Beneficios para el cerebro de estar en la naturaleza

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Darío Pescador

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Si tienes la tensión arterial alta, y vives en Japón, es probable que el médico te recete, entre otras cosas, shinrin-yoku. No son pastillas, sino que se refiere a la práctica japonesa del “baño de bosque”, es decir, un paseo por un paraje natural. Esta técnica terapéutica que se receta a los pacientes en Japón para ayudarles a bajar la tensión arterial y los niveles de estrés, aliviar la depresión y la ansiedad, aumentar la función inmunitaria y autonómica, mejorar el sueño y potenciar el estado de ánimo, la creatividad, la energía y la concentración. El permiso para abandonar el trabajo durante el paseo está incluido en la receta.

No se trata de hacer una ruta a pie ni una carrera de fondo por el bosque (aunque eso también tiene múltiples beneficios) sino simplemente de estar rodeados de naturaleza. Multitud de estudios corroboran que, en efecto, cuando estamos en un entorno natural, mejoran muchos parámetros de nuestra salud, y en especial nuestra salud mental. Una reciente revisión de estudios ha encontrado que, aunque es difícil cuantificar cuánta exposición a la naturaleza es necesaria, y de qué modo, hay asociaciones positivas con el aumento de los niveles de actividad física y la disminución del riesgo de enfermedades cardiovasculares, además de efectos a largo plazo sobre la depresión, la ansiedad, la función cognitiva y las enfermedades crónicas. Estas son algunas de las formas en las que los estudios han comprobado que estar en la naturaleza nos puede ayudar:

Depresión

Los estudios sugieren que incluso breves periodos de tiempo en la naturaleza pueden reducir los síntomas de la depresión. un equipo de investigadores holandeses descubrió que vivir cerca de parques, o al menos cerca de muchos árboles, puede tener grandes beneficios para la salud mental de las personas. Los efectos también han sido replicados en Japón, de donde parte la idea. En cambio, vivir en lugares sin parques ni árboles, sobre todo si se es joven o pobre, puede tener importantes repercusiones negativas, algo que se ha denominado trastorno por déficit de naturaleza, y que puede afectar especialmente a los niños.

Capacidades cognitivas

Pasar tiempo en la naturaleza tiene un efecto reparador en la psicología humana, ya que nos ayuda a recuperarnos de la fatiga mental y a mejorar nuestro funcionamiento cognitivo. La naturaleza capta sutilmente nuestra atención, y al hacerlo permite que nuestro cerebro se recupere mediante un proceso llamado “terapia de restauración de la atención”, frase acuñada por Rachel y Stephen Kaplan en su libro “La experiencia de la naturaleza y el bienestar humano”.

Entre otros muchos estudios, el realizado por la Universidad de Michigan descubrió que, después de caminar 50 minutos en la naturaleza, los sujetos obtenían resultados significativamente mejores en tareas relacionadas con la memoria que los sujetos que caminaban en un entorno urbano. Por este motivo, dar la oportunidad de tener espacios verdes en escuelas y lugares de trabajo donde las personas puedan experimentar la naturaleza puede ayudarnos a pensar con más claridad y mejorar nuestro rendimiento escolar y laboral. 

Estrés postraumático

La naturaleza nos calma. La naturaleza restaura nuestro equilibrio mental. Para las personas que han experimentado traumas graves, incluidos los veteranos de guerra que padecen trastorno de estrés postraumático, la naturaleza puede ser un componente fundamental en su proceso de curación. Cultivar un huerto en un hospital, trabajar la tierra en una granja o pasar tiempo de acampada y pescando son formas en que los experimentos con veteranos de guerra utilizan la naturaleza para facilitar su transición de vuelta a la vida civil.

Estrés crónico

No es solo en Japón, numerosos estudios han comprobado que el acceso a árboles y espacios verdes nos calma y ayuda a aliviar el estrés. Uno de estos estudios reveló que los árboles y los espacios verdes son un importante factor predictivo de la longevidad, especialmente entre las personas que viven en comunidades de bajos ingresos.

En términos más generales, integrar la naturaleza en el entorno construido en forma de parques, árboles o tejados verdes puede ayudar a contrarrestar los factores estresantes de la vida urbana. Así lo corrobora un estudio escandinavo según el cual los oficinistas con vistas a los bosques mostraban mayor satisfacción laboral y menores niveles de estrés que los oficinistas sin vistas a los bosques.

Bienestar general

De forma intuitiva sabemos que hay una relación entre naturaleza y bienestar. En 1984, el biólogo E.O. Wilson popularizó el término biofilia en su libro del mismo nombre, definida como “las conexiones que los seres humanos buscan inconscientemente con el resto de la vida”. Las personas prefieren el contacto con la naturaleza a los entornos artificiales, y estas preferencias trascienden las culturas, lo que sugiere que son una respuesta evolutiva.

El resultado de múltiples investigaciones realizadas en el Reino Unido ha demostrado que pasar tiempo al aire libre tiene beneficios conocidos y mensurables para el bienestar. Por ejemplo, los beneficios de hacer deporte pueden aumentar si se hace al aire libre. Pasar incluso unos minutos al aire libre en un parque tiene beneficios para la salud mental tanto a corto como a largo plazo.

La naturaleza como amortiguador social

Los beneficios de estar en contacto con la naturaleza son tan evidentes que incluso se han podido cuantificar en términos monetarios. Según un estudio canadiense, el desarrollo de un pequeño parque urbano suponía beneficios anuales de unos 133.000 dólares canadienses al año, de los cuales más de 110.000 se debían al ahorro en los costes sanitarios derivados de la la inactividad física, y otros 23.000 provenían del ahorro asociado a la mejora de la salud mental y la mejora de la calidad del aire. Según los autores, si se incluye el valor económico de una mayor satisfacción vital y sus efectos en la productividad y otros indicadores, el beneficio de un solo parque podría ascender a más de 4 millones al año. 

Otro estudio en San Francisco con personas de bajos recursos económicos, que están expuestas a mayores niveles de estrés por sus condiciones de vida, experimentaron una mejoría significativa en sus niveles de cortisol y estrés percibido después de un paseo de dos horas por un parque. Estos beneficios también son más evidentes en los niños y adolescentes. Los estudios centrados en ellos han encontrado que la salud mental general, la autoestima, el estrés, la resiliencia, la depresión y la calidad de vida mejoraban al exponerse a un entorno natural. Una gran parte de los beneficios vienen de tener un mayor contacto con otras personas en la sociedad.

Estar en la naturaleza es beneficioso, pero no ayuda a todo el mundo por igual. Los estudios existentes miden los efectos en poblaciones, pero parece que, a nivel individual, hay diferencias. Un estudio realizado con datos recopilados durante la pandemia encontró que la más importante era que no basta con estar en un entorno natural, también hay que sentir algún tipo de conexión con la naturaleza. Las personas que no disfrutan del entorno de forma consciente (por ejemplo, si están en un parque, pero mirando el móvil) no obtienen los mismos beneficios que aquellas que tienen una conexión más profunda, o están comprometidas con la conservación de la naturaleza.

Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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