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Un barco de mujeres rumbo a Gaza

A Walled Shaath, que al nacer el 12 de octubre de este año se convirtió en el habitante dos millones de la franja de Gaza.

El 5 de octubre alrededor de las 17 horas las pasajeras del velero Zaytouna fuimos abordadas y secuestradas por la Armada israelí en un acto de piratería en aguas internacionales a 35 millas de la costa de Gaza. Nos obligaron a cambiar nuestro rumbo y dirigirnos al puerto israelí de Ashdod.

Partieron en un viaje simbólico dos veleros el 16 de septiembre de Barcelona, el Amal (Esperanza en árabe) y Zaytouna (Oliva), recalando primero en el puerto corso de Ajaccio y días después en el siciliano de Messina. Recogiendo apoyos y solidaridad de cientos de personas para llevar a Gaza.

Tras unos días de organización el 27 de septiembre zarpó solo el Zaytouna desde Messina. A bordo trece mujeres de catorce nacionalidades y los cinco continentes navegando durante nueve días por el Mediterráneo, para llamar la atención del mundo sobre la situación de emergencia humanitaria en la que se encuentra Gaza tras diez años de ilegal bloqueo por tierra, mar y aire; de personas y mercancías.

Para llevar a nuestras hermanas, las mujeres de Gaza, un mensaje pacifista de solidaridad, justicia y libertad. Para ellas y por extensión a toda la población de Gaza bloqueada y toda Palestina ocupada.

Una Premio Nobel de la Paz de Irlanda del Norte, una excoronel del Ejército norteamericano, ambas pasados los setenta años; parlamentarias de Argelia, Nueva Zelanda y Suecia, una atleta y profesora de Sudáfrica y una médico malaya, que junto a dos excelentes periodistas de Aljazeera, tres tripulantes y yo misma, participábamos de esta nueva acción de la Coalición internacional de la Flotilla de la Libertad.

La segunda noche de navegación y a consecuencia de una tormenta, sufrimos la rotura de un cable de acero del mástil. Navegábamos cerca de las costas griegas pero no podíamos recalar en ninguno de sus puertos por temor a que las autoridades griegas no nos permitieran continuar navegación; como ya ocurrió con la Flotilla en el año 2011. Así que pedimos ayuda a nuestros amigos griegos de la Coalición.

Temprano por la mañana llegó el esperado barco que desde la costa sur de Creta traía un equipo humano para realizar la reparación necesaria y con ello continuar rumbo a Gaza en una navegación segura. Mujeres y hombres griegos a bordo de un barco que luce una gran bandera palestina nos saludan de lejos. Recibimos con emoción su solidaridad y mensajes de ánimo. Un equipo de profesionales trabajaron durante un par de horas para dejar todo listo.

Y después de ello… pasaron de un barco a otro bolsas y bolsas de comida, frutas, verduras, mermeladas casera, aceite de oliva griego, queso, yogures, pasteles… ¡qué sé yo…! Hasta una plantita de albahaca.

Con todo ello un mensaje escrito:

Estamos con vosotras para romper el silencio, para abrir la prisión de Gaza.

Esperamos que deis a la gente de Palestina más valor, pues deben continuar su resistencia.

Por la gente de Palestina.

Por las mujeres de Palestina y las mujeres del mundo entero de forma simbólica.

Hagámoslo.

Tened valor mujeres y suerte.

Continuamos singladura llevando un poquito de Grecia y de sus gentes con nosotras; su espíritu solidario fue viento que nos empujó suavemente hacia las costas de Gaza.

“En nuestro quinto día de navegación los ánimos continúan altos pues el ambiente entre nosotras es excelente y sobre todo nos guía el pensar en la población de Gaza, que nos esperan seguro con los brazos abiertos, con nuestro barco volviendo a poner de actualidad su situación, el injusto e ilegal bloqueo de la franja. De noche navegamos bajo un cielo estrellado, una suave brisa dirigía nuestro barco hacia las playas y la gente de Gaza. Volando sobre el mar este mensaje de justicia, solidaridad y paz”.

Mientras tanto, miles de “marineros en tierra” trabajaban sin descanso, apoyando nuestra navegación a bordo de este pequeño velero. Enviando mensajes de aliento, pidiendo a gobiernos y representantes que obligasen a Israel a no cometer una nueva fechoría, informando de nuestra posición, difundiendo fotografías y mensajes… Soplando las velas desde tierra.

Aun siendo conscientes de que la Armada israelí no nos lo permitiría, día a día manteníamos la esperanza de romper el ilegal bloqueo y poder llegar al puerto de Gaza. Pero también nos preparábamos para un asalto violento de nuestro barco, como ocurrió en anteriores ocasiones. El más violento lo sufrió el barco turco Mavi Mármara en 2010; en aquella ocasión el Ejército israelí asesinó a nueve personas, una décima murió tiempo después, e hirió a más de cincuenta pasajeros de varias nacionalidades.

Para enfrentarnos a ello en Messina todas las mujeres realizamos un entrenamiento de resistencia pacífica incluyendo un simulacro de asalto violento. Esto, además de suponer una impactante toma de contacto con la misión en la que nos embarcábamos, nos dio pautas de comportamiento. Ya a bordo del Zaytouna acordamos juntas la forma de actuación llegado el momento.

El noveno día de navegación nos levantamos muy temprano, dispuestas a entrar en las últimas 100 millas, distancia a partir de la cual podíamos ser interceptadas en cualquier momento. Con la fuerza que da la convicción de que estás realizando una acción justa, solidaria y la tranquilidad que nos aportábamos unas a otras.

Rebasamos las cien millas, las noventa. Desde tierra las llamadas y mensajes eran constantes, desde Messina, Sudáfrica, Malasia, España, Estados Unidos, Suecia, Noruega, Nueva Zelanda, Reino Unido, Gaza…; amigos y medios pendientes de nuestra suerte. Ochenta, setenta, sesenta millas… Ningún barco de la Flotilla había conseguido llegar tan cerca. Una llamada desde Gaza nos emocionó hasta las lágrimas; en Gaza estaban preparando una gran fiesta para recibirnos; los barcos habían salido a la mar para esperarnos, los niños jugaban en la playa, en el puerto mujeres pintaban con colores lienzos, en las cocinas preparaban deliciosa comida palestina; Gaza iba a ser una fiesta.

¡Cincuenta millas y sin señales de la Armada israelí! La emoción crecía en nosotras, ¡estamos tan cerca!, quizás nos dejen pasar… Al fin y al cabo, ¿qué amenaza podíamos suponer trece mujeres a bordo de un pequeño velero llegando al puerto de Gaza? Nuestra imaginación volaba sobre las olas, deprisa, deprisa, que ya llegamos… Cuarenta millas nos separaban de nuestro destino, de nuestras hermanas palestinas, de una población sumida en la desesperanza, y nosotras, en nombre de gentes de todo el mundo queríamos llevar un mensaje de esperanza: “No estáis solos, el mundo no se ha olvidado de Gaza”.

Tres pequeños puntos aparecen en el horizonte, al Norte, Sur y Oeste, que poco a poco van tomando forma de grandes barcos. Se cortan de repente las comunicaciones, no más llamadas, ni mensajes, la transmisión vía satelital de Mina y Hoda, reporteras de Aljazeera en el barco, se cancela. Es el comienzo del asalto, estaba previsto, en tierra se da la voz de alarma: ¡Hemos perdido contacto con el Zaytouna! Comienza la movilización.

Pasadas las 16 horas suena la radio, una voz metálica: “Zaytouna, Zaytouna, aquí la Armada israelí… Las aguas hacia las que se dirigen están cerradas al tráfico por razones de seguridad de la franja de Gaza”. Continúa advirtiendo de las consecuencias en caso de seguir navegando en la misma dirección, ordenando detenernos. Agradecemos las advertencias e informamos que mantenemos rumbo. Realizamos los últimos preparativos en el barco, despejamos camarotes, recogemos las últimas pertenencias y nos preparamos sentadas en cubierta para el abordaje. Serenas divisamos a través de unos prismáticos tres embarcaciones zódiac, lentamente acercándose con un gran número de gente a bordo.

Son más de las 17 horas, estamos a 35 millas de la costa de Gaza y en aguas internacionales, cuando somos abordadas por la Armada israelí en plena navegación. Desde las embarcaciones saltan quince, veinte soldados israelíes; chicos y chicas muy jóvenes, entre dieciocho y veintidós años la mayoría. El asalto se produce, de forma sorpresiva para nosotras, sin la violencia física de anteriores ocasiones. En ese momento somos secuestradas y obligadas a cambiar nuestro rumbo; nos ordenan dirigirnos al puerto israelí de Ashdod.

El barco es registrado por completo, cámaras y móviles confiscados, nos llaman por nuestro nombre… Cae la noche, nos acercamos a tierra. Distinguimos por sus luces dos plataformas en aguas de Gaza, les están robando el gas. Sentadas con los pies colgando por la borda, Hoda, Jeannette y yo miramos las luces de la costa. Las iluminadas chimeneas de una central térmica marcan la frontera entre territorio israelí al Norte y Gaza hacia el Sur. Hacia el Norte se apiñan las luces, un derroche de vida y energía, hacia el Sur ténues y salpicadas lucecitas son la imagen de la desesperanza, del bloqueo. Imposible reprimir nuestras lágrimas, ¡estamos tan cerca!

Ocho horas después del acto de piratería llegamos a puerto, un gran despliegue de personal y medios nos esperaba. El silencio me pareció total. Nos introdujeron en una gran carpa; registros, nos hacen la ficha, interrogatorios; comienzan las presiones… No contestamos a las preguntas ni firmamos ningún documento, como habíamos acordado. Nos amenazan con la carcel si no firmamos la deportación voluntaria, no lo hacemos. Salvo el maravilloso equipo de Aljazeera, las once mujeres restantes somos trasladadas a un centro penitenciario.

Más registros, más fichas, más espera. La cárcel es inmunda pero estamos agotadas e intentamos dormir. Personal de embajadas y consulados va llegando, también nuestras abogadas. Siguiendo su consejo firmamos todas la deportación voluntaria, somos sometidas a juicio rápido allí mismo, la principal acusación: la de haber entrado ilegalmente en Israel. Fácil de rebatir, habíamos sido secuestradas y obligadas a ir a Israel, nuestro destino era Gaza…

Durante los últimos minutos en la cárcel vivimos una emotiva escena; juntas en una misma habitación esperando ser trasladadas al centro de deportación, a través da la entornada puerta dos presos palestinos se enteran que somos “las mujeres del barco”, se llevan las manos al corazón en señal de agradecimiento, nos lanzan besos; les devolvemos los saludos henchidas de emoción. Durante la noche todas nosotras fuimos deportadas a nuestros países de origen.

Atrás quedó el Zaytouna confiscado en puerto israelí, tras 1.715 millas de navegación de una orilla a otra del Mediterráneo, un viaje real con una gran carga simbólica. Un viaje por Gaza, por sus gentes, por el fin del bloqueo y la ocupación de Palestina. Un viaje por un mundo mejor para sus habitantes.

A Walled Shaath, que al nacer el 12 de octubre de este año se convirtió en el habitante dos millones de la franja de Gaza.

El 5 de octubre alrededor de las 17 horas las pasajeras del velero Zaytouna fuimos abordadas y secuestradas por la Armada israelí en un acto de piratería en aguas internacionales a 35 millas de la costa de Gaza. Nos obligaron a cambiar nuestro rumbo y dirigirnos al puerto israelí de Ashdod.