Durante años, la testosterona se ha asociado como la clave de la fuerza, la fortaleza y la “masculinidad”. ¿Es esto cierto? ¿Qué papel juega realmente esta hormona? La testosterona es la principal hormona sexual en los hombres. El cerebro y la glándula pituitaria (una pequeña glándula en la base del cerebro) controlan la producción de testosterona en los testículos.
Esta hormona desempeña funciones esenciales como el desarrollo del pene y los testículos, la profundización de la voz durante la pubertad, la aparición de vello facial y púbico, el tamaño de los músculos, el fortalecimiento y crecimiento óseo, el deseo sexual y la producción de esperma.
Pero la testosterona, que forma parte del grupo de las hormonas llamadas andrógenas, no es exclusiva de los hombres. Aunque sí la tienen en cantidades más elevadas, las mujeres también la producen en los ovarios. Y, además de que es muy importante para la salud de los huesos, también tiene una acción antiinflamatoria y antioxidante, con efectos beneficiosos sobre los vasos sanguíneos.
8 falsas creencias sobre la testosterona
La testosterona también es una hormona que se ha relacionado con agresividad en los hombres. Pero un estudio publicado en Nature desmiente tal idea y dice que puede “inducir al comportamiento antisocial en lo seres humanos, pero más a causa de nuestros prejuicios que por una actividad biológica real”.
Pero este no sería el único mito con el que tiene que lidiar la testosterona. Hay varios más:
- A mayor testosterona, más virilidad: falso. Algunos hombres buscan en la terapia con testosterona aumentar masa muscular. Sin embargo, si no hay déficit de esta hormona, no se ha comprobado que la administración produzca los mismos efectos. En ocasiones, incluso, puede ser contraproducente. La Endocrine Society, por ejemplo, solo recomienda ofrecer terapia con testosterona a personas que tienen una deficiencia.
- La testosterona es cosa de hombres: falso. Como hemos indicado antes, y contra la creencia popular, los ovarios también producen testosterona (aunque también es cierto que lo hacen a niveles mucho más bajos que en los hombres).
- Con la edad, los niveles de testosterona disminuyen: cierto. Los niveles de testosterona suelen ser más altos entre los 20 y los 30 años. A partir de los 40 años, empiezan a disminuir de manera natural y continúan haciéndolo a medida que el hombre envejece.
- El descenso de testosterona puede ser patológico: verdadero. La testosterona baja, también llamada hipogonadismo, puede causar, a corto plazo, una caída en el deseo sexual, malas erecciones, recuento bajo de espermatozoides y pechos agrandados. Con el tiempo, además, los niveles bajos de testosterona pueden hacer que un hombre pierda vello, masa muscular, huesos débiles, glóbulos rojos bajos y testículos más pequeños. Este problema es más habitual en hombres con diabetes, obesidad, hipertensión o disfunción eréctil. Esto nos llevaría a la falsa creencia de que la falta de testosterona solo afecta a la zona genitosexual.
- La testosterona puede recuperar con la edad: falso. El endocrinólogo puede considerar oportuna la terapia de reemplazo de testosterona (TRT). Aunque el rango normal de testosterona puede variar, en adultos es aproximadamente de 300 nanogramos/decilitros a 1000 ng /dL. Un nivel de menos de 300 ng/dL indica hipogonadismo, por lo que es necesaria la terapia de reemplazo para restaurar los niveles normales, mejorar aspectos como el deseo y la función sexual; aumentar la densidad ósea y la fuerza muscular o mejorar el estado de ánimo, entre otros.
- Demasiada testosterona puede causar infertilidad: cierto. Es lógico pensar que la testosterona baja es una causa potencial de infertilidad. Pero no lo es tanto asociar que los niveles excesivamente altos también pueden ser un problema. La suplementación con testosterona en hombres que no la necesitan puede causar infertilidad o acelerar el cáncer de próstata preexistente.
En un estudio se ha demostrado que el 88,4% de los hombres que toman suplementos de testosterona pero que en realidad no los necesitan son azoospérmicos, es decir, no producen espermatozoides. Una vez suspenden la suplementación, y al cabo de seis meses, el 65% ya no lo son.
- La suplementación de testosterona actúa como un fármaco anti-envejecimiento: falso. Como recuerda la Asociación Americana del Corazón (AHA), los tratamientos hormonales, aunque pueden ser necesarios para algunos hombres, no están destinados a ser una “fuente de juventud” y tampoco está demostrado del todo que dicha terapia pueda aumentar los riesgos de enfermedades cardíacas.
- La testosterona aumenta de manera natural: cierto. Algunas formas naturales pueden ayudar a aumentar los niveles de testosterona (excepto en los casos en los que se necesita tratamiento). El ejercicio físico es una de las formas más efectivas de hacerlo, sobre todo entrenamiento de fuerza. También ayuda mantener un peso saludable y controlar el estrés. Sin embargo, y contrariamente a lo que suele pensarse, la alimentación y las vitaminas no ayudan a aumentar la testosterona. Sí se ha demostrado, en cambio, que la vitamina D y el zinc ayudan en la síntesis de testosterona y que un déficit de estos micronutrientes puede conducir a niveles bajos.
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