La mítica banda Extremoduro ha anunciado este martes su disolución. Lo han hecho a través de un comunicado en su página web en el que aseguran que la separación se produce por una falta de “compenetración” entre los miembros. “Por eso hemos preferido dejarlo aquí: para quedarnos siempre con el recuerdo de tantos años felices, y porque nos parece lo más honesto”, han añadido.
La noticia aparece por sorpresa cuatro días después de rumores que apuntaban a todo lo contrario: a la vuelta del grupo en junio de 2020, fecha en la que teóricamente se estaba trabajando para un concierto de gran afluencia en Cáceres. Por ahora no parece ser así.
Su último disco fue Para todos los públicos (2013), tras el que su líder señaló que Extremoduro “necesitaba un descanso”. De hecho, Iniesta inició un proyecto en solitario que le llevó a sacar dos LPs: Lo que aletea sobre nuestras cabezas (2015) y Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016). También Iñaki Uoho, el guitarrista, emprendió su propio camino con su banda Inconscientes.
No obstante, la idea de la vuelta no estaba descartada. “Extremoduro no está cerrado, simplemente abrimos un hueco para que yo hiciera lo mío y para que Uoho se dedicara a sus historias. El plan es hacer un disco nuevo y, si no puede ser porque no hay material, pues al menos una canción”, dijo Roberto Iniesta en una entrevista a eldiario.es.
El líder de la banda agregó que si no salía nada “tampoco era un problema”, ya que “quizá algunos prefieran ir a los conciertos a oír los temas antiguos y no les importará en absoluto que haya otro álbum”, pero por el momento no han anunciado ninguna gira de despedida.
Transgrediendo el rock desde 1987
Hace 31 años, un veinteañero de Plasencia se las ingenió para autofinanciar su primer disco cuando la palabra crowdfunding ni siquiera existía en el vocabulario. La apuesta era arriesgada, había que dar 1.000 pesetas a un joven que, en teoría, había prometido devolverlo en forma de álbum. Al final, cumplió su palabra. Llegó con temas como Decidí o Jesucristo García y, como cabecera, el nombre del grupo: Extremoduro.
Además, aquella maqueta venía acompañada de una etiqueta, la de “rock transgresivo”. Como lo define Javier Menéndez Flores, biógrafo de la banda, es como “una mezcla de poesía y nitroglicerina”. Porque su líder, Roberto Iniesta, es el único capaz de cantar “voy a hacer un tambor de mis escrotos” y que lo siguiente pueda ser una estrofa de Marcos Ana, Antonio Machado o Pablo Neruda.
11 discos de estudio después, entre los cuales se encuentran algunos tan indistinguibles como Yo, minoría absoluta (2002), Agila (1996) o Deltoya (1992), aquel desconocido grupo extremeño se ha convertido en todo un referente del rock español.
Destacan también proyectos como La ley innata (2008), con el que regresaron tras seis años de parón. Y lo hicieron sorprendiendo a sus fans con una sola canción de 45 minutos divididas en varias piezas y con un registro mucho más melódico del que estaban acostumbrados. Al principio desconcertó a algunos, pero finalmente ha sido considerado como una de las mejores creaciones de la banda que consiguió el disco de oro en solo tres semanas.
Todavía está la esperanza de una gira de despedida. Sin embargo, si esta no llega, Extremoduro quedará grabado en el recuerdo como lo que fue: una banda sonora intergeneracional que escribió su historia con mayúsculas en los anales de la música española.