay una relación entre “el nacimiento por cesárea y el riesgo de sobrepeso en la vida de adulto”, según explica José Manuel Moreno Villares, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría y médico adjunto de la Unidad de Nutrición Clínica del Hospital Materno Infantil 12 de Octubre, de Madrid.
Eso se debe, al menos en parte, a que la flora intestinal de estos niños es diferente a los que nacen por parto vaginal. Una investigación realizada en el Reino Unido y publicada en 2014 ha confirmado estos datos. Otro estudio, vinculado con las diferencias entre las bacterias que colonizan los intestinos del bebé en función del tipo de parto, alertó sobre la posibilidad de que los niños nacidos por cesárea tengan más probabilidades de padecer diversas alergias.
La cesárea y la cuestión emocional
Pero las consecuencias negativas van más allá de lo puramente físico o fisiológico: el antes citado artículo del CMSM asegura que tras un parto por cesárea es más difícil para las madres formar vínculo con el bebé. La razón es que la cesárea impide el contacto piel con piel entre el bebé y la madre en los primeros minutos posteriores al parto, el cual tiene consecuencias positivas, como una mayor frecuencia y duración de la lactancia materna, una reducción del llanto del niño, una mayor estabilidad cardiorrespiratoria y niveles más bajos de ansiedad.
Además, la cesárea programada impide la aparición de las contracciones, que también poseen numerosas ventajas, como la producción de oxitocina (la llamada “hormona del amor”) y endorfinas, que relajan a la mujer en el durante el parto y la ayudan a hacer frente a las agotadoras horas posteriores. Así lo explica la comadrona Joni Nichols en un artículo publicado por la asociación El Parto es Nuestro, en el que añade que las mujeres que experimentan un trabajo activo para el nacimiento, a través de las contracciones y otras tareas del procedimiento vaginal, padecen menos depresión posparto.
Por una cesárea en familia
Debido a todas estas características, los especialistas ponen énfasis en la recomendación de recurrir a la cesárea solo en situaciones en que los beneficios son mayores que los riesgos. Más aún, se ha desarrollado un procedimiento llamado cesárea natural, humanizada o en familia, que consiste en tratar de reproducir al máximo las condiciones del parto vaginal.
Entre las condiciones que se buscan reproducir, se encuentran que la pareja de la mujer (u otra persona que ella decida) esté presente en el quirófano. Así, durante un lapso de tiempo se baja el telón estéril que se coloca entre el abdomen y la cabeza de la mujer para que esta y su acompañante puedan ver el nacimiento del bebé. También se procura el contacto piel con piel del niño con la madre nada más nacer
Por otro lado, se ralentiza el proceso de cesárea para lograr la llamada 'autorreanimación' fisiológica del niño: esto es que los tiempos del niño para adaptarse a su nuevo ambiente se parezcan a los naturales. La 'autorreanimación' fisiológica siempre es posible. En casos como cuando el niño viene en posición podálica o transversa, cuando hay riesgo de sangrado o en casos de prematuridad extrema -por citar solo algunos-, el niño debe nacer de inmediato para evitar el riesgo de posibles complicaciones.
Sin embargo, “las otras características de la cesárea humanizada son posibles casi siempre”, explica Laura Rodellar, especialista en obstetricia y ginecología del Hospital General de Catalunya, el primero implementó este procedimiento en España. Por ahora, no son muchos los centros sanitarios que han incorporado la cesárea humanizada, pese a que no hace falta ningún equipamiento especial, sino sobre todo la voluntad de los médicos y el resto del personal.
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