Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Para las feministas, el ahora siempre es el momento
- El acto “¿Te imaginas todos juntos?”, celebrado el pasado viernes 10 de julio en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, actualizó el sentido de comunidad que se vive desde el 15M.
En los últimos tiempos miles de personas vivimos vertiginosamente pensando que ahora es el momento del cambio político. En la vorágine trabajamos activamente, embarcando nuestros cuerpos y sentimientos en una montaña rusa bajo la inmediatez de un momento que tememos no se repetirá. El desborde -referente de moda- no se limita a la ocupación de los espacios en la acción política y los formatos que los acompañan. Las sensaciones nos desbordan y un día el llanto nace de la alegría de arrebatar el Ayuntamiento de Madrid a Esperanza Aguirre y al siguiente de la tristeza de ver sometidos a compañeros y compañeras de esta pelea al escarnio público bajo las peores formas de hacer oposición. Si el miedo y la alegría han cambiado de bando y sentimos penas y gozos colectivos es porque se está logrando torcer el designio del destino individualista en el que transitábamos desde hace ya demasiados años.
Desde aquella noche de inicio de la jornada de reflexión del 20 de mayo de 2011, cuando en el andén de Sol oí por la megafonía al conductor del tren diciendo: “Iros para atrás que en los últimos vagones hay sitio ¡Venga! No seáis perezosos, que hay sitio y os espero”, supe que algo había cambiado. Frente a la competitividad y el “sálvese quien pueda” que nos estaban destrozando, el respeto, el cuidado y los afectos habían tomado la Puerta del Sol. Y, ¿por qué voy tan atrás y recuerdo esto? Porque estas características eran una clara sintomatología del sentimiento de pertenencia a la misma comunidad. La estructura resultante -y creo que una parte fundamental de lo que se ha dado en llamar el espíritu del 15M que aún queda- es la unidad. No aquella unidad derivada de la suma de sujetos y resultado de elementos mecánicos, artificiales y racionales, sino la surgida espontáneamente a partir de relaciones sociales personales y afectivas. Unas relaciones que fueron el cimiento para edificar: primero, las mareas de múltiples colores y el surgimiento de nuevos partidos; y después, las candidaturas de confluencia de las que Ahora en Común y la presentación del acto “¿Te imaginas todos juntos?” son las últimas expresiones.
Es ese sentir colectivo y la vuelta al comunitarismo del que nos hablara Ferdinand Tönnies en 1887, el que se respiraba el viernes en el Salón de Columnas del Círculo de Bellas Artes. Se presentaba así una iniciativa ciudadana que trataba -con generosidad y alegría- de servir para construir entre todas y todos una alternativa política desde abajo de cara a las elecciones generales. La filosofía tenía las dos caras de la moneda: en la cruz, al poder se le mandaba el mensaje de que, aunque nos quieran en soledad, estamos organizados en una comunidad; en la cara, se repetía que solo/as no podemos, pero juntos/as sí. Sin embargo, para estar juntas, y puesto que estamos en una comunidad, las nuevas iniciativas han de ser democráticas y ya se sabe que sin mujeres no hay democracia. Pero además, no sólo se trata de consagrar la igualdad numérica en la que algunos deberán dar un paso atrás y otras varias zancadas -por el retraso y todos los derechos usurpados- hacia adelante, sino de poner el feminismo en el centro del proyecto político. No puede mantenerse la ilusión cuando en cinco días cuatro mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas por violencia machista, ni tampoco cuando el paro femenino sigue siendo superior al masculino con menor número de población activa. El salario de las mujeres supone el 77,5% del de los hombres, el 90% de las excedencias para cuidar son femeninas, las mujeres suponen sólo el 17% en los consejos de la empresas del Ibex, sólo hay una rectora en las universidades españolas o el 53’3% de los hogares monomarentales está en situación de pobreza, por ejemplo.
Esa imparable marea confluyente que está surgiendo desde abajo no puede construirse cerrando los ojos a estas realidades que golpean a las mujeres y contra las que las feministas llevamos siglos luchando, porque para nosotras el momento es cada momento. Este proceso de búsqueda de unidad popular es el principio y seguro que requiere de tiempo, trabajo, coraje, generosidad y esfuerzo. Ahora es un momento de un proceso y las feministas estamos y seguiremos ahí, igual que lo hemos estado cuando hubo que abolir el código civil donde las mujeres casadas eran tratadas como menores de edad, luchamos por el derecho al divorcio y el aborto, apelamos a la igualdad en los puestos de representación, denunciamos las normas heteropatriarcales o la violencia machista y defendimos la libre opción e identidad sexual. Y supimos que una batalla ganada no da más que paso a una nueva contienda. Todos los tiempos tienen su momento. Quizá éste tenga de positivo la mayor posibilidad de permear nuestras medidas -como estamos viendo que ha sucedido en Ganemos Madrid - al sentirnos cada persona parte de esa comunidad.
Deberíamos recordar que las feministas hemos peleado en todos y cada uno de los momentos y que, a pesar de los tristes resultados, seguiremos haciéndolo porque no sólo perseguimos un mundo más justo para las mujeres, sino para todas las personas. Los programas que se diseñen, además de tender a acabar con el gobierno de los mercados y el capital, están obligados a acabar con este patriarcado criminal. Para nosotras siempre es ahora y siempre es el momento, porque después puede ser tarde y segundas ocasiones quizá no vuelvan.
Poner el feminismo en el centro de la política supone defender la sostenibilidad del planeta y de la vida de todas las personas de esta comunidad en la que cada vez nos sentimos más implicadas. Y por ello, ahora, una vez más, las feministas aquí estamos trabajando por una apuesta común para conseguir el mejor de los mundos posibles.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.