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La Fura dels Baus pone en pie al Kursaal con su humanitaria “Creación”
El monumental oratorio “La Creación”, de Joseph Haydn, se ha convertido esta noche, por obra y gracia de La Fura dels Baus, en el perdón del pecado que se comete contra quienes nada tienen, ni siquiera tierra: los refugiados, ángeles de helio y luz que acaban siendo los dueños del paraíso.
El público de la Quincena Musical Donostiarra ha recibido esta noche en el Kursaal con una estruendosa ovación a la compañía que dirige Carlus Padrissa y su propuesta, que ya ha recibido el aplauso internacional unánime tras pasar por Nueva York, Viena o París y que tras San Sebastián irá a Taiwan.
Dirigida en el foso por José Ramón Encinar, al frente de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y el coro Haydn dels Baus, la Fura ha desplegado su ritual de compromiso social y arte escénico para “recrear” “La Creación”, que Haydn compuso a finales de 1700 inspirándose en el “Génesis”, el “Libro de los salmos” y “El paraíso perdido” de Milton.
En su montaje, el coro son los peregrinos, los refugiados expulsados de su tierra y los solistas -la soprano Alicia Amo, el tenor Gustavo Peña y el barítono Thomas Tatzl- son los ángeles Gabriel, “el de la comunicación”; Rafael, “el de la medicina, como una ONG que va orientando a los refugiados”; y Uriel, “el calor, el sol, el amarillo de Open Arms”.
Veintiséis globos de helio, de un metro de diámetro, sujetos por el coro suspendidos sobre el escenario representan la esperanza del refugiado, le dan “ingravidez” y aliento cuando, finalmente, al séptimo día, llegan a “la casa” de Adán y Eva.
“Hemos incluido la idea del pecado original a través de los refugiados que, ya sea por la guerra, por la economía o por el clima, son expulsados del paraíso”, explicaba a EFE Padrissa sobre su planteamiento escénico, que da tiempo y espacio a los “desheredados de la tierra”.
Su particular génesis escénico, un espectáculo “inmersivo” al más puro estilo “Fura”, empieza con una explosión: el primer día son las tinieblas, la descripción del caos, para la que Haydn, ya entonces, ideó música dodecafónica.
Luego, de la oscuridad comienzan a perfilarse imágenes de Siria y y es Siria pero podría ser cualquier sitio porque la “expulsión”, la persecución de un ser humano por motivos económicos es una “plaga” bíblica, según la Fura.
De ahí se pasa a una explosión de luz y la gente tiene que irse de su paraíso, el que describía Milton, y empezar un viaje a través de los mares y la tierra, peregrinos que buscan un nuevo paraíso “armados” con ipad que lo mismo sirven de elemento escénico -imagen de fuego, leche o agua- que de partitura.
Se crean las montañas y los animales y cuando la Biblia habla de vacas, la Fura en el escenario bebe leche y cuando se habla de los leones se habla de la esclavitud, de las mafias, de los depredadores del ser humano.
Al sexto día, llegan al campo de concentración y Dios les dice “ahora que ya está todo voy a crear a Eva y Adán a Mi imagen”, un concepto este “muy importante”, según Padrissa, porque hasta Bach se decía que el hombre era súbdito de Dios y solo desde 1730 se defiende que el hombre está hecho “a su semejanza”.
Ahí se crea al ser humano, en su imagen especular y contraria, es decir, Adán y Eva, seres capaces de amor que nacen del agua, en concreto de un acuario gigante que funciona como una enorme placenta.
Adán y Eva son capaces de acoger a los refugiados y les abren su “casa” para que pueden secarse y calentarse y entonces los globos de helio pasan a sus manos, símbolo de que “se recibe lo que se da”.
El dueto final concluye con Adán y Eva sujetando los globos han sido también figuras de planetas, “el macromundo”, el ojo de Dios o espirales del “adn” que les ha quedado tras quitarle a Haydn la “h” y la “y”.
En escena, incluida la orquesta, a la que se ha dispuesto en el foso pero más elevada para verles, ha habido cerca de 80 personas, que la Fura, tan acostumbrada a “olimpiadas”, maneja con soltura y dinamismo aunque ha habido que esperar quince minutos al inicio por “problemas técnicos” con el ingenio que levanta por los aires a los ángeles y a Adán y Eva.
Les ha quedado, como presumía Padrissa en una entrevista con EFE, “redonda”, un ejemplo claro de ópera escénica, una propuesta inmersiva “muy Fura”, en la que se “ven” los truenos, los rayos, los rugidos de los animales que compuso Haydn... un bestiario sonoro que enciende la luz en el caos y que es también un homenaje al director artístico Gerard Mortier, fallecido en 2014.
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